Nadie celebra que nos amenacen con invasiones ni presiones desde Estados Unidos, pero el respeto se gana. Y eso no lo ha hecho la administración actual.
Estaba cantado que la siguiente andanada de Trump vendría por la negativa del gobierno a combatir a los grupos criminales.
Nuestro presidente dejó hacer, que en este caso significa dejar matar. Dejó pasar, que en este caso significa otorgar impunidad.
A la cantaleta demagógica de abrazos y no balazos, los narcos respondieron con más juego y más sangre de inocentes.
Y Estados Unidos reaccionó con un manotazo de política real, sin arrumacos ni formalidades vacías: empezó el proceso legal para designar a los cárteles mexicanos como terroristas.
¿No que la mejor política exterior era la interior?
El territorio nacional está revuelto por la violencia y el gobierno ni sabe ni quiere poner orden.
¿Dónde está esa política interior que nos ahorraría problemas con el exterior?
Con su estrategia del avestruz ante los crímenes de las bandas del narco, el presidente provoca que otros países, también perjudicados, quieran intervenir para poner orden ellos y salvaguardar lo suyo.
Esta crisis es culpa de López Obrador y no de los LeBarón.
De forma artera se acusa a la familia LeBarón de “vendepatria” por pedir a Trump que declare terroristas a los narcos mexicanos.
El gobierno y su maquinara de propaganda desataron una campaña de infamias contra esa familia, que fue víctima de la inoperancia de la administración de López Obrador para ponerle límites a la violencia.
Lo tenemos ante nuestra vista y sólo la ceguera ideológica, o las ganas de no ver, impide a algunos aceptar la realidad. El gobierno está del lado de los criminales, no de las víctimas.
A la familia LeBarón, el día 4 de este mes, le mataron seis niños y tres mujeres. Los balearon para bajarlos de sus camionetas y luego los quemaron vivos.
No los confundieron con otra banda. Fue matar para intimidar. Terrorismo, pues.
AMLO no quiere combatir al narco. Sólo aspira a tocarles un poco su dinero, pero les permite matar, secuestrar y extorsionar en el territorio nacional.
¿Qué esperaban que hicieran los LeBarón, luego de la masacre a su familia?
¿Esperaban que se quedaran callados?
¿Qué sus hijos murieran por la patria, asesinados por bandas sanguinarias y no protestaran?
¿Que cerraran filas con la 4T?
Tienen doble nacionalidad y acudieron donde sí les hacen caso.
Donald Trump anunció que lleva 90 días trabajando para lograr la designación de los cárteles de nuestro país como terroristas, lo que traería graves consecuencias para México y eventualmente sobre su soberanía.
Es decir, el proceso dio inicio mucho antes del crimen en Bavispe. No culpen a los LeBarón y afronten las consecuencias de ponerse del lado equivocado. Del lado de los criminales.
Antes, el 17 de octubre, ocurrió el Culiacanazo, donde grupos de sicarios del Cártel de Sinaloa se pasearon por la ciudad y a balazos sembraron el terror entre la población y el gobierno federal. Lograron su objetivo: que la Guardia Nacional (el Ejército) liberara al narcojunior buscado por la DEA.
¿Cómo se llama eso? Terrorismo.
Hasta ahora no se ha detenido al narco que soltaron ni han apresado a ninguno de los que tomaron a tiros la capital de Sinaloa, con muertos y heridos.
Al contrario, el presidente reiteró que no cambiaría su estrategia de abrazos y no balazos.
El martes tuvo la respuesta de Trump: empezó el trámite para designar terroristas a los cárteles mexicanos que AMLO no quiere someter. Ellos, los estadounidenses, podrán venir por ellos.
No nos gusta y no queremos. Para impedirlo hay que poner la casa en orden, pero el gobierno no lo entiende así. ¿Por qué? Por lo menos, está confundido y se lleva al país entre las espuelas.
De dientes para afuera Donald Trump elogia a López Obrador. El martes lo llamó “buen hombre”, e “incluso más que el anterior”. Pero cuando quiere lo somete como demostró con la crisis migratoria.
Cuando nos amenazó con aranceles y estuvimos en la zozobra de carreras y reverencias indecorosas a Washington, apunté en este espacio el 17 de junio (y perdón que me cite, pero quiero ilustrar que hasta yo lo comprendía.
“Ahí está, cantado, el próximo problema con Estados Unidos: o dejamos de lado la tolerancia a los grupos criminales que trafican con droga, secuestran, extorsionan y asaltan, o vendrá una nueva andanada de amenazas de Donald Trump que el gobierno de López Obrador, ahí sí, se apresurará en atender.
“La próxima crisis con Estados Unidos será por violencia y narcotráfico, que no se atienden como un asunto de seguridad nacional”.
El desenlace esta vez es de pronóstico reservado, porque el gobierno está del lado de los violentos.