Este reportaje fue creado de forma colaborativa en el Mediatón #VocesEnAlza de Chicas Poderosas, donde 100 mujeres que trabajan en medios provenientes de 17 estados se reunieron en noviembre en Ciudad de México para contar historias sobre el acoso contra las mujeres y niñas. Este mediatón fue posible gracias al apoyo de Google News Initiative, la Embajada de Estados Unidos en México, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Centro Cultural de España en México. Para ver todos los proyectos creados en el Meditan #VocesEnAlza, visita bit.ly/vocesenalza
Kenya Cuevas recuerda el momento de mayor discriminación en su vida. Sucedió en el seno de su familia cuando tenía entre 6 y 8 años. “Yo ya presentaba caminados y movimientos, quería jugar con muñecas, lo que más me marcó fue que mis propios hermanos me discriminaban, me exhibían y me golpeaban”.
Además vivió de exclusión y transfobia en su escuela siendo una niña. “Ese día yo tenía las pestañas enchinadas y me había delineado las cejas con una navaja. Llegué así a la escuela. La prefecta se me quedó viendo y me dijo que así no podía entrar. Y no me dejó entrar, me suspendió 15 días. En ese momento me sentí como un insecto, desde entonces me sacaron y no volví a la escuela”, rememora.
Kenya, como muchas personas trans en México, decidió marcharse de su hogar a los 9 años para vivir el libre desarrollo de su personalidad. De acuerdo con la investigación La situación de acceso a derechos de las personas trans en México: Problemáticas y propuestas, realizada por la Embajada de los Estados Unidos, las personas trans que abandonan el ambiente familiar logran menos niveles educativos y, por lo tanto, menores oportunidades laborales que quienes permanecen con sus familias.
La investigación enfatiza que quienes son rechazadas a edades tempranas, sin oportunidades de educación y salud, se ven expuestas a la violencia del crimen organizado, la trata de personas, el abuso policial y, en ocasiones se vuelven habitantes de las calles.
En el caso del Grupo Transgénero, que encabeza Gabriela Chumacero en Puebla, los casos que se han presentado son familias de bajos recursos, algunas sin posibilidad de hablar español o con la estigmatización de ser señalados por tener un familiar trans. Esto impide el curso de una investigación por parte de la autoridad.
Chumacero advierte que al ser expulsadas de su hogar se ven obligadas a dedicarse al trabajo sexual y, según el estudio de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos “Violencia contra Personas Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersex en América”, la edad promedio en la que inician es a los 22 años, lo cual exacerba su vulnerabilidad ante la violencia.
La falta de apoyo familiar también obliga a las mujeres trans a migrar.
“Se vuelven una población migrante en el país, su desplazamiento debería tener carácter de refugiada porque vienen huyendo de la violencia y no están protegidas por el marco jurídico. Están invisibilizadas”, explicó Brahim Zamora Salazar, coordinador del área de Desarrollo Institucional del Observatorio Ciudadano de Derechos Sexuales y Reproductivos (Odesyr) en Puebla.
A inicios de diciembre, la organización San Aelredo A.C., en Coahuila, anunció la creación de la Red Nacional de Apoyo a Migrantes y Refugiados de la comunidad LGBTTTIQ, con miras a crear políticas públicas para el tránsito y la estancia digna en el país de estas mujeres.
El activista Noé Ruiz Malacara informó que la Red está integrada por organizaciones en defensa de los derechos de la población LGBTTTIQ en 20 estados de la República, pero los trabajos apenas comienzan.
EL DOLOROSO CAMINO A LA IDENTIDAD
Los asesinatos de estas mujeres son la culminación de una serie de violencias sufridas a lo largo de su vida. La activista e integrante de la colectiva Queretrans, Ilsa Aguilar, explica que no podemos entender el transfeminicidio si no entendemos cómo se estructura la violencia que atraviesa toda la trayectoria de vida de las mujeres trans.
Para evitar ser víctimas de estas violencias, las mujeres trans han adoptado ciertas estrategias de autocuidado, pues buscan no incomodar, no caer en la provocación, lo cual, en muchas ocasiones las lleva a borrar sus historias: el transborrado.
