Viajan miles de kilómetros en avión desde América Latina a Estados Unidos y algunos se van directamente del aeropuerto a centros de vacunación contra el COVID-19. Hay políticos, personalidades de la televisión, ejecutivos y hasta un equipo de fútbol.
Muchos latinoamericanos están alquilando aviones, haciendo reservas en vuelos comerciales, comprando pasajes de autobús y alquilando vehículos para vacunarse a Estados Unidos ante la escasez de vacunas en sus países.
Virginia González y su esposo viajaron desde México a Texas y se fueron directamente en autobús a un centro de vacunaciones. Repitieron el viaje para la segunda dosis. La pareja, de Monterrey, siguió la recomendación de un médico que trataba al esposo de González por un cáncer de próstata. En total cubrieron dos mil 200 kilómetros con los dos viajes.
“Es una cuestión de supervivencia”, dijo González. “En México, el gobierno no compró suficientes vacunas. Parece que no les importa la ciudadanía”.
Con una población de casi 130 millones de personas, México se ha asegurado más vacunas que muchas naciones latinoamericanas. Hasta el lunes contaba con unos 18 millones de dosis de vacunas de Estados Unidos, China, Rusia y la India. La mayoría son aplicadas a personal del campo de la salud, personas de más de 60 años y algunos maestros, que por ahora son los únicos grupos autorizados a ser inmunizados. La mayoría de los países latinoamericanos, con excepción de Chile, enfrentan una situación parecida, si no peor.
Personas que pueden costearse el viaje van a Estados Unidos para no tener que esperar, incluso gente de Paraguay y Argentina, en el extremo sur del continente. Quienes vienen, deben sacar una visa de turista y tener suficiente dinero para pagar por pruebas, pasajes de avión, hoteles, alquileres de auto y otros gastos.
González y su marido se vacunaron en Edinburg, Texas, ciudad distante 254 kilómetros de su casa. Dado que muchos cruces fronterizos están cerrados a los viajes no esenciales, decidieron tomar un vuelo comercial a Houston y de allí seguir en autobús.
Este mes, 19 jugadores del club de fútbol Rayados de Monterrey viajaron a Dallas para vacunarse, según informes de prensa locales. En Perú, Hernando de Soto, un economista que se postula a la presidencia, fue muy criticado tras admitir que había viajado a Estados Unidos para vacunarse.
Personalidades de la televisión publican mensajes sobre sus viajes en las redes sociales, generando condenas de mucha gente que los acusa de presumir de sus privilegios. Juan José Origel, conductor de un programa televisivo mexicano, tuiteó fotos en las que se lo ve recibiendo la vacuna en enero en Miami. La personalidad televisiva argentina Yanina Latorre también viajó a Miami para que su madre anciana fuese vacunada y difundió un video a través de Instagram. Poco después, las autoridades de la Florida empezaron a pedir prueba de residencia a quienes iban a vacunarse.
Pero aproximadamente la mitad de los estados de Estados Unidos, incluidos Texas, Arizona y California, no tienen ese requisito y aceptan cualquier forma de identificación que tenga una foto.
Muchas de las personas que viajan para vacunarse tienen amigos o parientes que viven en Estados Unidos y los pueden ayudar a sacar citas o a conseguir vacunas sobrantes. Algunos tienen casas en Estados Unidos y otros usan direcciones de conocidos. Es común escuchar a estos viajeros decir que tienen entendido que muchos estadounidenses no piensan vacunarse.
Alejandra, una dentista que vive en Monterrey, dijo que decidió vacunarse en Estados Unidos después de que su madre falleció por el COVID-19 en febrero. Se apuntó a través de la internet en una farmacia CVS de Texas usando la dirección de una amiga que vive allí.
El fin de semana pasado viajó en avión a Houston y el lunes fue en auto a Pasadena, Texas, para recibir la segunda vacuna de Moderna. Pidió que no se publicase su nombre completo por temor a represalias tras escuchar versiones de que quienes viajaron a Estados Unidos para vacunarse podrían perder sus visas.
Alejandra dijo que sintió un gran alivio luego de recibir la segunda vacuna y que pensó en su madre.
“¿Qué hubiera pasado si mi mamá hubiera tenido esta oportunidad de venir a los Estados Unidos a vacunarse?”, preguntó.
Sabe que se critica mucho a las personas como ella que se aprovechan de los contribuyentes de Estados Unidos inoculándose allí, pero dijo que trata de protegerse ella misma y a su familia.
“Las mismas farmacias te dicen ‘no importa que no tengas papeles, vacúnate’… porque le están haciendo un bien común a la sociedad”, expresó.
Chris Van Deusen, portavoz del Departamento de Servicios de la Salud de Texas, dijo que las vacunas son “para la gente que vive, trabaja o pasa buena parte de su tiempo en Texas” y que más del 99 por ciento de los vacunados residen en el estado.
Los países ricos acapararon buena parte de las vacunas, incluido Estados Unidos, que ha sido criticado por no hacer más para ayudar a las naciones pobres.
La desigualdad es lo que alimenta el turismo de vacunas, según Ernesto Ortiz, del Global Health Innovation Center de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, que está pendiente de la distribución de vacunas contra el coronavirus en todo el mundo. En Perú, por ejemplo, solo el 2 por ciento de una población de 32 millones de personas ha recibido una dosis.
“No los culpo para nada, están desesperados”, expresó este científico peruano-estadounidense en un email.
Geovanny Vázquez dijo que él y un amigo piensan viajar en avión el 3 de mayo de Guatemala a Dallas, donde otro amigo les ofreció ayudarlos a encontrar vacunas contra el coronavirus.
Quieren inmunizarse para sentirse seguros porque administran edificios que alquilan departamentos a visitantes, según Vázquez.
Dijo que puede pasar hasta 20 días en Estados Unidos para ver si consigue vacunarse. Si no logra hacerlo en Texas, planea ir a otros estados, como Luisiana o Arizona.
Vázquez cree que se recuperaría si llegase a contraer el virus. “Pero también trabajo con gente, y esa es la razón principal por la que quisiera buscar la oportunidad” de vacunarse en Estados Unidos, expresó.