Si eres amante de la astronomía, el próximo lunes 8 de abril no te puedes perder uno de los eventos más esperados de este 2024: el eclipse total de sol, que será visible en México, Estados Unidos y Canadá y, en conjunto con su etapa total y parcial, tendrá una duración de 2 horas y 41 minutos, de acuerdo con el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Se trata de un fenómeno que, en algunas zonas del país como Mazatlán, en Sinaloa, se podrá apreciar en un 100%, por lo que por un lapso no mayor a 5 minutos el cielo se oscurecerá a plena luz del día.
Para muchas personas se trata de un evento que no se quieren perder, incluso algunos ya se preparan para ver este fenómeno astronómico: algunos ya tienen planeado viajar a Sinaloa o se han comprado lentes especiales para poder observarlo sin afectar su vista pero... ¿alguien ha pensado en los animalitos?
Bueno, a diferencia de los humanos, el eclipse solar los 'agarrará' desprevenidos y aunque algunos expertos sugieren que ellos no tienen la misma curiosidad astronómica que nosotros, no están exentos de que les haga 'extraño' que el cielo se oscurezca de la nada, por lo que es mejor prevenir que intenten ver el sol en pleno evento.
Para ello, te damos algunos tips que podrían reducir los riesgos de que tu mascota quiera ver directo al sol (un comportamiento que no es común en ellos, pues les lastima el brillo del astro):
Sobre esta última medida, ten en cuenta que su comportamiento podría verse modificado. De acuerdo con Ron Fernández, neuroetólogo de la UNAM, sabemos muy poco sobre el comportamiento de la fauna durante los eclipses solares, esto por ser eventos que duran apenas un par de minutos y no se repiten en el mismo sitio sino hasta siglos después (375 años en promedio, según la NASA). “Ello nos impide replicar la experiencia en condiciones semejantes, con los mismos animales o en el mismo lugar”, indica.
De acuerdo con el experto, es un hecho que su conducta cambia, como que las luciérnagas refulgen a mediodía, los perros ladran sin concierto, los búhos ululan, los grillos cantan sin ser de noche o, como algunos paseantes poco afortunados han notado, los mosquitos se levantan de entre la hierba y pican con frenesí, por citar algunos ejemplos.
Esto pasa porque los organismos han evolucionado para adaptarse al eterno vaivén entre el día y la noche y han desarrollado una suerte de reloj interno que, cual metrónomo, marca sus ritmos biológicos en periodos de 24 horas, comenta.
“A esto se le llama ciclo 'circadiano' y tiende a mantenerse inalterable; sin embargo, si pasa algo extraordinario como el cambio abrupto de luz a oscuridad que viene aparejado con los eclipses, veremos que algunas criaturas nocturnas se activarán, otras de hábitos diurnos se aletargarán y especies que usan al Sol como brújula se desorientarán y perderán rumbo”.