Las herramientas para poner a la juventud en el mapa

El espacio para que los ciudadanos alcen la voz
El espacio para que los ciudadanos alcen la voz
NUEVAS IDEASEl espacio para que los ciudadanos alcen la voz
Jeremías Benítez
Raúl Adrían González Acosta
2017-10-05 |12:26 Hrs.Actualización13:11 Hrs.
SOBRE NUEVAS IDEAS

Nación321 quiere conocer y dar a conocer qué piensan los jóvenes en México. Con este fin abrimos NUEVAS IDEAS, un  espacio para que los ciudadanos escriban sus puntos devista sobre la realidad que vive nuestro país. Hoy escribe Raúl Adrián González Acosta

En ocasiones cuesta creer que los jóvenes, quienes nos decimos que somos el futuro del mundo, la tengamos cada vez más difícil en tantas cosas como entrar a una buena universidad, llegar a conseguir un buen empleo, o incluso ser escuchados por una sociedad que ve a la experiencia como fuente única de valor. De hecho, cuesta más trabajo creer que tuvo que pasar un temblor que sacudiera de arriba a abajo el centro del país para que pudiéramos alzar la voz y decir “aquí estamos”.

Nuestro entorno está cambiando tan rápido que las generaciones que están llegando al mundo están cada vez más distanciadas de las anteriores, provocando un caos de ideas y acciones que están terminando por crear un mundo fragmentado y multipolar, donde precisamente dichas ideas están caducando tan rápido como llegaron.  

Este escenario se vuelve cada vez más complicado y disperso para muchos jóvenes que el día de hoy estamos heredando la obligación moral y social de dejar un mundo mejor de como lo encontramos, donde la opción más viable para muchos de nosotros es lograrlo a través de nuestras responsabilidades laborales. 

Desafortunadamente, los datos recabados por instancias como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) están marcando que esta vía se volverá cada vez más complicada, ya que los 71 millones de jóvenes a nivel mundial que hoy no cuentan con un empleo formal, son solo la punta de un iceberg que no solo no desaparece con el tiempo, sino que resulta cada vez más humanamente imposible de descongelar. 

¿Será que existe una solución lo suficientemente rápida para que los que hoy leemos estas líneas, podamos llegar con paso firme a las economías de los próximos años y dejar nuestra huella social al mismo tiempo?

Entre muchos otros factores que están contribuyendo al aumento de desempleo entre jóvenes, está el hecho de que la cantidad de apasionados por la creación de propuestas de valor, productos y empresas, no está aumentando al mismo ritmo que lo hace la tasa de egresados universitarios, y mucho menos, de aquellos que no pueden asistir a una; de hecho, ni siquiera se le acerca.  

El sector educativo no está proveyendo los mecanismos correctos para despertar esta enzima de cambio social dentro de nosotros; pero bueno, tampoco se puede esperar mucho de este sector. 

Y es que de acuerdo con la OCDE, en 2011, México fue el tercer país, de entre aquellos que forman parte de dicho organismo, con el mayor número de jóvenes que no estudian. Sólo por debajo de Turquía e Israel, con una cifra de 7 millones 248 mil 400; estadística que encabezan las mujeres.

Sin embargo, aquellos que tienen la fortuna de poder estudiar, tampoco están exentos de esto. Hoy, estamos enviando al mundo laboral a una cepa de súper zombies altamente calificados, con gran coeficiente intelectual, pero nulos en su disposición a ir más allá, agravando esta crisis educativa de 20 años, y realimentado el desajuste de ideas que existe entre quienes crean la industria y los institutos que hoy forman a los futuros empleados; al final, todo es una visión desenfocada entre industria y academia. La cuestión es: ¿a quién le hacemos caso?

Como simpatizantes de un sistema educativo íntegro, debemos buscar reparar el daño causado por el mismo décadas atrás, el cual generó una ola de ciudadanos de edad madura que no cuentan con las mínimas habilidades para adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales al día de hoy, y cuya proporción dentro del resto de la población podría cambiar del 84% actual, según la OCDE, a un 90% dentro de 5 años.

