La Fiscalía de Jalisco investiga la muerte de Gabriel Alejandro G., vinculado por homicidio en grado de tentativa y por feminicidio en agravio de dos mujeres, en hechos ocurridos en las instalaciones de la Universidad UTEG, en su campus ubicado en la avenida Marcelino García Barragán y Calzada Olímpica, así como en un motel de la Colonia Moderna, en Guadalajara.
Gabriel se encontraba en el área de lavanderías del Reclusorio Metropolitano y cayó de una altura de seis metros cuando tendía su ropa. Resultó con traumatismo craneoencefálico, por lo que fue trasladado en una ambulancia al Hospital Civil. Sus padres estuvieron presentes en el nosocomio en el momento en que fue declarada su muerte, después de sufrir seis paros cardiacos.
Gabriel Alejandro enfrentaba el proceso judicial por su presunta implicación en la muerte de la mujer, quien fue hallada con múltiples heridas de arma blanca en la habitación del mencionado motel, y también es considerado responsable de la muerte de una empleada de la casa de estudios y se le juzgaba por tentativa de homicidio por el ataque a un empleado, a quienes agredió con un hacha. Dicha arma la mostró en mensajes y fotos en sus redes sociales anunciado sus intenciones violentas.
Los hechos ocurrieron hace cinco meses, tiempo que llevaba en reclusión por disposición del juez 14 Control y Oralidad, Gustavo Flores Pulido, que le decretó un año como medida cautelar, mientras continúan las investigaciones y se desarrolla el proceso judicial.
La fiscalía ha aportado testimonios que describen al detenido como "perturbado" durante su captura, además de revelar detalles sobre su participación en un grupo de WhatsApp donde se discutían temas relacionados con crímenes.
El joven estaba en aislamiento de la población penitenciaria para evitar que fuera agredido, o que él pudiese arremeter contra a otros internos, confirmó en una entrevista, de Prevención y Reinserción Social, José Antonio Pérez Juárez.
“Era una persona en las condiciones psiquiátricas, de salud mental, que hacían que él también pudiera agredir, entrar en un estado de desesperación, de ansiedad", dijo.
También, dijo, se le suministraba medicamento controlado como ansiolíticos; cabe señalar que durante sus primeras audiencias se mostró un peritaje psicológico que refería un nulo remordimiento por los asesinatos que cometió.