“Amigos, amigas.
Estamos reunidos hoy en este histórico Teatro de la República para rendir homenaje a los Constituyentes de 1917, quienes aprobaron en esta ciudad de Querétaro, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la más avanzada en su tiempo, por reconocer los derechos individuales y sociales del pueblo de México y cuyos principios siguen vigentes.
México es un país maravilloso, con un pueblo extraordinario. Somos una gran nación.
En nuestro territorio crecieron culturas originarias que construyeron pirámides monumentales, que entendieron los astros, la vida y la muerte como parte de un cambio constante, que nos dieron y siguen dando lenguas únicas y conocimientos ancestrales que enriquecen nuestra vida y nuestra alma solidaria.
México, como ningún otro país, es grandioso por sus héroes y heroínas, que fueron labrando con devoción, por su patria: la independencia, la justicia, la libertad, la democracia y la fraternidad eterna.
México es grandioso por su pueblo: honesto, trabajador, que está hoy más empoderado que nunca.
México es imponente, por nuestros hermanos y hermanas que viven del otro lado de la frontera, y que añoramos y reconocemos como nadie, porque nos une, más allá de nuestro vínculo sanguíneo, el amor a nuestra bandera.
¡Que vivan las y los migrantes!
“Soy mexicano, soy mexicana”, es el sentimiento de orgullo que nos levanta y nos anima todos los días.
Hoy más que nunca, en estos tiempos interesantes que nos ha tocado vivir, en estos tiempos de transformación y nuevos retos, tenemos que rescatar las lecciones de nuestra historia y potenciar lo mejor de nuestro pueblo para seguir caminando erguidos con nuestra querida patria.
Hay que recordar que el 5 de febrero, hoy, este día, marca históricamente la promulgación de las dos principales Constituciones Políticas de México: la de 1857 y la de 1917.
Sin embargo, es pertinente decir, tener presente, que fue José María Morelos y Pavón el humanista, el visionario, el valiente, el que hizo posible que se diera la primera Constitución, la de la América Mexicana, la Constitución de Apatzingán que, aunque nunca entró en vigor, fue un proyecto de nación que guío a muchas generaciones de mexicanos en la defensa de la independencia y la soberanía.
Un puñado de Constituyentes en 1814, 19 para ser exactos, que es posible que nunca hayan estado juntos pues vivían “a salto de mata” perseguidos por el Ejército Realista, lograron redactar 242 artículos perfectamente ordenados.
Aquella obra, que ya establecía la igualdad de derechos para todos, tuvo sus antecedentes de los Sentimientos de la Nación y contenía también “el grito” de Miguel Hidalgo y Costilla no solo por la Independencia, sino por la abolición de la esclavitud. Es decir, desde la Independencia no solamente nos ha marcado la lucha por un país soberano, sino la lucha por un país con justicia.
No olvidemos que nuestros padres y madres de la nación, desde el primer momento, dieron su vida frente a la Corona española por la independencia de México, pero por la justicia, JUSTICIA con mayúsculas.
La esperanza por la justicia social y los derechos humanos han marcado a nuestra hermosa nación desde su nacimiento.
Once años de guerra de Independencia y después de unos años del imperio de Iturbide, el pueblo de México y sus dirigentes populares se negaron a aceptar una monarquía y conciliaron la primera Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, la de 1824 que, si bien establecía la República y defendía los cimientos de la democracia, dejó de lado los grandes aportes de justicia social de los bellísimos Sentimientos de la Nación de Morelos.
Después de diversos cambios constitucionales, todas las presidencias de Santa Anna y de la despiadada invasión de Estados Unidos que nos quitó la mitad del territorio, llegaron los heroicos y brillantes liberales mexicanos.
