Nación321 quiere conocer y dar a conocer qué piensan los jóvenes en México. Con este fin abrimos NUEVAS IDEAS, un espacio para que los ciudadanos escriban sus puntos de vista sobre la realidad que vive nuestro país. Hoy escribe Giovanni Hernández
Faltan tres semanas para el domingo 1 de julio y las campañas siguen tal y como empezaron. Sin arrancar en algunos casos, algunas a media velocidad y sin convencer. Y otras continúan como desde hace dos sexenios. Igualitas todas.
Desde las precampañas fuimos testigos de una lucha entre el primero y segundo lugar de las preferencias electorales. Al comenzar las campañas, iniciaron los ataques al puntero, las cuales, se olvidaron del 30% de los votantes, es decir, los jóvenes.
Cerca de tres millones (entre 18 y 19 años) serán los que voten por primera vez. Según los estudios recientes del Instituto Nacional Electoral (INE), este grupo poblacional es de los que más acuden a las urnas. Sin embargo, después de su primera experiencia se ausentan de las elecciones por más de 12 años y regresan pasados los 30.
Esta cifra es importante ya que en su conjunto son 25.9 millones de votantes. Cifra a la que ningún candidato ha hecho un llamado atractivo.
Estos jóvenes en su gran mayoría forman parte de la denominada generación millennial. Aquellos que nacieron entre 1980 y el 2000 forman parte de un grupo de personas que se adaptan fácil y de manera muy rápida a los cambios. Pasaron de usar el teléfono fijo para comunicarse con los amigos al uso permanente de Whatsapp, Telegram, Facebook, Twitter y más redes sociales sin la necesidad de estar en casa.
La política resulta ser algo característico de ellos. Son partícipes constantes de los debates sobre la actuación de los gobiernos, expresan su opinión y son muy activos en redes sociales. No obstante, no son tomados en cuenta, pese a que gran parte de ellos, tienden a identificarse más con los partidos de izquierda.
Entonces, ¿Qué han hecho mal los partidos y candidatos para combatir esta tendencia?
Aquí lo complejo. Se vende una regresión a una época que no les tocó vivir. En sus spots vemos imágenes de Luis Echeverria, Gustavo Díaz Ordaz o de aquella polémica elección de 1988. Cierto, épocas brutales y de enormes yerros democráticos y sociales para el país, sin embargo, esta generación no los vivió o eran muy pequeños para recordarlas.
Sus consecuencias no tienen cabida en la memoria millennial.
En cambio, si se les hablará de la alta demanda educativa y los pocos espacios públicos para ello. Si se les hablará de los temas que afectan su particular economía como el aumento a los medios de transporte y a la gasolina. Si se combatiera su desafección a la política y a las instituciones, simplemente voltearían a las campañas y a la democracia. Y, sin embargo, está lejos de ocurrir.
Y es que, no sólo se necesitan becas e internet -redes sociales-, necesitan de gobiernos que les garanticen oportunidades laborales, naciones adecuadas para formar una familia y un estilo de vida, así como espacios de recreación libres de violencia y crimen organizado.
De nada sirve tener un sistema electoral robusto, si este no tiene la capacidad de ver hacia los próximos 40 o 50 años.
En la reciente visita del Sr. Kofi Annan lo dijo muy bien: “Se debe atender a la juventud y sus necesidades, en cada elección lo que está en juego es su futuro”.