Porque ya existe un muro que divide a las familias de México y EU
A 10 kilómetros del lugar donde el papa Francisco ofició una misa binacional en febrero pasado en Ciudad Juárez, se construye un muro de dos kilómetros de largo y cinco metros de alto en la frontera con Nuevo México y El Paso, Texas.
En febrero de 2017, cuando se cumpla un año de la ceremonia que encabezó el Papa, estarán terminando los trabajos para sustituir la malla ciclónica por un muro de metal cobrizo, en este tramo que divide Anapra, del lado mexicano, y Sunland Park, del lado estadounidense.
Antes de las amenazas de Donald Trump, de construir un muro en la frontera, que México “tendrá que pagar”, este punto fronterizo está por concluir el levantamiento de esta pared que, en los hechos, ya está afectando a la comunidad, pues esta zona fronteriza dejará de ser punto de reunión para las familias.
En el lugar se han hechos misas binacionales por 17 años. “Eran siempre de saludar, de estarnos viendo cara a cara, pero ahora no, ahora queda la malla igual, queda la laminita igual, luego queda un metro, luego está el muro ya de metal, de una altura considerable”, dijo el padre Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante de Ciudad Juárez.
Anapra es una zona marginada en la periferia de Ciudad Juárez por donde cruzan los migrantes. En 1986 fue colocada una malla ciclónica en este tramo de los más de 3 mil 152 kilómetros de frontera común.
Desde 1990, Estados Unidos ha ido reforzando la seguridad fronteriza con la colocación de muros y vallas en más de mil 50 kilómetros.
Sin embargo, Ramiro Cordero, portavoz de la Patrulla Fronteriza de El Paso, aseguró “antes teníamos malla ciclónica, que está puesta ahí desde mediados de los 80 y mediados de los 90, esa malla se estaba deteriorando, porque cuando fluye el agua, fluye de sur a norte, entonces empezó a tumbarnos la estructura esa, por eso la tuvimos que reemplazar”, dijo.
A los vecinos de Anapra, que viven en casas de lámina frente al muro, les preocupa que la enorme estructura de metal impida la entrega de la ayuda que reciben de las organizaciones de El Paso, como juguetes, ropa y víveres.
“Me dicen que así se puede, pero yo digo que no. A veces vienen apurados y no me la van a poder dar, entonces tienen que brincarla, y las bolsas se rompen”, dijo María del Refugio, que tiene 12 años viviendo en Anapra y desde hace dos sobrevive gracias a este apoyo.
En tanto, expertos advierten que el muro orillará a los migrantes a buscar otras rutas que representen mayores riesgos.