En 1857, al triunfo de la Revolución de Ayutla y después de un año de discusiones, un año de discusiones, nació la redacción de una nueva y avanzada Carta Magna: la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, que estableció: las garantías individuales; mantuvo la proscripción de la esclavitud; garantizó la libertad de expresión, de enseñanza y trabajo; los derechos de reunión y asociación, de petición y de libre tránsito; la prohibición de castigos corporales; y la separación entre la Iglesia y el Estado que dio paso a la enseñanza laica, la libertad de cultos y el matrimonio civil; la eliminación de fueros, los monopolios y los títulos mobiliarios; la autonomía de los municipios; así como la facultad de los estados de elegir a sus autoridades y de redactar sus propias leyes.
Pero algo especialmente excepcional, que viene de los Sentimientos de la Nación y que fue plasmada en la Constitución de 1857, es el artículo 39 de la Constitución, que mantiene hasta nuestros días que la soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de este. El pueblo tiene en todo momento el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
México vivió la intervención francesa y con ella, el segundo imperio traído por los conservadores mexicanos. Pero la valentía y firmeza de la generación de la Reforma, liderada por el gran Benemérito de las Américas, Benito Juárez García, acompañado de poetas y escritores convertidos en Generales como: Melchor Ocampo, Guillermo Prieto, Payno, Ignacio Ramírez, Zarco, entre otros, llevaron al pueblo de México a lograr la segunda independencia.
Llegó el largo periodo del porfirismo, caracterizado por la entrega de bienes al extranjero, la codicia, la represión brutal, el aniquilamiento y la profunda división social, pobreza y antidemocracia; que después de 34 largos años fue derrocada por una revolución, encabezada originalmente por Madero, quien ganó la Presidencia en 1911, para ser derrocado y asesinado junto con el vicepresidente Pino Suárez con un Golpe de Estado del traidor Victoriano Huerta.
La Revolución Mexicana, con la exigencia de democracia y justicia social y soberanía, logró el inicio de su pacificación con la llegada del Ejército Constitucionalista a la capital.
En 62 días se redactó la nueva Constitución, la primera en el mundo en reconocer los derechos sociales. Una vez más, México a la vanguardia.
Conjuntó y armonizó las demandas de los distintos actores y sectores de la vida nacional, del campo, de la ciudad, del trabajo, de la empresa privada.
Propuso construir un pacto social que marcó el camino del desarrollo nacional en beneficio del pueblo.
El artículo 1o. consagró los derechos y las libertades individuales.
El artículo 3o. garantizó el derecho de los mexicanos a la educación pública, universal, científica, laica y gratuita. Este derecho, permitió construir un sistema educativo de cobertura nacional a cargo del Estado.
El artículo 27 instauró la propiedad originaria de la nación sobre las tierras, aguas y recursos naturales. Además, permitió el reparto agrario, reconoció la propiedad comunal y estableció el ejido.
El artículo 123 instituyó los derechos laborales inalienables, la jornada de ocho horas, el salario mínimo, el derecho de huelga y la seguridad social.
Años pasaron, hasta que llegó 1982 e inició la larga noche neoliberal. La visión social y nacionalista de la Constitución cambió con cerca de 500 reformas:
Se privatizaron bienes públicos y recursos naturales, se subordinó el desarrollo del país a intereses externos, se desmanteló gran parte del Estado de bienestar, se debilitaron las conquistas sociales y se empobreció a la mayoría de los mexicanos; al tiempo que se abandonó la planta productiva nacional y privó la antidemocracia cargada de fraudes electorales.
Y fue instaurándose un neoporfirismo con un régimen de corrupción y privilegios.
Por fortuna, y por lo que significa en la historia, no se atrevieron a cambiar el artículo 39 de la Constitución.
En 2018, el pueblo tomó una decisión: iniciar un nuevo rumbo, un nuevo camino, construido con base en la verdadera democracia, la justicia social y la libertad. Con la llegada del Presidente Andrés Manuel López Obrador inició la Cuarta Transformación de la República.
Hace justamente un año, hace un año, el entonces Presidente envió al Congreso diversas iniciativas de reformas constitucionales para recuperar y ampliar el sentido social y nacionalista de la Constitución de 1917.
El 2 de junio de 2024 el pueblo de México no tuvo dudas y mayoritariamente dijo: “Que siga la Transformación y que llegue la primera mujer Presidenta”. Y si lo pensamos profundamente, también eligió a un nuevo Congreso Constituyente.