Nuestro deber es atacar ese problema, de otra forma, el país que presume albergar el próximo Silicon Valley seguirá siendo punta de lanza en trabajos forzados, mano de obra barata y políticas laborales que rayan en la violación de las garantías individuales.

Actualmente existen soluciones políticas y sociales catastróficas que están siendo de interés relevante en México, como la reforma educativa, iniciativa que busca cambiar una de las estructuras con la que este sistema se sostiene: los maestros. Sin embargo, deja de lado la corrupción de su sindicato, sus libros de texto con faltas de ortografía, el recorte presupuestal nacional de 3 mil 600 millones de pesos que se le hizo a la SEP, o los  casi 7 mil millones de pesos que se le hizo al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para este año, de acuerdo a la página gubernamental www.transparenciapresupuestaria.gob.mx. Evidentemente alguien aquí está mal.

Hoy, afortunadamente el internet no sólo sirve como un medio de comunicación masivo, sino como uno que permite la democratización de los conocimientos, las habilidades, y las destrezas, y que a su vez, termina por incorporar todo ello a un mercado cambiante que permite que casi cualquier persona pueda tomar sus propias riendas hacia un futuro profesional más estable; lo único que hay que hacer, es darle un empujón para empezar.

Para lograr esto, no bastará con darles el acceso a las herramientas básicas, sino integrarlos a un entorno en donde los cambios que sufren las tecnologías todos los días, son interiorizados y aprovechados de una manera más sencilla, con el fin de que puedan aprender a resolver problemas actuales.

Por ello, es necesario crear un ecosistema de innovación y tecnología específicamente enfocado al sector de la educación, apoyada por especialistas en el ramo de la innovación, la tecnología, la educación en el sector público, y la industria, pero sobre todo, dirigida por jóvenes líderes en el ámbito, para poder encontrar el punto medio entre la disrupción verdadera que necesita el sistema educativo, y lo que ya se tiene. ¿Quién mejor que los jóvenes que todavía viven los vacíos del sistema de manera directa para solucionar el problema?

Dentro de este hub de innovación, también deben estar presentes las Organizaciones no Gubernamentales enfocadas en el desarrollo del emprendimiento social, y la generación de productos tecnológicos que potencialicen este sector.  ¿Por qué hay una aceptación más rápida de la tecnología dentro de las industrias y mercados, pero una muy lenta en el sistema educativo?

 Afortunadamente, hemos logrado entender que el avance en la educación de un país ya no se centra en la cantidad de nuevas escuelas,  becas, o comidas para los niños, sino que ahora nos ayudan a comprender la interacción entre el entorno en el que crecen, y los resultados obtenidos en esta etapa; mismos datos deben de ser aprovechados por las nuevas startups tecnológicas para poder atacar problemas de raíz que terminen por desencadenar soluciones exponenciales para el sector educativo.  Habría que pensar, ¿por qué si existe una secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, no existe una secretaría de Innovación Educativa?

Ya no bastará con que el sistema educativo sea hackeado, mejorado e impulsado con bases actualizadas a este siglo, donde la mediocridad como esquema de pensamiento no prevalezca, sino con crear una cultura de colaboración educativa, gubernamental e industrial para que el concepto de globalización pueda caminar con paso firme, para que las escuelas se conviertan en un verdadero punto de partida para crear nuevas oportunidades para los jóvenes. 

Oportunidades que no serán las que fueron hace 40, 20, 10 o 5 años, sino aquellas que sólo les esperan a los que sepan adaptarse al cambio, y que sepan resolver problemáticas actuales. Sólo así, las cifras de desempleo de la OIT a nivel mundial bajarán de manera positiva y entonces las economías desarrolladas y las que están en vías de desarrollo podrán ejercer nuevas formas de sustentabilidad. 

Con eso, no sólo vendrán puestos de trabajo más abiertos y en donde perfiles diferentes puedan encajar, sino conllevará a culturas empresariales totalmente radicales que estarán mejor adaptadas al mercado, incrementando así la presencia de grandes compañías y el crecimiento de las pequeñas, trayendo más demanda, y por ende, más empleos.

La verdadera pregunta es, ¿creamos un entorno económico favorable para que las compañías grandes abran más plazas de trabajo? ¿O creamos uno para que los propios jóvenes las generen?