La economía mexicana tuvo un primer semestre mejor a lo anticipado y logró un crecimiento de 3.6% anual, impulsado por los servicios y el comercio, de acuerdo con la estimación oportuna del INEGI.
Este avance sería el más elevado para un periodo similar desde 2012, sin incluir el rebote del 2021 que fue de 8.4%.
Por sector, el Producto Interno Bruto (PIB) de las actividades terciarias, que incluye a los servicios y el comercio, son los que reflejan un mayor dinamismo, con un crecimiento de 4.1% anual en el semestre, en las cifras ajustadas por estacionalidad, su mejor dato desde 2015, de igual forma al dejar a un lado el efecto rebote del 2021.
Por su parte, el PIB de las actividades secundarias, o industriales, avanzó 2.5%, y el de las primarias, referente al sector agropecuario, cuyo comportamiento es más volátil, se expandió 2.7%.
En general “fue una buena primera mitad del año a pesar de una serie de obstáculos”, indicó Andres Abadia, economista en jefe para Latinoamérica de Pantheon Macroeconomics.
“Las entradas de remesas, las sólidas condiciones del mercado laboral y la caída gradual de la inflación respaldaron el crecimiento. El repunte del tipo de cambio y el aumento de la inversión pública y privada, respaldados por la ola de nearshoring, entre otros factores, también han ayudado”, dijo.
La economista principal de Finamex, Montserrat Aldave, destacó la “fortaleza de la actividad económica en toda la primera mitad del año, liderada por el sector de los servicios y el comercio”, pero advirtió que una eventual desaceleración en el consumo se reflejará en los servicios.
“El sector de los servicios es donde radica la fortaleza de la demanda interna, mientras que la industria está más ligada a la demanda externa… Si la economía de Estados Unidos sigue reportando buenas cifras, la parte industrial va a estar bien”, dijo a El Financiero Bloomberg.
Sobre el sector secundario, el director de riesgo soberano de Fitch Ratings, Carlos Morales, sostuvo que la fuerte demanda externa se ha traducido en sólidas exportaciones manufactureras y aunque la inversión se ve obstaculizada por un débil crecimiento en la construcción, se observa un mayor dinamismo en maquinaria y equipo.
Se asoma desaceleración
El panorama en esta segunda mitad del año luce retador, principalmente por el efecto de las altas tasas de interés tanto al interior del país como en la economía estadounidense.
Tan solo en el segundo trimestre del año, el crecimiento anual del PIB fue de 3.6%anual, su avance más moderado desde el segundo trimestre de hace un año y hacia delante Banco Base prevé una expansión con menor fuerza: de 2.6 y 2.3% para el tercer y cuarto trimestre del año, respectivamente.
Entre los factores de riesgo que prevé Base en la parte interna destaca la incertidumbre por políticas económicas y la inflación; mientras que al exterior preocupa un enfriamiento en las remesas o la recesión en Estados Unidos, un escenario que ha disminuido para este año.
El subdirector de análisis económico de CI Banco, James Salazar, dijo que la desventaja de los datos es que el crecimiento viene del lado del consumo, lo cual no genera avance más allá de la coyuntura.
“Lo ideal sería que el crecimiento (económico) fuera por inversión que genere mayores perspectivas en el mediano plazo. El consumo, en determinado momento por las altas tasas de interés e inflación se pueden tumbar”, dijo Salazar a El Financiero.
Crecimiento mayor al 3%
Si bien se estima esta ralentización, el buen dinamismo de enero a junio parecen ser suficiente para que el PIB crezca poco más de 3.0%, que se acerca al ‘escenario optimista’ de Banco Base, dijo la directora de análisis económico, Gabriela Siller.
“Al inicio del año teníamos tres escenarios donde decíamos, el optimista es un crecimiento de 3.5%, pues se está acercando a ese escenario; en el central traíamos 2.0% y ahora creemos que será de 3.0% y no descartaría que sea un poco más alto, 3.1 o 3.2%”, dijo Siller en conferencia.