El general sostiene que jamás ha obtenido alguna ganancia por actividades ilícitas
Salvador Cienfuegos, exsecretario de la Defensa Nacional, dijo que los mensajes con los que el gobierno de Estados Unidos busca implicarlo en el narcotráfico son calumnias y tienen afirmaciones fantasiosas y ridículas, que rayan en la estupidez.
En su declaración rendida el 9 de enero ante la Fiscalía General de la República (FGR), Cienfuegos puso como ejemplo un mensaje que revela una “burda maniobra” para que se le entregaran 10 millones de pesos.
“El motivo que expresa raya en la estupidez, como el hecho de que se vaya a llevar a cabo un golpe de Estado para deponer al Presidente de la República, e incluso hace mención a un levantamiento en armas y hasta una revolución”.
Señaló que esa aseveración es ridícula, “pero más ridículo es que los especialistas (de la DEA) hayan dado crédito a que efectivamente tales mensajes habrían sido míos”, señaló.
Una investigación de la DEA señala que Cienfuegos, como titular del Ejército Mexicano, dio protección a un grupo ligado al Cártel Beltrán Leyva, radicado en Nayarit y liderado por Juan Francisco Patrón Sánchez, alias el H2.
Con base en esa acusación, Cienfuegos, al que se le identificó como el Padrino o Zepeda, fue detenido en octubre en Los Ángeles, California, pero el 18 de noviembre fue repatriado a México, luego de que el Departamento de Justicia de Estados Unidos se desistió de la acusación.
Ambos países acordaron que la investigación contra Cienfuegos continuaría en México con base en las pruebas recabadas por la DEA: 743 hojas con la transcripción de mensajes telefónicos entre criminales.
Entre ellas están las comunicaciones entre el H2 y su sobrino Daniel Isaac Silva Garate, el H9, que hablan de supuestas conversaciones, encuentros y sobornos a Cienfuegos y los generales Javier Cruz Rivas y Daniel Méndez Bazán.
Al comparecer dentro de la investigación que México inició en su contra, el general Cienfuegos estimó que la información contenida en la carpeta “es incongruente, insuficiente, imprecisa e incomprensible”.
Dijo que quienes tuvieron la responsabilidad de ordenar la información y presentarla ante un juez como “argumentos sólidos”, al final no lo hicieron, ya sea por falta de evidencia o de capacidad.
Señaló que la FGR pidió a su contraparte la información que tiene para sustentar la imputación, pero esta no se entregó, lo que evidencia una carencia de pruebas que den solidez a las imputaciones, “por el simple hecho de su no existencia”.
El general consideró que las acusaciones van más allá de su propia persona y la de su familia: “Van contra las instituciones armadas del país y contra el Estado mexicano”.
Añadió que nunca ha recibido un sólo centavo proveniente de ningún tipo de actividad ilícita, que nadie le ha ofrecido sobornos o dádivas y que no tiene otras remuneraciones más que las que la nación le otorga.
Abundó que como titular de la Sedena no era su función ni responsabilidad la conducción, planeación y operación de combate al narcotráfico, sino simplemente dictar las directrices sexenales por lo que es imposible que haya ordenado acciones a favor de cierto grupo criminal.
Finalmente, consideró que de los mensajes interceptados por la DEA se advierte que uno de los delincuentes estaba engañando a su jefe para obtener cantidades millonarias, con información falsa.