Porque el acoso y la violencia contra las mujeres lamentablemente es común, pero no es normal
Si eres mujer, seguro te ha pasado. Si eres hombre, seguro sabes de alguna mujer que ha sido acosada o violentada física, emocional o sexualmente ya sea en la calle, en la escuela, en el trabajo o hasta en sus propias casas.
A diario oímos casos, somos testigos o hasta víctimas; sin embargo, el hecho de que la violencia contra las mujeres lamentablemente sea algo común en México, no quiere decir que este problema deba ser olvidado y normalizado.
Desde una nalgada en la calle por parte de un desconocido, hasta golpizas por parte de sus parejas son algunas de las historias que 12 mujeres relataron a Nación321 y llaman a no olvidar que la violencia contra las mujeres debe ser erradicada.
Lizbeth. 24 años
"Tenía 16 años y para llegar al CCH tenía que salir a las 5:30 de la mañana de mi casa. Ese día se me hizo tarde y mi papá me pasó a dejar a la Avenida Central para poder tomar a tiempo el camión; mientras lo esperaba un tipo me apretó una nalga.
El infeliz no me soltó luego, luego y entré en shock. Lo único que traía en la mano era una cartulina y solo comencé a insultarlo.
Se fue volteando, riéndose de mí y mandando besos".
Estefanía. 25 años
"Yo salía a las 10 de trabajar y andaba en Metro. Vivía en la Narvarte, mi colonia de confianza. Por las noches no deambula nadie por ahí, solo gente como yo que terminaba su jornada laboral. La verdad es que la iluminación no era nada buena, pero el tramo que debía recorrer desde la estación del Metro Eugenia a mi casa era muy corto.
Ese día, sobre la banqueta, escuché -y recuerdo muy claro- que una bici se aproximó demasiado a mí, el conductor metió su mano debajo de mi vestido y me apretó la nalga.
Pasó tan cerca que pude haberlo aventado y tirado, pero la reacción fue tardía y no había nadie alrededor lo suficientemente cerca para hacer algo. Ni un carro que pasara ni un local abierto o vecinos caminando. Mi amor por la ciudad, desde entonces, fue otro".
Pilar. 26 años
"Fue como las 11 de la noche en el transborde de Metro Candelaria. Ya estaba medio vacío e iba caminando escuchando música, cuando sentí que dos tipos venían detrás de mí; le puse pausa a mi celular, escuché el típico chiflidito y caminé más rápido, pero cuando llegamos al andén de la línea rosa empezaron a masturbarse. Fui con un policía y me contestó:
No te están haciendo nada, no te están tocando, así que no puedo hacer nada.
Los chavos, como de 20 años, se metieron al mismo vagón y aunque iban dos señoras más, estuvieron todo el tiempo masturbándose frente a mí. Ese momento me vulneró, me dio miedo".
Laura. 26 años
"Me pasó cuando era pequeña. Tenía siete años y mi primo abusó de mí. Él es más grande que yo. La primera persona a la que le dije fue a mi novio y después a mi hermano, hace apenas como un año".
Lo sigo viendo porque es mi primo hermano, pero no soporto verlo o que me toque, me da asco. Mis papás no saben. Nunca se los dije por miedo de que pensaran mal de mí".
Miriam. 26 años
"En el Metro Balderas me pellizcaron una nalga. Grité, pero todos me veían como 'pinche loca, ¿qué te pasa?' Nadie hizo nada, incluso había un policía y no hizo nada. Y, bueno, ya ni hice desmadre porque entré en shock.
Nunca más me volví a poner esos jeans".
Fernanda, 34 años
"He sufrido abusos en distintas etapas de mi vida, pero tres me han marcado más que otros. De pequeña sufrí constantes violaciones por parte de mi tío materno, pero por sus amenazas y por miedo a que hiciera algo contra mi familia no decía nada.
