El lunes 26 de abril, la palabra “obradoristas” estuvo como trending topic en Twitter. Varios tuits mencionaban algo así como, si eres obradorista tienes que votar por Morena. Se deduce que hay quien podría estar detectando una falta de apoyo al partido entre los seguidores del Presidente y por ello el intento de movilizarlos a favor del partido.
Esto me recordó lo que escribí en este espacio, precisamente un 26 de abril pero de 2019: “La mayoría de los morenistas se identifican más con López Obrador que con el partido” (El futuro de Morena). Esa observación se derivaba de una encuesta nacional de El Financiero en la que preguntamos a las personas encuestadas su identidad partidista, y a aquéllos que decían identificarse con Morena les preguntamos qué se consideraban más: morenistas o lopezobradoristas. El 39 por ciento en ese momento dijo morenistas, y el 59 por ciento lopezobradoristas.
Hemos dado seguimiento a esa pregunta en el tiempo y resulta que los lopezobradoristas han representado consistentemente una mayoría, entre dos terceras y tres cuartas partes del grupo de ciudadanos que se identifica con Morena; por su parte, los morenistas representan entre una cuarta parte y un tercio del total.
En mi texto de 2019 señalé que el proceso de institucionalización de Morena como partido “implica, en parte, la despersonalización de su naturaleza actual para armar una estructura organizacional e ideológica propia, duradera y no sujeta a un liderazgo político específico. Todo esto suponiendo que hay un objetivo de institucionalización".
Parece que eso no ha sucedido. Morena sigue siendo una organización centrada en la figura de López Obrador y, como documentan las encuestas, la mayoría de sus simpatizantes son en realidad seguidores del Presidente. Los tuits del lunes pasado, que recuerdan a los obradoristas a votar por Morena en este 2021, quizá son reflejo de una posible fractura.
Las diferencias de opinión entre morenistas y lopezobradoristas que describí hace dos años en este espacio me llevaron a plantear que habría que “ir entendiendo mejor al nuevo grupo político dominante en el país, los morenistas, o mejor dicho, a los dos grupos dominantes: los morenistas y los lopezobradoristas, acaso la nueva falla geológica del realineamiento partidario en el país”.
Las encuestas más recientes nos confirman algunos hallazgos del 2019, como el hecho de que los lopezobradoristas se ubican más hacia el extremo del espectro ideológico que los morenistas, quienes se mostraban –y siguen mostrándose– más moderados, pero también más críticos de algunas decisiones presidenciales.
Las encuestas recientes indican que la identificación con Morena es un poco más fuerte en el sur del país, mientras que en el norte lo que predomina es el lopezobradorismo. Esta “falla geológica” de la política mexicana responde a la geografía electoral. Si el llamado obradorismo no se traduce en votos por Morena, como fue el caso en 2018, los resultados para conformar la nueva Cámara de Diputados podrían ser distintos este 6 de junio, particularmente en la zona norte del país.
Pero más allá de los posibles resultados electorales, el asunto de las identidades políticas es muy interesante en sí mismo.
¿Será que los lopezobradoristas están reaccionando negativamente a la dirección y rumbo del partido –del movimiento– fundado por el Presidente? Si fuese el caso, ¿qué ha irritado a los obradoristas respecto a Morena, o, en su caso, a los morenistas del Presidente? Entre las posibles razones de descontento está la selección –y cancelación– de candidaturas, un tema potencialmente divisivo para cualquier partido en cualquier elección. No en balde la selección de candidaturas suele ir acompañada por una operación cicatriz.
En 2019 se notó algo de discordia al interior del morenismo por la cancelación de recursos a estancias infantiles. En este 2021 hay otros temas de cuña. Uno de ellos es la hostilidad hacia las instituciones electorales: una encuesta reciente de El Financiero mostró que incluso los simpatizantes de Morena percibían que el INE ha actuado de manera imparcial y con apego a la ley en los casos de Morón y Salgado Macedonio.
La reciente decisión del Tribunal Electoral quizá confirme esa percepción. Sin embargo, la señal para los obradoristas es la postura del Presidente de que fue un golpe a la democracia.
Las identidades políticas importan. El partido gobernante depende hoy más de la identificación con el Presidente que de la suya propia, la cual no termina de cuajar. Habrá que estar muy pendientes de cómo vota el obradorismo este 6 de junio. Por lo pronto, el trending topic del 26 de abril obliga la pregunta: ¿qué está pasando en las filas de la 4T?