Guerra entre Rusia y Ucrania: un año de crisis mundial

Ha redibujado las relaciones entre los países y golpeó con fuerza la economía mundial
Ha redibujado las relaciones entre los países y golpeó con fuerza la economía mundial
Guerra Rusia-Ucrania.Ha redibujado las relaciones entre los países y golpeó con fuerza la economía mundial
Especial
Nación321
2023-02-22 |22:07 Hrs.Actualización22:07 Hrs.

El 24 de febrero de 2022 Rusia invadió a Ucrania y desde ese momento, el mundo se ha vuelto inestable política y económicamente, además de que decenas de miles de civiles y soldados han perdido la vida y más de 8 millones de ucranianos se han visto obligados a abandonar sus hogares dentro y fuera de Europa.

Esta guerra de la era moderna, ha redibujado las relaciones entre los países y golpeó con fuerza la economía y las relaciones comerciales a nivel mundial.

La guerra inició con la entrada de tropas terrestres por el este, el sur y el norte, retumbaron poderosas explosiones y los ataques aéreos tenían como blanco Kiev, Kramatorsk, Kharkiv, Odesa y Mariupol.

Mientras tanto comenzó un éxodo masivo hacia las fronteras de Polonia, Hungría y Rumania. Son sobre todo mujeres y niños, ya que a los hombres en edad para luchar se les ordena quedarse.

Conforme avanzaron los días, occidente impuso sanciones sin precedentes a Rusia y las aumentó progresivamente. La Unión Europea  envió armas a Ucrania y Estados Unidos dio luz verde a una ayuda militar.

De acuerdo con la UNESCO, a un año de la guerra han habido 10 periodistas asesinados, 240 sitios culturales dañados y 3 mil 98 instituciones educativas afectadas.

La guerra y su golpe a la economía mundial

Antes de la guerra, las naciones de la Unión Europea importaban casi la mitad de su gas natural y un tercio de su crudo de Rusia. La invasión y las sanciones impuestas a Rusia como represalia asestaron un golpe a los precios de la energía inaudito desde la década de 1970.

La guerra trastocó un comercio global que aún no se había recuperado de la pandemia. Los precios de la comida se han disparado porque Rusia y Ucrania son importantes proveedores de trigo y aceite de girasol, y Rusia es el mayor productor de fertilizante del mundo.

Algunos barcos con grano han seguido zarpando de Ucrania amparados por un frágil acuerdo mediado por Naciones Unidas, pero la comida sigue siendo una pieza de negociación geopolítica

A esto se suma que a partir de julio, Rusia comenzó a cerrar periódicamente los gasoductos Nord Stream en un intento por aumentar la presión sobre Europa, por lo que acusaron a Moscú de usar el gas como “arma”.

Por ello, la guerra también ha frenado los esfuerzos por combatir el cambio climático e impulsado el consumo de carbón, un combustible muy contaminante.

El 31 de agosto se detuvieron todas las exportaciones de gas a Europa y el gigante energético estatal de Rusia, Gazprom, cita trabajos de mantenimiento en el gasoducto Nord Stream 1, lo que causó que los precios subieran inmediatamente.

Unas semanas después, el 26 de septiembre, frente a las costas de Dinamarca explota la tubería del gasoducto, que llevaba el gas de Rusia a Alemania.

Se refuerza la OTAN

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, esperaba que la invasión dividiera a occidente y debilitara la OTAN. En lugar de eso, la alianza militar se ha visto reforzada. El grupo formado para hacer frente a la Unión Soviética ha encontrado una nueva determinación y tiene dos nuevos aspirantes en Finlandia y Suecia, que abandonaron décadas de no alineamiento y pidieron unirse a la OTAN como protección contra Rusia.

A lo largo de la guerra, Volodimir Zelensky emergió como un comandante en jefe que trata de conseguir apoyo en la épica batalla y sin salir de Kiev se embarcó en una gira virtual por los parlamentos de sus aliados occidentales para pedir más armas y ayuda.

Su ofensiva diplomática tiene su punto culminante en diciembre con su primer viaje fuera de su país a Estados Unidos, donde ante el Congreso asegura que “Ucrania nunca se rendirá”, y recibió una ovación de pie.

La Unión Europea de 27 países ha impuesto duras sanciones a Rusia y enviado miles de millones de euros a Ucrania. 