Mi expareja también abusó de mí varias veces cuando estaba alcoholizado y al otro día, según él, no se acordaba de nada. En su momento creía que era normal por vivir con él y porque era el padre de mis hijos".
Finalmente, en mi trabajo, un jefe me ofreció un mejor sueldo 'por ser bonita y tener buen cuerpo'. Me decía: 'soy hombre y tu próximo jefe y si quieres ser alguien en la vida debes saber que todo cuesta".
Guadalupe. 23 años
"Antes trabajaba como volantera y ese día me tocó darles folletos a los automovilistas en un semáforo frente al hospital La Raza. El semáforo me ganó y me quedé en medio del camellón del Metrobús.
Un tráiler de doble remolque quedó detrás de mí y la cabina daba hacia donde yo estaba; entonces el conductor me empezó a gritar puras porquerías. No podía cruzar porque otra camioneta me tapaba el paso, entonces me hice tonta y por el miedo ni volteé a verlo.
Cuando se puso el siga me escupió un gargajo en la espalda y me dijo 'pinche amarrada' y se fue. Juro que pensé que me iba a levantar".
Susana. 26 años
"Sufrí una golpiza por parte de mi exnovio.
Empezó con palabras ofensivas, siguió con la disminución de mis capacidades por ser mujer, reforzó que yo era débil porque lloraba, pasó de las palabras a las miradas amenazantes y de ahí escaló muy rápido a la violencia física.
De los apretones de brazo mientras me decía lo equivocada que estaba, hasta cachetadas y algunas veces patadas. Primero en privado y después en público. Me golpeó dos veces en espacios públicos: una vez en el cine y la segunda vez en el Metrobús. Decidí denunciarlo y conseguí una orden de restricción.
Hace unos 6 meses me buscó para ofrecerme una disculpa y 'aclarar' todo. Fue muy insistente y ante mi negativa volvió a las amenazas, así que le pedí a uno de mis amigos que está en un moto club que fueran todos a amenazarlo y solo así me dejó en paz".
Karla. 24 años
"Hace como un mes estaba en Chapultepec a plena luz del día con mis amigas, estábamos cerca de donde empieza el trenecito. Cuando se dio cuenta obvio huyó, pero lo más feo era que donde él estaba, pasaban familias en el tren y a unos pasos estaba un policía que jamás notó lo que pasaba.
Volteamos y como a escasos 5 metros, un señor estaba masturbándose y viéndonos".
Jésica. 25 años
"Trabajaba con uno de mis exprofesores de la Facultad de Arquitectura. A cada visita que íbamos para prestar servicio de dictámenes se llevaba su cámara para tomar fotos y hacer el reporte. Un día me dijo a mi que lo elaborara, me dio la cámara para pasar las fotos y descubrí que tenía fotos mías, obviamente tomadas sin mi permiso.
Me tomó fotos de lejos y les hacia zoom a mi cara, a los pechos, al trasero. Fue algo muy fuerte para mí porque era una persona a la que yo admiraba mucho".
Diana. 25 años
"Venía saliendo del Metro Toreo un sábado por la mañana, traía un vestido blanco que me encantaba. Justo cuando iba a la mitad del anden entró un grupo muy grande de hombres que venían del servicio militar, al pasar a un lado de ellos hicieron todo tipo de comentarios vulgares, chiflidos, miradas.
Me hicieron sentir tan mal y tan impotente, que deje de usar ese vestido por algún tiempo.
Berenice.
"Al salir de la Clínica 8 en San Ángel, un exvecino me vio en la parada esperando el transporte, descendió de su taxi y comenzó a seguirme insistiendo que subiera a su auto, para llevarme a mi casa o a donde yo quisiera. Mi reacción fue subirme al primer camión que pasó, pero él lo fue siguiendo.
Sentí coraje, impotencia y miedo a la vez porque cómo es posible que alguien te pueda intimidar y hostigar de tal manera. Temes por tu vida y ya no puedes estar tranquila, no sabes en que momento pueda volver a pasar".