Fernando Mejorado: Ser agitador, no es ser disruptivo

Una persona disruptiva sintetiza en una sola frase lo que desea comunicar
Una persona disruptiva sintetiza en una sola frase lo que desea comunicar
A la vanguardia.Una persona disruptiva sintetiza en una sola frase lo que desea comunicar
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Fernando Mejorado
Estratega político y encuestador
2023-08-01 |07:05 Hrs.Actualización07:05 Hrs.

La disrupción es sumamente atractiva a la mente de los electores. 

Lo nato en nuestro cerebro es la curiosidad y ésta solo se activa cuando observa que las cosas se presentan o se mueven en direcciones o posiciones diferentes a lo acostumbrado. Si nuestra comunidad ha cambiado, es porque algo diferente nos llamó la atención a muchos. 

La palabra disrupción describe una acción o una persona que modifica algo y lo convierte en un fenómeno. Tiene origen en el idioma francés disruptif y en el inglés disruptive, significa que algo (en principio no sabemos qué) se puede reformar, cambiar o alterar. Al mismo tiempo, reformar significa reconstruir o remodelar preceptos o ideas preconcebidas.

Hay cosas tan sencillas como cuando un estudiante acudió a la escuela sin uniforme o con el cabello largo o cuando alguien le espetó a un profesor no estar de acuerdo en su teoría, etc. La suma de estos ejemplos suele tener efectos enormes en las leyes: hoy todos los estudiantes tienen el derecho acudir a su escuela en esas condiciones y sin ningún perjuicio. Ahora hay políticas y leyes disruptivas derivados de movimientos sociales con esas características.

La disrupción no solo está en el discurso, está en una agenda diferente a lo que se ha hecho e impulsado hasta ciertos momentos, una conducta diametral en las cosas que realizan o posturas frente a lo que acontece, pero sobre todo la disrupción está en el pensamiento. Sí, se trata de observar las cosas del mundo desde una perspectiva crítica y objetiva para mover, encender motores, hacer las cosas diferentes y tener resultados diferentes, pero siempre pensado en el progreso. Pero lo diferente o la innovación no necesariamente es sinónimo de disrupción. Lo diferente en ocasiones puede resultar más aburrido que los habitual. La innovación puede ser complementaria o accesoria a un manual o a la tecnología. De lo que se trata es que su implementación le cambie la vida a las personas de la comunidad donde se incide. 

Así, ser agitador político no significa ser disruptivo, solo porque dicho personaje trate de llamar la atención con gritos y movilización de personas. La razón es porque simplemente con esas acciones no cambia ni reforma nada, son solo artilugios que solo consiguen enrarecer momentáneamente el escenario. Por el contrario, ha habido a lo largo de la historia política, personajes pacifistas que sí lograron transformar toda una nación al trasmitir su pensamiento a otras personas y éstas asumirlo como propio. 

Un político disruptivo no tiene por qué cambiar su identidad o la de una nación, por el contrario, saca lo más genuino de sí mismo o refuerza los valores de su comunidad, asentando todavía más la reforma. La acción disruptiva conlleva riesgos solo si no es genuina, pero al mismo tiempo puede lograr cambios impresionantes en una nación. El disruptivo impone agenda en medios de comunicación masivos y en redes sociales por los contenidos inusuales en sus declaraciones o publicaciones, porque están fuera de ideas preconcebidas, pero, sobre todo porque tiene la información, la preparación y la habilidad de convencer con argumentos sólidos. El pensador disruptivo no deja de ser estratégico, sino que prevé las consecuencias de poner en marcha sus ideas.

Un político disruptivo sintetiza en una sola frase lo que desea comunicar y elimina los grandes textos de los discursos, cautivando con su provocación a los ciudadanos y a los electores. Un político disruptivo bautiza las acciones, las conductas y los hechos. El actor disruptivo se va a fondo de su propuesta, es un tanto terco en la consecución de sus objetivos, focalizando su agenda solo en lo que le permite alcanzar sus logros. Renuncia entonces a todo lo demás.

El ser disruptivo primero entiende el valor de las cosas para los demás, así como el contexto y sus circunstancias para posteriormente entrar en acción y transformar el pensamiento de muchos a su favor. Se vale del manejo de las emociones, remodela las percepciones y finalmente insiste una y otra vez para que sus propuestas sean aceptadas. Para esto construye y adoctrina una amplia red de voceros que respaldarán y acompañará al largo de su tedioso pero fructuoso camino.