¿Se considera usted feminista? La respuesta a esta pregunta fue uno de los datos que más me llamó la atención de la encuesta #Mujeres2018 que Nación321 publicó esta semana.
El resultado es interesante en sí mismo, pero también saber si las opiniones de quienes se autodenominan como feministas concuerdan con esa etiqueta o no, es decir, si son coherentemente feministas.
Según el estudio, 45 por ciento de las mujeres entrevistadas dijo considerarse feminista, de las cuales el 14 afirmó ser “muy feminista”. En contraste, el 52 por ciento dijo no ser feminista. Entre los hombres, los feministas representan un 25 por ciento (4 por ciento “muy feminista”) y los no feministas el 70 por ciento.
Al igual que con las preguntas sobre identificación partidaria (panistas, perredistas,...) o de orientación ideológica (izquierda o derecha), los encuestados se autoclasificaron en alguna categoría (muy feminista, no feminista...), pero no es claro de antemano si comulgan con los principios y valores que suponen esas identidades. En muchos casos se trata de un sentido de identificación grupal, más que de un sistema de creencias.
Además, al preguntar si alguien es o no es feminista también puede haber un elemento de deseabilidad social: para algunos, decir que sí es feminista puede ser la respuesta socialmente aceptable; para otros no. De hecho, el sondeo de Nación321 revela que 20 por ciento de los entrevistados dijo que en estos tiempos ser feminista está bien visto, mientras que el 50 por ciento dijo que está mal visto. Al parecer, lo socialmente aceptable para la mayoría sería declararse como no feminista.
¿Hasta qué punto la autoidentificación feminista en México se relaciona con los valores y objetivos del feminismo? La propia encuesta da algunas pistas: si bien hay varios aspectos de coherencia, también resaltan algunas incongruencias.
Comencemos por lo coherente: las feministas reportan una mayor participación en manifestaciones o eventos a favor de las mujeres que las no feministas. Se trata de un feminismo activo, que se confirma con el hecho de que a las muy feministas les interesa más la política que a las no feministas. Según el sondeo, a las feministas les atrae más votar por candidatas mujeres, les gusta más que las represente políticamente una mujer, y son más propensas a pensar que con más mujeres en el ámbito político mejora la calidad de gobierno. Además, las feministas se muestran más críticas acerca de si la presencia de mujeres en política ha aumentado o no, siendo más probables a creer que las cosas no han cambiado. Por último, las feministas ven más machismo en su entorno que las no feministas. Hasta aquí todo parece coherente.
Pero van algunas incongruencias: las muy feministas están más de acuerdo en que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres; también están más de acuerdo en que está bien que los hombres ganen más porque son el principal sustento del hogar; y están más de acuerdo en que las mujeres son las principales responsables del cuidado del hogar. Esas no son el tipo de respuestas que se esperarían de las feministas.
La encuesta también revela que las feministas entrevistadas se consideran más de derecha que de izquierda, y que éstas comparten más la creencia de que “los hombres y las mujeres son diferentes, hay que aceptarlo”, mientras que las no feministas creen más en que se debe procurar la igualdad de género. Y en el tema del aborto no hay diferencias de opinión: las muy feministas y las no feministas se reparten en iguales proporciones en las posturas a favor de la vida y a favor de la mujer a decidir. Lo esperable es que las feministas fuesen más pro-choice.
Todos estos datos revelan incongruencias y sugieren que el activismo feminista tiene una ardua labor por delante en clarificar y articular lo que hoy significa ser feminista. Por lo pronto, casi la mitad de las mujeres entrevistadas en el país se consideran feministas, aunque no todas ellas tengan claros los objetivos del feminismo.