“Nos da vergüenza, nos es tan complicado decir que hicimos una transición o incluso nombrarnos como mujeres trans. Decimos que somos mujeres heterosexuales y buscamos que no se nos note. Es un discurso que ya está bastante instalado. Tienes que hacer ciertos cambios que te ayudarán a resolver tu vida, como si se tratara de una situación individual, y lo que tenemos que hacer ver es que esto no es solo una situación de carácter individual, es una situación social que requiere de espacios, de visibilizar estas realidades: las violencias”, explica la activista.
(ILUSTRACIÓN: Melissa Pinto)
Aguilar Sostiene que la lucha por la visibilización de las violencias que sufre la población trans no es nuevo o algo que esté de moda.
“No es que antes no hubiese personas trans, sino que hay un borrado de muchos años que nos hacen ver como si ahora el tema fuera nuevo o moda y como si acabáramos de aparecer”.
Brahim Zamora de Odesyr considera que las muertes de las mujeres trans están marcadas por la falta de acceso a intervenciones quirúrgicas. La mayoría de las mujeres buscan ser lo más parecido al estereotipo femenino para no ser discriminadas aún más.
Muchas de ellas usan aceite de motor de avión para ensanchar las caderas, que en consecuencia ocasiona infecciones y pone en riesgo su vida. Ilsa lo confirma y menciona que la ausencia de médicos las orilla a recurrir a la clandestinidad para iniciar tratamientos hormonales o inyectarse aceite.
TRANSGRESORAS DEL GÉNERO
La exigencia y empuje de las diferentes colectivas que hay a nivel nacional para lograr el reconocimiento legal de la identidad de género ha sido reiterada, pero solo efectiva en algunos estados; en otros, las iniciativas terminan olvidadas por cada administración que pasa.
La Ciudad de México logró el reconocimiento en noviembre de 2014 y solo Michoacán, Nayarit y Coahuila se han sumado a la aprobación de una legislación en la materia.
Coahuila, por ejemplo, logró tener una Ley de Identidad de Género gracias a la propuesta presentada por la Comunidad San Aelredo A.C. en 2017 y aprobada en 2018. Noé Ruiz Malacara, representante de la organización, comenta que notaron la necesidad de que las mujeres trans trabajadoras sexuales obtuvieran su identidad jurídica para acceder a programas de gobierno, educación, trabajo y servicios de salud.
Ahora que la ley está vigente, Ruiz comenta que muchas de ellas lograron hacer su cambio de identidad; algunas dejaron el trabajo sexual, otras continuaron con este y otras regresaron a estudiar.
(ILUSTRACIÓN: Melissa Pinto)
El caso de Puebla es distinto, pues desde hace 10 años, la activista trans Gabriela Chumacero, junto con sus compañeras de Grupo Transgénero, luchan para que esta legislación sea aprobada. La propuesta plantea una reforma al Código Civil para permitir el cambio de identidad.
En Querétaro, la situación también es complicada, aunque las organizaciones presentaron la iniciativa para el cambio de identidad desde hace un año, Walter López González, vocero del Frente Queretano por el Derecho a la No discriminación y al Estado Laico, explicó que no ha sido aprobada porque va contra la ideología del partido en turno.
Situación que también sucede en Puebla, según afirma Brahim Zamora, de Odesyr, quien añade que “la toma de decisiones se piensa en términos del costo electoral”.
El paso al reconocimiento de su identidad tiene dos aspectos esenciales, concuerdan las especialistas; por un lado, les permite el acceso a los servicios públicos y a los protocolos de atención en diversas áreas (salud, justicia, ciudadanía) y, por otro, el libre desarrollo de su personalidad.
Con una identidad plena, ellas pueden identificarse como parte de la sociedad; no obstante las autoridades no han incorporado a las poblaciones trans en el acceso a la vivienda, la salud, la educación y a una vida digna.
Lamentablemente solo se ha avanzado en estos derechos de manera parcial. La directora del Centro de Apoyo de las Identidades de Trans, Rocío Suárez, enfatiza que el tema de identidad de género se ha pensado que es un derecho que abre todos los demás; sin embargo “el acta por sí misma no resarce los derechos fundamentales”.
Este reportaje fue elaborado con la mentoría y edición de Andalusia Knoll Soloff.