Con la llegada del mes de diciembre, 585 artesanos de Metepec, municipio situado en el Valle de Toluca, se disponen a la venta más fructífera del año, que es la de nacimientos hechos a mano y en barro, cuyas dimensiones van desde los 12 centímetros hasta los monumentales de dos metros y medio de altura.
De acuerdo con los artesanos metepequenses, Elizabeth Álvarez y Miguel Rodriguez Carrillo, la demanda de nacimientos en barro no solo es local, pues a sus talleres llegan personas de Cancún, Quintana Roo, Mazatlán, Sinaloa, Querétaro, Hidalgo y la Ciudad de México, principalmente para empaquetar sus artesanías y trasladarlas a sus lugares de origen.
La señora Elizabeth Álvarez, indicó que todos los artesanos de Metepec comienzan a recibir pedidos desde el mes de agosto. “Hacemos desde los chiquitos, que son de 12 centímetros, hasta monumentales de dos metros y medio de altura. Son muy demandados, si, a veces no alcanzamos a cubrir todos los pedidos, ahorita nos están encargando, pero ya tenemos ese trabajo por anticipado y la verdad están buscando mucho nacimiento”, contó.
Al decir que cada nacimiento tiene que llevar al menos 11 piezas en barro, representando a la Virgen, a José, el Ángel Gabriel, los tres reyes magos, dos pastores, el toro, la mula y el Niño Dios, la artesana sostuvo que es mucho más laborioso hacer a mano uno en miniatura que uno de 30 centímetros, estos últimos han sido este año los de mayor demanda de la gente.
“Ese trabajo es más caro que uno de 30 centímetros, por lo delicado. Tenemos de 11 piezas o tenemos de seis piezas, se pueden ir armando como el cliente pida, a veces nos dicen, hazme más pastores o hazme más animales, o un puente, el pozo, conforme tenga su presupuesto se arma su nacimiento”, sostuvo la artesana mexiquense.
Del taller de la familia Álvarez se han llevado a la fecha ocho nacimientos en miniatura, pero también han entregado sus piezas únicas en el Mercado de Artesanías de Metepec, donde los intermediarios se los compran en mil 200 pesos y ellos los venden hasta en cinco mil o más, por si el nacimiento va pintado en colores vivos u ocre, que son los tonos que más le atraen al cliente.
“Tenemos varios precios, tenemos un trabajo sencillo y tenemos un trabajo más bonito, por eso tenemos tres precios y el que va súper detallado van desde los mil 200 hasta los cinco mil pesos, en miniatura de 12 centímetros.
También hacemos de 28 centímetros de altura, de 30 centímetros, tenemos de 50, de 80, de un metro con 20 centímetros y de un metro, se le hace como lo pida el cliente, de hecho hacemos de dos metros y medio, es el más que hemos hecho. También elaboramos piezas sueltas, hemos hecho de tres metros, como, de que quiero un rey, de las que se les rompen y solo encargan las piezas sueltas, esto es para espacios muy grandes, este año casi fueron más vendidos los de un metro”, añadió la metepequense.
La materia prima que es el barro proviene de los barrios de San Bartolo y Natividad, ubicados en el mismo Metepec, mientras que, la flor de tule o plumilla se obtiene de las zonas pantanosas que hay en San Pedro Tultepec, en el municipio de Lerma, del municipio de Ixtlahuaca o de humedales situados en Michoacán, indicó el artesano Miguel Rodríguez Carrillo.
Una vez que el barro les llega en camión de volteo a sus talleres, los terrones se echan a la calle para que los automóviles que pasen los hagan tierra suelta, pero en caso de que el artesano no cuente con una calle afuera de su taller, demuelen los terrones con una piedra o rodillo, lo que es más cansado y laborioso.
En el caso de la señora Elizabeth Álvarez, utiliza agua de lluvia para comenzar a hacer la mezcla, pero su vecino Miguel trabaja con agua de llave para ir haciendo la mezcla, ya con la plumilla agregada hasta que ésta tenga una consistencia similar a la de la plastilina.
“Nos traen el barro en terrón, siempre ha sido así, y lo ponemos en la calle y los carros nos ayudan a triturarlo, después hay que cernir (colar) el barro hasta dejarlo en polvo, ya se prepara con agua y con la flor del tule, más conocida como la plumilla. Se prepara, se amasa hasta que quede una consistencia como si fuera plastilina para poder comenzar a trabajar”, explicó el artesano de Metepec.
Una vez que se han elaborado las piezas únicas, el señor Miguel Rodríguez Carrillo mete las figuras de barro a su horno de gas, que mide un metro con 75 centímetros y por lapso de cuatro horas se están en cocción y listas para ser entregadas al cliente.
“Sí nos han comprado unos nacimientos, como cada año, si hay mercado para eso. Somos tres hermanos los que fabricamos ese tipo de artesanía, tenemos más de 20 años trabajando el barro, aquí en el taller entregamos en crudo, hay gente que se dedica a comprarnos y ya lo pintan, lo tratan directamente con el cliente. Para hacer un nacimiento de dimensiones regulares nos llevamos alrededor de tres semanas y para decorar un nacimiento de 30 centímetros nos llevamos como semana y media, más o menos, pero todo es manual”, abundó el maestro en barro.
Pero si el nacimiento es de un metro con 60 centímetros, a los artesanos metepequenses les lleva hacerlo hasta un mes, lo cual "vale la pena", señala el artesano Miguel, quien explica que ese lo venden hasta en 50 mil pesos.
“El más grande, natural, [se vende] como en 45 mil, 50 mil, de 1.60 de altura, se lleva más tiempo, como un mes desde la elaboración, ya decorado alcanzará aproximadamente los 100 mil pesos u 80 mil, más o menos. Los buscan para las iglesias o para cualquier explanada de municipios”, concluyó el artesano.
Informes del ayuntamiento de Metepec, indican que hasta el mes de abril del año pasado, se contaban 400 maestros artesanos y actualmente se contabilizan 585, quienes ya cuentan con una credencial que les beneficia en programas que fortalecen su actividad y sus obras de arte “que son admiradas en el mundo por su calidad y originalidad”.