Las encuestas sobre preferencias electorales que publicó El Financiero a lo largo de esta semana son una fotografía temprana pero útil sobre las contiendas para renovar quince gubernaturas estatales el próximo año.
De esas entidades, ocho están en manos del PRI (Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas), cuatro bajo las siglas del PAN (Baja California Sur, Chihuahua, Querétaro, y Nayarit, en alianza con el PRD), una con el PRD (Michoacán), otra con Morena (Baja California) y una en manos de un gobernador independiente (Nuevo León). En algunas entidades, Morena luce dominante, y en todas competitivo. Me permito delinear algunos escenarios.
Aplanadora. El escenario más favorable para Morena es llevarse 14 de las 15 gubernaturas: todas menos Querétaro, donde lidera cómodamente el PAN. La lectura de esto sería la ratificación del proyecto del Presidente López Obrador con apenas algunos nichos de oposición.
Decisión norte. Un segundo escenario considera las entidades donde la ventaja de Morena luce remontable: en Baja California Sur y Chihuahua se perfila un PAN fuerte; en Sinaloa y Sonora un PRI competitivo; y en Nuevo León, el voto luce atomizado hacia distintos lados. Todas estas entidades están en el norte del país, y su voto en 2021 mostrará si la conquista de AMLO de esa región en 2018 fue momentánea o no.
En el escenario extremo de que todas esas entidades le dieran la espalda a Morena, la cuenta sería de 9 estados para el partido del presidente y 6 para otros partidos. Un gran avance morenista, pero dejando claro que el norte no está realineado.
BOAS. Un tercer escenario sería el de la formación de alianzas opositoras, un tema de carácter político pero al cual le podemos aplicar la aritmética como un ejercicio de proyección. Si por lo menos dos partidos opositores fuertes en cada entidad forman una alianza competitiva, ese escenario dejaría a Morena en posibilidad de ganar cuatro o cinco entidades cómodamente (Tlaxcala y Guerrero son las que arrojan ventajas más claras a su favor), pero enfrentaría una alta competencia e incertidumbre en las otras diez u once contiendas. En el escenario extremo, poco probable pero factible, de que Morena ganara sólo una tercera parte de las gubernaturas en 2021, sería sin duda un avance, pero se leería como derrota.
La dinámica de competencia dependerá de varios aspectos: candidaturas, posibles alianzas, el contexto en los meses siguientes, entre otras. Pero también hay un aspecto fundamental: el factor AMLO. La popularidad del presidente es superior a la approbación del gobernador(a) en todos los estados menos Querétaro. El presidente promedia 63 por ciento de aprobación en las 15 entidades, y los gobernadores 45 por ciento, 18 puntos menos. En Sinaloa y Sonora, la diferencia es mínima, entre 3 y 6 puntos; pero en estados como Tlaxcala, Campeche y Zacatecas, la diferencia en aprobación es abismal, con diferencias de entre 29 y 36 puntos a favor del presidente.
Según las encuestas, la aprobación a AMLO es un fuerte predictor del voto por Morena. De las quince entidades, aquellas donde la aprobación a AMLO es mayor a 65 por ciento, Morena supera el 50 por ciento en intención de voto efectiva.
En estados donde la aprobación a AMLO es menor a 60 por ciento, Morena cae por debajo del 40 por ciento de voto efectivo. Y en la franja intermedia, con una aprobación de entre 60 y 65 por ciento, el apoyo a Morena oscila entre 40 y 50 por ciento. Las variaciones en el nivel de aprobación parecen mínimas, pero el impacto en el voto es contundente.
Rumbo a 2021, el factor AMLO es central. Aún sin estar en la boleta, el presidente estará en la mente de los electores, y eso hoy juega a favor de Morena en las elecciones legislativas, que suelen tener un rasgo plebiscitario, pero también en las de gobernador, según muestran estos datos. Esa es otra razón más para seguir con atención los niveles de aprobación presidencial y ver cómo llega a las campañas.