Porque México es un país altamente sísmico y la población no puede bajar la guardia
Este 19 de septiembre se cumple un año de aquel sismo magnitud 7.2 que sacudió a la capital mexicana y los estados de Chiapas, Morelos, Oaxaca, Puebla y el Estado de México.
Esta situación nos ha hecho replantearnos si realmente estamos preparados para un sismo de esta magnitud. Esto creen los expertos.
PAÍS Y CAPITAL VULNERABLES
Empecemos por lo más básico. Un sismo es una fractura o un deslizamiento repentino de las rocas profundas de la Tierra; 90% de los sismos que ocurren en México se registran frente a las costas del océano Pacífico, donde la placa tectónica de Cocos se hunde bajo la de Norteamérica a razón de seis centímetros por año. En 2016, se registraron 15 mil 400 eventos de este tipo, un promedio de 42 diarios.
"En el caso particular de la Ciudad de México es una zona altamente sísmica y cada año se generan miles de temblores. Sin embargo, la mayoría de ellos no alcanzan magnitudes considerables ni de peligro para la población", comentó Xyoli Pérez Campos, jefa del Servicio Sismológico Nacional.
La @SEDENAmx: #EjércitoyFAM aplica #PlanDNIIIE en Juchitán, Oax. pic.twitter.com/Oi2wb9x9NM #FuerzaMéxico
— gob.mx (@gobmx) 11 de septiembre de 2017
Pérez Campos detalló que existen antecedentes de sismos de magnitud considerable, como el de 1957 que tuvo una magnitud de 7.7 --cuando se cayó el Ángel de la Indepencia--, el ocurrido en 1979 que tuvo una magnitud de 7.6, y el del 19 de septiembre de 1985, que alcanzó los 8.1 grados y donde murieron cientos de personas.
"Los sismos grandes ocurren muy raramente. La Ciudad de México ha sufrido sismos en toda su historia pero un sismo destructivo como el de 1985 ocurre solamente dos o tres veces en cada siglo. ¿Cuándo, exactamente? No lo sabemos y por eso es que tenemos que estar alerta", dijo la experta.
PRIMER AVANCE: IDENTIFICAR RIESGOS
Cabe mencionar que desde el sismo de 1957, la Ciudad de México ordenó crear una Norma Sísmica del Distrito Federal para clasificar las zonas más propensas a sufrir daños por los movimientos telúricos y con base en eso definir un esquema para la construcción de edificios en dichos lugares.
La Norma Sísmica dividió la Ciudad de México en tres zonas: Zona I o de lomas; Zona II que es una franja intermedia con un terreno un poco más firme (por ejemplo, los Viveros de Coyoacán) y la Zona III, la del lago.
En la capital mexicana, la Zona III es la de mayor riesgo por la vulnerabilidad provocada por las características del subsuelo (sumamente blando) y la cantidad de habitantes. Esta zona abarca desde la Villa de Guadalupe hasta Xochimilco, y desde la Condesa hasta Texcoco, en lo que fue el antiguo lago.
Cada zona tiene su propio reglamento por lo que para construir en la Zona III se necesita un tipo de obras mucho más firmes y más fuerte que para la Zona I.
SEGUNDO PASO: PREVENCIÓN
Cada vez que se registra un sismo destructivo como el de 1985 se actualizan las normas de seguridad de los gobiernos y se aprende de lo que se puede mejorar para evitar fatalidades, aseguró Carlos Valdés González, director general del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
El ingeniero geofísico destacó que después del sismo del 85 se creó el Cenapred, se modificaron los reglamentos y normas de construcción de la capital mexicana y se construyó el Sistema de Alerta Sísmica que opera actualmente en la CDMX.
Asimismo, se instalaron aparatos de medición en la capital mexicana para monitorizar la sismicidad y la investigación sismológica ha permitido caracterizar aspectos vitales de la respuesta sísmica.
“Los sismos no cambian su tamaño, los lugares en donde ocurren o su tasa de recurrencia. Quienes sí cambian todo el tiempo somos nosotros porque decidimos asentarnos en cualquier lugar del país”, dijo Valdés González.
“A menos que aprendamos cómo apagar el calor del interior de la Tierra, que ha venido ocurriendo por miles de años, el peligro no lo podemos evitar: la única manera de disminuir el riesgo es disminuir la vulnerabilidad, la cual sí depende de nosotros y nuestros planes de prevención", detalló el director general del Cenapred.
El funcionario detalló que si las estructuras son seguras, la gente sabe qué hacer y sí existe un plan familiar, los mexicanos podrán tener una mejor respuesta ante un sismo, sin importar su magnitud. "Lo que es cierto es que no hay lugar en México donde podamos garantizar que no tiembla".
LA TECNOLOGÍA AYUDA
Víctor Hugo Espíndola Castro, del área de análisis e interpretación de datos sísmicos del Servicio Sismológico Nacional, dice que sí “se ha mejorado el monitoreo sísmico tanto el instrumental como las áreas computacionales. Hay un avance tecnológico en todo el instrumental que se utiliza en este tipo de estudios", destacó el investigador.
Además, Espíndola Castro agregó que como sociedad los mexicanos están más conscientes de la probable ocurrencia de un sismo y las autoridades han tomado medidas más serias en cuanto a la protección civil.
PERO HAY UNA TAREA PENDIENTE
Por su parte, Luis Álvarez Icaza, director del Instituto de Ingeniería de la UNAM, aseguró que una parte importante del trabajo de los servicios sismológicos es el de dar información oportuna y adecuada a la población sobre los riesgos de un sismo.
Sin embargo, el experto consideró que una de las tareas pendientes en México es la adecuación de códigos de construcción para edificar instalaciones más seguras y resistentes a sismos.
"Existen buenos códigos de construcción en la Ciudad de México, adecuados según los aprendizajes del sismo de 1985, pero esta práctica no se ha extendido a lo largo del país y es vital que esto suceda para evitar tragedias como las que vimos en Oaxaca y Chiapas en días recientes", concluyó Álvarez Icaza.