La lucha de las mujeres mexicanas es histórica. En un país donde hoy, según cifras oficiales, 10 mujeres son asesinadas cada día, la resistencia ha sido fundamental para cambiar los paradigmas y para decirle al mundo que nunca más una mujer se verá "bonita" si está "calladita".
Ejemplo de ello son algunas activistas que, tras enfrentar grandes violencias y haber sobrevivido, física y emocionalmente, transformaron su rabia en fortaleza para resignificar su historia y ayudar a que ninguna mujer vuelva a pasar lo mismo.
Esto lo han hecho no sólo tomado el espacio público, con protestas y manifestaciones, sino apoderándose del 'nombre de la Ley', un lugar del que, como ellas mismas dicen, las habían excluido y donde sólo cabían los hombres.
Sin que esto romantice o justifique las violencias que ellas enfrentaron, activistas como Olimpia Coral, María Elena Ríos, Sabina y Diana Luz Vázquez, han tomado como base su historia personal para impulsar cambios a la Ley, que beneficien a las mujeres del presente y del futuro.
En el contexto de Día Internacional de la Mujer, Nación321 platicó con ellas.
Olimpia Coral Melo no conoció a su bisabuela, pero llevan el mismo nombre.
"Me pusieron a Olimpia por mi bisabuela, mi mamá me platicó que ella también había vivido mucha violencia infantil y en su adolescencia. No hace mucho, me enteré que mi bisabuela murió a falta de recursos económicos, por un problema de salud y que ni siquiera sabemos dónde está enterrada (...) hoy después de mucho tiempo, su nombre es reconocido en todo el país y en América Latina", platica.
Originaria de Huauchinango, Puebla, Olimpia es la mujer que abrió paso a la posibilidad de que los nombres de las mujeres pudieran convertirse en leyes, que saldaran, aunque sea un poco, la deuda histórica que la justicia tiene con ellas.
Al mismo tiempo, Olimpia puso sobre la mesa un tema del que no se hablaba: que lo digital es real y que internet tampoco es un espacio seguro para las niñas y mujeres.
Hace 10 años, la activista fue víctima de violencia digital, tras la difusión de un video sexual suyo sin su consentimiento. Ese hecho marcó su vida, al grado de que incluso buscó quitarse la vida varias veces.
"Mi historia nace a partir de que se difundió un vídeo sexual sin mi consentimiento. Primero fue en redes sociales, después se subió a páginas web, que mal conocemos como páginas porno (...) no sabía que hacer, hasta que mi mamá me dijo 'no hay ninguna vergüenza, a mí me daría vergüenza saber que eres una corrupta o que hay un vídeo de ti lastimando a un animal'", recuerda.
Tras recibir el respaldo de su madre, Olimpia lleva una década de lucha promoviendo reformas de ley en todos los estados del país y a nivel federal, a fin de que se reconozca la violencia digital. En cada uno de esos espacios lo logró.
Hoy, la primera ley del país con el nombre de una mujer fue precisamente la Ley Olimpia, que blinda la identidad de las personas en el espacio digital. El deseo de su creadora es que ninguna otra mujer pase por su misma experiencia.
"De algún modo que tú estés viva es la consecuencia de hacer un cambio legislativo y político (...) Yo no elegí que las reformas que presentamos se llamaran así, sin embargo, después me di cuenta que le llamaban la Ley Olimpia, y que eso hacía también reivindicar a mi propia historia, además de que hizo un movimiento político entre mujeres", platica.
Al mismo tiempo, la activista considera que el hecho de que a la Ley se nombre como a las mujeres, significa un paso relevante a nivel simbólico.
"El ejercicio legislativo es un espacio que ha sido preponderado por hombres. Cuando se habló de las Leyes de Reforma o las Leyes de Juárez nadie se cuestionaba por qué le decían así, simplemente valía que las había hecho un hombre", señala.
En este sentido, Olimpia hace un llamado a la justicia y sueña con que nunca más otra mujer sea violentada.
"Hubiese deseado que, como muchas mujeres, nuestros nombres no sean reconocidos por un episodio de violencia machista, por un episodio de violencia misógina. Desgraciadamente en este país, y en este mundo, la gran mayoría de los nombres que son visibilizados en todos los espacios son de mujeres que han vivido un tipo de violencia"
«Olimpia Coral Melo, activista.»
A la artista María Elena Ríos la quisieron borrar, pero no lo lograron.
Hace tres años y medio, la oaxaqueña fue víctima de un intento de feminicidio con ácido, un crimen que le cambió la vida por completo, al grado de que la forma de nombrarse a sí misma se transformó y hasta hace poco, cuando presentaron una iniciativa de Ley con su nombre, volvió a apropiarse de 'Malena', como le decían cariñosamente antes de lo ocurrido.
"No sabía que [a la Ley] le iban a poner mi nombre. Cuando la diputada Marcela Fuente y sus compañeras dijeron que se iba a llamar como yo, sentí bonito. Soy conocida como María Elena, la saxofonista o la saxofonista que quemaron con ácido, pero antes de que yo iniciara ese proceso, esta nueva historia, yo era Malena, como me nombraban en el pueblo, como me dicen todavía mis amigos. Volver a escuchar ese nombre, del que ya me estaba olvidando, creo que precisamente es reivindicar lo que estoy pasando y lo que pasan muchas en mi país", platica.
En septiembre de 2019, Malena sufrió graves quemaduras en cara y cuerpo, tras ser rociada con ácido sulfúrico por Juan Antonio Vera Hernández, hijo del presunto autor intelectual de este ataque, el político priista Juan Antonio Vera Carrizal.
