La renovación en la dirigencia de Morena representa una continuación de liderazgos jóvenes, y, por lo menos en la presidencia del partido, se trata de un cambio generacional.
Nacido en 1972, Mario Delgado, expresidente del partido, pertenece a la generación X, mientras que Luisa María Alcalde, la nueva presidenta de Morena, nacida en 1987, es generación millennial.
También Andrés Manuel López Beltrán, quien fungirá como secretario de Organización, y Citlalli Hernández, quien se ha desempeñado como secretaria general del partido, forman parte de la generación de millennials.
Es claro que Morena ha puesto énfasis en tener liderazgos jóvenes, y precisamente uno de los grandes retos hacia adelante está el de ser una opción para las nuevas generaciones de votantes, las cuales se han ido desalineando con el partido de una manera notable.
De acuerdo con las encuestas de salida de EL FINANCIERO realizadas a votantes en las elecciones presidenciales de 2018 y 2024, la composición de votantes morenistas cambió dramáticamente en esos seis años.
Del total de votantes que dijeron identificarse con ese partido político, y que sumaron 23 por ciento en 2018, una cuarta parte, 26 por ciento, era menor de 30 años de edad, el voto joven.
La encuesta de salida señala un crecimiento importante en las elecciones de 2024, al registrar 34 por ciento de votantes morenistas en ese año, 11 puntos más.
No obstante, el mayor crecimiento se dio entre votantes mayores de 50 años, quienes pasaron de representar 28 por ciento de morenistas en las urnas en 2018, a ser 44 por ciento en 2024.
En contraste, el segmento de morenistas menores de 30 años se redujo 10 puntos porcentuales, al disminuir de 26 a 16 por ciento.
El partido se afianzó entre el electorado de mayor edad, pero se redujo significativamente entre los jóvenes.
En términos absolutos, la pérdida de morenistas jóvenes entre una elección y otra fue muy menor, de alrededor de 100 mil votos, considerando que, con base a los porcentajes que arroja la encuesta de salida, los votantes menores de 30 años identificados como morenistas eran alrededor de 3.3 millones en 2018 (con una votación de alrededor de 55 millones de personas), mientras que en 2024 ese mismo segmento fue de alrededor de 3.2 millones (considerando 58.6 millones de votos).
Pero en términos proporcionales, la pérdida de seguidores jóvenes fue brutal, y eso abre uno de los principales retos del hoy partido gobernante hacia adelante.
Un nuevo liderazgo joven, como el de Alcalde y compañía, debiera significar un entendimiento natural de las nuevas generaciones de votantes.
Pero eso está por verse. El liderazgo anterior, con Citlalli a bordo, también era joven y aun así quedó pendiente el fortalecimiento entre las nuevas generaciones. El exit poll de 2024 muestra que el segmento de menor edad fue el que menos votó por Morena este año.
La generación de baby boomers a la que pertenece el presidente López Obrador, nacido en 1953, es la que constituye el grueso de seguidores morenistas, o quizá debiera decir de obradoristas, hoy en día.
Y precisamente ese es otro de los grandes retos de Morena: cómo pasar del obradorismo al morenismo. Y no solamente me refiero a las tareas de institucionalización del partido, sino también, y de manera importante, al sentido de identidad política centrada en el partido y no en el líder carismático.
Esa es una transformación pendiente que, la quieran o no, está comenzando a suceder. A lo largo de estos seis años, con López Obrador como Presidente, la mayoría de las personas en las encuestas que se identifican con Morena nos ha dicho que primeramente son obradoristas que morenistas.
Las encuestas más recientes, y espero volver a este tema pronto para mostrar y discutir algunos datos, empiezan a mostrar un cambio en la identidad política, del obradorismo al morenismo. Y, adivinó usted, ese cambio es más notable entre las nuevas generaciones. El obradorismo está envejeciendo rápidamente.
Quizás el cargo de Andrés Manuel López Beltrán en el partido vaya en el sentido de mantener el obradorismo presente y vigente. Habrá que ver, porque hasta hoy el principal y único referente del obradrismo es todavía López Obrador, quien en cuatro días entregará la banda presidencial a Claudia Sheinbaum.
Como en otros temas, habrá que seguir la evolución de las identidades políticas.