Porque ya inició el periodo de campañas y cualquier apoyo es de valor para los candidatos
Beatriz Gutiérrez Müeller no deja de sonreír. Parece hipnotizar a más de uno abajo y arriba del estrado.
Lanza miradas coquetas a su esposo y con cada movimiento de cabeza, con cada gesto, con cada movimiento de mano, marca los ritmos y los estados de ánimo en el discurso de su pareja.
La esposa de Andrés Manuel López Obrador parece que será un nuevo empuje en la campaña. Los simpatizantes del tabasqueño la quieren, la apapachan, le lanzan consignas de apoyo. Beatriz sólo sonríe y se deja querer.
Apenas el sábado, en el aeropuerto de lo que antes fuera el Paso del Norte, donde Benito Juárez restauró la República en el siglo XIX, y donde Francisco I. Madero dio el golpe letal a la dictadura de Porfirio Díaz, la maestra en Historia por la UNAM regañó a su marido.
El candidato no dejaba de sacarse selfies con simpatizantes y pasajeros cuando Beatriz le lanzó: “Ya carga tus maletas, yo ya me cansé”.
Jesús Ernesto, el único hijo de la pareja, también es destinatario de este llamado de atención. Los dos, padre e hijo, obedecen sin chistar.
Y así ocurre en el primer mitin de campaña del candidato presidencial de la alianza Juntos Haremos Historia (Morena-PES-PT). Ella es la que marca la pauta y el ritmo en el discurso. Y López Obrador no suelta su mano.
Beatriz sonríe y contagia a los que están a su alrededor, al empresario Alfonso Romo, al coordinador regional de campaña, Marcelo Ebrard, y al líder del PT, Alberto Anaya. Pero también camina de un lado a otro del estrado, saludando a todos, atendiendo a todos, como si fuera la anfitriona de una fiesta.
Sonríe también cuando observa una pancarta que porta una mujer rarámuri con la leyenda “Kuri Ba AMLO” (“Saludos AMLO”), o cuando un sector de los asistentes hace que una persona baje una gran bandera del desaparecido Partido Popular Socialista (PPS), sí, ese de Vicente Lombardo Toledano.
Pero Beatriz guarda un profundo silencio cuando escucha que a su esposo que se le quiebra la voz al final de su discurso, porque ella y todos aquí saben que si no llega a Palacio Nacional el 1 de diciembre, tomará la decisión de irse a “La Chingada”, su finca en Palenque, Chiapas.
Beatriz es sin duda un plus en la tercera campaña presidencial del tabasqueño. López Obrador llega a la camioneta en medio de una muchedumbre que le cierra el paso. Beatriz y Jesús Ernesto no pueden avanzar. “¡Dejen pasar a la primera dama!”, lanza un simpatizante del tabasqueño. Ella sonríe y aborda la camioneta.