¿Es factible que los mejores resultados económicos que hemos visto en los últimos meses se traduzcan en cambios en la intención de voto en las elecciones estatales que tendrán efecto en junio? Difícilmente.
Ayer le comentamos en este espacio que el horizonte económico de México se ha despejado, particularmente en lo que toca a las amenazas que representa la relación comercial con Estados Unidos.
Hoy el panorama es mucho menos amenazante e incierto que cuando llegó Trump a la Casa Blanca, hace 104 días.
Ese hecho se refleja en las expectativas de los empresarios.
El índice de confianza empresarial que reportan el INEGI y Banxico, correspondiente a abril, fue superior en 10 por ciento al del mes de enero, y se acerca a los valores que tenía antes de la elección del pasado noviembre en EU.
En la Encuesta de Especialistas que realiza mes con mes el Banco de México, el porcentaje de quienes piensan que el clima de los negocios empeorará en los próximos seis meses fue el menor desde el mes de octubre del año pasado, y en contraste, el porcentaje de los que opinan que mejorará, fue el más alto desde ese mismo mes.
Hay mejoría, no sólo en las percepciones sino en los datos duros relativos a la actividad económica, que en el primer trimestre creció más que en los cinco trimestres previos.
Sin embargo, pese a los buenos resultados macroeconómicos y la mejoría de las percepciones, creo que no habrá un impacto sensible en las intenciones de voto en el corto plazo porque los cambios en el ámbito micro son todavía menores como para alterar preferencias políticas.
El crecimiento del empleo formal en el país fue de 4.6% hasta el mes de marzo. Sin embargo, la capacidad de compra de la canasta básica para el salario medio cayó en 3.1%.
El poder adquisitivo de la masa salarial total en términos de canasta básica creció en 1.45% en los últimos doce meses, una cantidad relativamente menor para ser perceptible por parte de los trabajadores.
En la mayor parte del país las encuestas muestran que la población refiere que el problema número uno no es el económico sino el de seguridad.
De hecho, esta percepción aparece también entre los especialistas en economía.
El sondeo que publicó ayer el Banco de México indica que entre los factores que podrían obstaculizar el crecimiento económico aparecen en el número uno los problemas de inseguridad pública, por primera vez desde 2015.
Quizás cambios positivos en materia de inseguridad tendrían más impacto sobre las intenciones de voto que los que estamos viendo en el comportamiento de la economía.
¿Qué partido o partidos son afectados por los temas económicos y la inseguridad?
En general, los más afectados son los partidos en el gobierno, a escala federal cuando hay elecciones nacionales, o estatal cuando cambian los gobiernos locales.
Dice un conocido adagio que toda política es local. Y lo es más en las elecciones estatales.
Al final de cuentas, en las intenciones de voto pesarán más los asuntos que tienen que ver con las problemáticas inmediatas de los ciudadanos que con las grandes tendencias económicas del país.