Quizás el principal problema de la polarización es que no nos permite apreciar un fenómeno político en su debida magnitud, impidiendo elaborar diagnósticos y tácticas de manera asertiva. Quien lo dude, debería hacer un recuento de todas las cosas que creía que pasarían o no durante los últimos seis años, especialmente si eran antiobradoristas desesperados, y vean qué acabó sucediendo y por qué.
El martes vimos cómo Morena perdió, por primera vez, una votación por mayoría calificada. Cierto: no sabemos quiénes fueron las personas rebeldes del oficialismo pues fue por cédula, pero les faltaron tres votos para tener las dos terceras partes del apoyo de quienes se encontraban presentes. El tema: la selección de 56 magistraturas electorales locales.
Sin embargo, al día siguiente se presentó una nueva lista, la cual fue aprobada. Entre los cambios, hubo personas adscritas a estados gobernados tanto por Morena como la oposición. El resultado: se aprobó la segunda propuesta, estimándose en esta ocasión un voto de apoyo por parte de la oposición, asumiendo que el oficialismo haya votado cohesivamente. ¿Quién ganó y quién perdió? ¿Están cambiando las dinámicas al interior del Congreso?
La primera ronda no implicó una victoria opositora, sino un revés dentro de un grupo del oficialismo cuya tarea es asegurar la cohesión. ¿Por qué el coordinador de la bancada de Morena no obligó a sus compañeros a hacer público su voto, como lo hizo con la reelección de Rosario Piedra como titular de la CNDH? Porque la coacción es un recurso que se puede usar solamente una vez, y quizás esta era la ocasión donde realmente ameritaba hacerlo. En todo caso, hay un disenso entre los guinda que, a reserva de observar si se repite, podría ser el inicio e una fisura.
¿Qué pasó en la segunda ronda? Aunque ningún partido de la oposición dijo que votaría por la segunda lista, al momento de hacer cuentas se vio que hubo al menos un voto de apoyo. No sabemos qué tanta capacidad de operación recuperó Adán Augusto López al negociar algunos cargos entre sus correligionarios, pero hubo concesiones con los demás partidos. ¿Concertacesión? Nos ha cegado tanto la polarización, que hemos perdido la noción de que esto es algo normal en una democracia. A partir de ahí, los calificativos son al gusto de quien opine.
¿Qué debemos observar a partir de este punto? En primer lugar, la cohesión del oficialismo en ambas cámaras. Si persisten, los problemas se intentarán resolver al principio cambiando coordinadores, pero si persisten, hablaremos de una crisis abiertamente. De ser así, al menos tendremos el fin de las reformas a la constitución al menos por el resto de esta legislatura.
En segundo lugar, y en caso de enrarecerse las relaciones al interior de Morena, qué tanto la oposición podrá ser necesaria para tomar algunas decisiones. Naturalmente, eso le llevará un costo al oficialismo, pero sería un respiro al PRI, PAN o MC, dándoles algunos logros qué presumir. Sin embargo, el mejor escenario para estos institutos es el peor para los guinda.