Quizá una de las más importantes y profundas reformas que se enviaron, y que hoy es parte de la Constitución que todos honramos en respetar, es la reforma al Poder Judicial.
Con base en el artículo 39, que establece que todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste, el pueblo decidió que las y los jueces, magistrados y ministros sean electos por el pueblo de México.
Así que este 1o. de junio habrá elección en nuestro país.
Otras reformas de gran calado es hacer derechos los Programas de Bienestar, garantizar que el salario no disminuya en términos reales, la recuperación del ferrocarril y de las empresas públicas de energía, la recuperación y el rescate de Pemex y CFE como empresas públicas.
Una mayor, más grande y más justa: el reconocimiento de todos los derechos para los pueblos originarios y afromexicanos de México.
Cuando llegamos agregamos una nueva reforma, también profunda: la llegada de las mujeres a la Constitución de la República.
Hoy, 5 de febrero, no puedo dejar pasar la fecha, así que estoy enviando al Congreso de la Unión dos nuevas reformas constitucionales:
La primera. En honor a la Constitución de 1917, la no reelección a ningún puesto de elección popular. ¡Sufragio efectivo, no reelección!
La segunda. La prohibición expresa de que ningún familiar pueda suceder de manera inmediata a otro tratándose de un puesto de elección popular, es decir, no al nepotismo.
Nuestra lucha por la democracia y contra cualquier forma de corrupción son un asunto de principios.
Amigas y amigos:
Una de nuestras fortalezas es que somos un pueblo milenario que se nutre de la historia.
Nuestra cultura y nuestra identidad tienen sus profundas raíces en las transformaciones de nuestra República. A lo largo de generaciones hemos construido y luchado por este hermoso país y lo seguiremos haciendo.
No hay marcha atrás, el presente y el futuro son del pueblo y con ello, se fortalece la patria.
Todo por el pueblo, todo con el pueblo. Nuestra razón de ser: servir al pueblo.
La Constitución es nuestro escudo para defender a la nación. Por eso, en estos tiempos, en los que aparecen amenazas a nuestra soberanía nacional, en los que el espíritu intervencionista asoma a las puertas de nuestra patria, es momento de recordar la historia y nuestra grandeza.
México, México es un país libre, soberano, independiente.
¡No somos colonia de nadie, ni protectorado de nadie!
Podrán amenazarnos con cometer cualquier atropello, pero jamás permitiremos que violen nuestra soberanía y pisoteen la dignidad de nuestro pueblo y de nuestra patria.
Cooperación, sí; subordinación, no.
Colaboración, sí; sometimiento, no.
Nada de injerencismo, ni intervencionismo, tampoco de racismos, ni de clasismos.
Sí a la defensa de nuestra Constitución.
Sí a la defensa de nuestras libertades.
Sí a la defensa de la democracia.
¡Sí a la defensa de la patria!
En este 108 aniversario de nuestra Constitución queremos declarar, y que se oiga fuerte y lejos: Que cualquier intención de afectar nuestro derecho de ser un pueblo libre, un país independiente, una tierra soberana, se topará con un pueblo valiente que sabe luchar para defender sus derechos y a su patria.
Estamos unidos, estamos listos para encarar el futuro que nos depare el destino.
En estos tiempos que nos ponen a prueba como nación y como pueblo, queremos recordar la promulgación de nuestra Constitución y la herencia de nuestros ancestros para dar lo mejor de nosotros en la defensa de México y siempre cerca del pueblo.
Somos una nación libre, independiente y soberana.
México tiene un pueblo valeroso que sabe estar siempre a la altura de los retos que nos ha impuesto la historia y el porvenir.
México es una gran nación.
México y su pueblo siempre estarán listos para defender a la patria.
¡Que vivan nuestros hermanos migrantes!
¡Que viva la soberanía!
¡Que viva la Constitución!
¡Que viva México libre y soberano!
¡Que viva México!
¡Que viva México!
¡Que viva México!