La tradición popular sostiene que la “Santa túnica”, la que vestía Jesucristo cuando ascendió el Calvario hasta el lugar de su crucifixión, se guarda en la basílica de Argenteuil, a las afueras de París, que de forma excepcional, con motivo del Jubileo, la expuso a los fieles en una ceremonia de Semana Santa.
Hasta el 11 de mayo próximo se espera que 400 mil fieles acudan a venerar una reliquia de la que el Vaticano mantiene reservas sobre su autenticidad, sobre todo tras el estudio con carbono 14 que la dató entre los siglos VI y VII.
Pero eso no parece que vaya a ser obstáculo para que esa tela de lana con manchas de sangre que los fieles atribuyen a Cristo, fielmente custodiada en la iglesia del norte de París, vaya a atraer a fieles y curiosos durante tres semanas.
Apenas visible al público, la prenda es objeto de una ceremonia cada medio siglo, la última vez hace ocho años, pero va a romper ese ciclo de forma excepcional para celebrar el Jubileo de la Iglesia católica.
“Nuestro trabajo ahora es permitir el encuentro entre este signo del amor de Dios y todos los que quieran venir a verlo”, afirmó a medios locales el rector de la basílica, Guy-Emmanuel Cariot.
La afluencia esperada ha llevado a las autoridades a levantar un perímetro de seguridad y a prever un dispositivo especial de 200 agentes.
Prenda puede ayudar a “difundir un mensaje de paz y concordia”.
A lo largo de las próximas semanas, con motivo de este evento excepcional, se organizarán misas y procesiones.
Cariot defendió la reliquia por la capacidad que puede tener para “difundir un mensaje de paz y concordia”, que puede llegar a católicos fervientes pero también a curiosos que se acerquen de forma escéptica a comprobar su veracidad.
“Todos serán bienvenidos, cada uno tendrá la experiencia que deba tener según la gracia de Dios”, apunta el clérigo, que considera que su iniciativa no pretende “manipular” a nadie.
“Facilitamos el encuentro entre el peregrino y la gracia de la pasión que acarrea un hábito tocado con la sangre de Cristo. Lo que pase en el corazón de cada uno, entra en el orden de lo secreto”, agrega.
La ceremonia de este Viernes Santo contó con la presencia de dos decenas de obispos y cinco cardinales, entre ellos el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, según comunicó la Iglesia francesa.