Los estados miembros de la OTAN  han reforzado su flanco oriental y los países más próximos a Ucrania y Rusia, como Polonia y los países bálticos, han persuadido a aliados más reacios.

Los aliados de Rusia 

En el trayecto, Rusia ha estrechado sus lazos económicos con China, lo que ha causado la preocupación mundial, aunque Beijing mantiene las distancias con los combates y por ahora no ha enviado armas.

China sigue de cerca un conflicto que podría alentar o disuadir a Beijing de un intento de reclamar por la fuerza la autogobernada Taiwán.

Putin ha reforzado sus lazos militares con Corea del Norte e Irán y Teherán proporciona drones que Rusia emplea contra infraestructura ucraniana.

Moscú sigue ganando influencia en África y Oriente Medio a través de su fuerza económica y militar. El Grupo Wagner, una compañía rusa de mercenarios, se ha vuelto más poderosa en conflictos desde el Donbás al Sahel.

En un eco de la Guerra Fría, el mundo se divide en dos bandos y muchos países, como la populosa India, se reservan sus apuestas a ver quién sale victorioso.

Actualmente, Estados Unidos dice que China está considerando enviar armas a Rusia para su guerra en Ucrania y, aunque el régimen de Beijing lo niega, expertos creen que si eso fuera verdad habría un cambio de escenario en el conflicto iniciado hace un año.

A esto se suma que EU ha denunciado la presencia de supuestos globos espías chinos en su territorio e incluso logró derribar cuatro de ellos.

Las nuevas tecnologías de la guerra

Pese al papel que juegan nuevas tecnologías como satélites y drones, este conflicto del siglo XXI se parece en muchos aspectos a uno del XX. Los combates en la región oriental ucraniana del Donbás son una lucha brutal marcada por el lodo, las trincheras y sangrientos ataques de infantería que recuerdan a la Primera Guerra Mundial.

El conflicto ha desencadenado una nueva carrera armamentística que algunos analistas comparan con la acumulación de la década de 1930 antes de la II Guerra Mundial. Rusia ha movilizado cientos de miles de reclutas y aspira a expandir su ejército de 1 a 1,5 millones de efectivos. Francia tiene previsto aumentar su gasto militar en un tercio, mientras que Alemania ha abandonado su antiguo veto a la venta de armas para zonas de conflicto y enviado misiles y tanques a Ucrania.

En cuanto a la tecnología, Ucrania ya dispone de drones de ataque semiautónomos y de armas contra drones dotadas de inteligencia artificial. Rusia también afirma poseer armamento con IA. Pero no hay casos confirmados de que una nación haya puesto en combate robots que hayan matado humanos con completa autonomía.

Los drones semiautónomos podrían ser totalmente independientes para sobrevivir mejor a la interferencia electrónica en el campo de batalla.

Entre esos drones se encuentran el Switchblade 600, de fabricación estadounidense, y el Warmate, de fabricación polaca, los cuales actualmente requieren que un humano elija los objetivos a través de una señal de video en directo. La IA termina el trabajo. Los drones, técnicamente conocidos como “municiones merodeadoras”, pueden acechar durante varios minutos sobre un objetivo, a la espera de un disparo limpio.

La amenaza de una guerra nuclear

El presidente ruso Vladimir Putin reavivó las preocupaciones por una inminente guerra nuclear luego de haber suspendido su participación en el tratado START con Estados Unidos, el cual limita los arsenales nucleares estratégicos que ambos países pueden desplegar y permite a ambos inspeccionarse mutuamente.

Las amenazas veladas de Putin reavivaron un temor olvidado desde la Guerra Fría. Los combates en torno a la central nuclear de Zaporiyia han despertado el miedo a un nuevo Chernóbil, como ya sucedió en Ohio, Estados Unidos.

Una de las consecuencias de esta decisión podría ser la catástrofe climática a largo plazo derivada del intercambio de ojivas nucleares conocida como “invierno nuclear”, sugiere el investigador Paul Ingram del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial (CSER) de la Universidad de Cambridge quien considera que los riesgos de un intercambio nuclear están en su nivel más alto en 40 años debido al conflicto que involucra a Rusia, Ucrania y a los miembros de la OTAN.

*Con información de AP