Desde entonces ha pasado por desgastantes procesos de recuperación física y emocional, pero sobre todo, por procesos legales agresivos y revictimizantes. Los constantes intentos de su agresor, quien tiene contactos en los órganos de justicia del gobierno Oaxaca, siguen poniendo en peligro su vida.
"El acceso a la justicia en México es algo casi imposible, es como un sueño, pero los sueños se hacen realidad. Han pasado más de tres años, pero yo no quito el dedo del renglón, primero porque necesito justicia, pero también porque este tipo de ataques debe frenarse, no solamente con ácido, sino también con gasolina e inflamables, con cables de alta tensión o agua hirviendo, incluso con aceite caliente. Quemar a una mujer es borrarla", acusa.
María Elena Ríos considera que antes de vivir este tipo de agresión, imaginaba que sólo ocurrían en territorios.
"Yo no sabía que este tipo de agresiones eran comunes en México. Estamos acostumbradas a ver este tipo de ataques en la India, en la Afganistán, no sabía siquiera que esto sucedía en países de América Latina, como en Colombia", dice.
La artista, que al paso de estos años ha vuelto a tomar su saxofón, señala que justamente esta es la intención de la Ley Malena: que se tipifiquen los ataques con ácido de manera específica y que sean castigados como tal, no como lesiones dolosas, ya que el hecho de que una mujer sea quemada se trata de un ataque directo a su identidad, como matarla en vida.
A la par, se debe considerar que la reparación del daño para quienes son atacadas de esta manera es específica. Para ejemplo, dice María Elena, una de sus compañeras, que ha requerido de por lo menos 60 cirugías.
Actualmente la propuesta de la Ley Malena fue presentada en el congreso de la Ciudad de México, y se suma a los esfuerzos que desde distintas trincheras y estados impulsan más víctimas de ataques con ácido.
"Esto sí es el borrado de la mujer, es la expresión más extrema del borrado de la mujer, porque nos borran de la vida o nos borran nuestra identidad y sabemos que la identidad es una parte fundamental para sentirnos bien ..."
«María Elena Ríos, sobreviviente feminicidio.»
Sabina tiene cinco años y es una niña valiente, lo aprendió de su mamá, Diana Luz Vázquez. Juntas han luchado desde el día uno, haciéndole frente a los estigmas que históricamente han lastimado a muchas madres e infancias, y que tienen que ver con los prejuicios que obligan a las mujeres a ejercer la maternidad desde el silencio y la soledad.
¿Pero quién se beneficia de esto? Por años, el padre de Sabina se negó a reconocer su paternidad y, por ende, a sostenerla económicamente. Ante esta situación Diana Luz recibió todo tipo de opiniones, muchas de ellas tenían que ver con mantener sola a su hija, con "hacerse la fuerte" y no decir nada, aunque tuviera que hacer malabares para lograrlo.
Un día la comodidad del silencio se acabó para el padre de Sabina, pues tras experimentar en carne propia que una denuncia de pensión alimentaria no es suficiente, por la corrupción en el sistema de justicia, Diana Luz emprendió en su natal Oaxaca una lucha pública, uniéndose con mujeres que vivían situaciones similares. No estaba sola.
"Sabina es la historia de más de 60 millones de infancias en México, cuyo padre es uno que los abandonó, un padre ausente que no aporta económicamente", cuenta Diana Luz Vázquez, en entrevista.
Según platica, junto con a otras mamás crearon el Frente Nacional de Mujeres Contra Deudores Alimentarios y comenzaron a hacer denuncias públicas, mediante tendederos en plazas, donde exhibían las fotos de padres ausentes, con sus nombres y datos generales. La vergüenza de sentirse expuestos hizo que algunos comenzaran a pagar pensión alimenticia, incluido el padre de Sabina.
Pero la lucha no quedó ahí, Diana Luz y sus compañeras transformaron su rabia y lucha en una propuesta de ley, que hoy busca que deudores alimentarios sientan miedo de ser malos padres.
"Ley Sabina es un conjunto de 40 reformas legislativas en materia civil y en materia penal, para sancionar y restringirles derechos a los deudores alimentarios", explica Diana Luz, quien además detalla que entre estas restricciones se propone el no acceso a cargos públicos, retiro de pasaporte y la implementación de un Registro Nacional de Deudores Alimentarios, que exponga a quienes se nieguen a cumplir sus obligaciones como progenitor.
Para Diana Luz el hecho de que los nombres de las mujeres se queden en la Ley es significativo y reivindicador, pues dice, antes eran sólo los hombres quienes podían tener acceso a esos espacios.
"Nos parece muy importante nombrar hoy a las leyes a partir de la historia de las mujeres que estamos construyendo una nueva perspectiva. Eran los hombres los que contaban esta historia en los libros de texto y para ejemplo la Ley Juárez y Ley Tejada. Se trata de reivindicarnos y generar una nueva historia para las niñas que vienen, sin violencias, en una perspectiva de igualdad, donde estén plenamente conscientes de esta lucha que iniciamos desde nuestras ancestras", dice.
Hasta ahora la Ley Sabina ya ha sido propuesta en varios congresos locales y se espera que este año se legisle en el Senado y la Cámara de Diputados. Además de que se obligue al pago de pensión, Diana Luz y Sabina buscan que se replantee la forma de ver la maternidad.
"Al decirnos madres solteras nos han nombrado mal, nosotras ejercemos maternidades autónomas en un mundo que está diseñado en nuestra contra: muchas estancias infantiles cerraron, muchas dejaron sus oportunidades profesionales para dedicarse a maternar, cuando se buscan opcciones laborales se burlan llamándonos 'nenis' o 'moto mamis'"
«Diana Luz Vázquez, activista.»