Nissan, el segundo mayor fabricante de vehículos en México después de General Motors, está evaluando trasladar parte de su producción destinada a Estados Unidos a otro país, tras la amenaza del presidente Donald Trump de imponer un arancel del 25% a las exportaciones mexicanas a partir de marzo.
En 2024, Nissan produjo 669 mil 941 unidades en México, de las cuales cerca de 320 mil fueron enviadas a territorio estadounidense, principalmente de los modelos Sentra, Versa, Kicks, Frontier y los Infiniti QX50 y QX55.
“Si se imponen aranceles altos, tendremos que estar listos y quizá podemos trasladar la producción de estos modelos a otro lugar”, declaró Makoto Uchida, CEO global de Nissan, quien también confirmó la ruptura de negociaciones con Honda para una fusión que habría creado al tercer mayor fabricante de autos del mundo.
Uchida advirtió que un arancel de este calibre tendría graves implicaciones para el negocio, más aún cuando la automotriz reportó una caída de 98.4% en su beneficio neto entre abril y diciembre de 2024, anticipando pérdidas al cierre del ejercicio fiscal.
Mientras tanto, Nissan Mexicana sostuvo que “a nivel global, Nissan está tomando medidas para garantizar que nuestra producción se alinea y satisface las necesidades del mercado y los clientes, al tiempo que se fortalece la oferta de valor de nuestro portafolio”, reiterando que no tienen información adicional sobre mover su manufactura fuera de México. Además, enfatizaron su compromiso con la producción en Aguascalientes, donde en septiembre pasado presentaron el modelo Kicks 2025, fabricado totalmente en dicha planta para exportar a más de 70 países.
La automotriz japonesa anunció recientemente el cierre de tres plantas, incluida una en Tailandia, y ajustes en los turnos de sus fábricas en Smyrna, Tennessee, y Canton, Mississippi. No obstante, Alberto Bustamante, director adjunto de la Agencia Nacional de Proveedores del Sector Automotriz, consideró poco viable que Nissan traslade su producción mexicana a Asia o Europa del Este, ya que perdería los beneficios del T-MEC y enfrentaría costos adicionales por el arancel global de 2.5% y el 25% de Trump, además de mayores gastos logísticos. “Probablemente podría trasladar la producción de nuevos modelos a sus plantas en EU, pero no movería la de los vehículos ya fabricados en territorio mexicano”, concluyó Bustamante.