Más allá del escándalo y la indignación que generó el saludo nazi de Elon Musk, basta con pasar un tiempo en su red social para que no haya sorpresa sobre su filiación: se tienen que silenciar cada cierto número de días cuentas con mensajes conservadores o abiertamente religiosos, posturas de derecha extrema y una mezcla de personajes que promueven ejercicios para la virilidad y sexualidad nivel pubertos, para poder recorrer el TL.
Ahora bien, es el momento de hablar sobre cómo parte del atractivo de las ideologías de extrema derecha no solo se han mantenido latentes, sino que se alimentan de ideas contemporáneas: no se trata de atavismos superado. Al respecto, el escritor y activista Carl Amery publicó en 1998 un ensayo llamado Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI? Hitler como precursor, y se encuentra en español por Turner.
El autor señala que, mientras hay quienes deseaban ver al nazismo como una excepcionalidad histórica, en realidad se apoyaba en fundamentos considerados en su época como científicos y filosóficos, así como ideas geopolíticas. Para gente que pensaba en teorías raciales, eugenesia o conceptos como el espacio vital, el nazismo representaba una alternativa. En todo caso, simplemente se retomaron ideas vigentes al momento.
Por otra parte, el ambiente de polarización al final de la guerra de 1914, la decadencia de una democracia burguesa y la inestabilidad económica presentaron a Hitler como una alternativa frente a la corrupta república de Weimar. En este caso, el ambiente social propició a que ascendiera al poder.
Lejos de haber desaparecido, problemas como la migración, el cambio climático, las pandemias, la distancia entre naciones desarrolladas y periferias, las crecientes desigualdades económicas y la creciente polarización hacen atractivas muchas de las ideas y conceptos del nazismo, de la mano del revisionismo y creencias que distorsionan la historia, como creer que esta ideología era de izquierda.
A lo anterior, sumemos el papel de redes sociales no solo como instrumentos de divulgación, sino de monitoreo a través de los algoritmos que generamos con nuestro comportamiento, el cual ni siquiera se vislumbraba a finales del siglo pasado.
Como expuso Amery, la tentación de un nuevo planet manager sigue vigente en un mundo en que la injusticia, las migraciones y la devastación ecológica parecen problemas inabordables desde las sociedades democráticas.
¿Qué hacer? Pareciera utópico, pero esto se reconstruye con el tejido social. Propone desarrollar una nueva solidaridad con la biósfera, el sustrato de la vida, que se apoye en el conocimiento y la humildad. Quizás los viejos paradigmas ya no dan para más y sea necesario reinventarnos si deseamos sobrevivir