Las elecciones presidenciales en el 2024 serán el domingo 2 de junio del 2024.
Faltan aún 544 días para que ocurran.
Sin embargo, buena parte de la política nacional ya tiene que ver con ese proceso, particularmente al interior de Morena.
Pareciera que los resultados poco alentadores para el partido en el poder en las elecciones federales del 2021, que lo llevaron a perder la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, condujeron a que el presidente tomara la decisión de adelantar el proceso sucesorio en Morena.
Pareciera haber existido la decisión de tomar ventaja de una vez respecto a una oposición, que sigue dubitativa respecto a sus candidatos del 2024.
Si nos atenemos a los resultados de las encuestas de intención de voto, que siguen dando una gran ventaja a Morena, pareciera que la decisión fue acertada en la perspectiva de AMLO.
Pero, el riesgo de dar la señal para iniciar la carrera con tanta anticipación es el desgaste de los prospectos y sobre todo el riesgo de fracturas internas.
En los últimos días hemos visto algunas estampas que certifican ese riesgo.
En orden cronológico, hace algunos días volvió a evidenciarse la embestida en contra del senador Ricardo Monreal.
Diversos legisladores y políticos cuestionaron al coordinador de los senadores de Morena, lo que junto con la campaña de Layda Sansores en su contra, puede poner a Monreal en el predicamento de seguir buscando la candidatura de su partido o bien en algún momento buscar nuevas perspectivas.
El 27 de noviembre, en la marcha de respaldo a AMLO por sus cuatro años de gobierno, Marcelo Ebrard, otro de los aspirantes, sufrió una agresión que lo hizo retirarse del contingente cercano a AMLO y a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
Este fin de semana se presentaron dos hechos más que ameritan consignarse.
Por un lado, estuvo la instrucción del INE a Sheinbaum de deslindarse de la campaña de bardas y espectaculares que han surgido en todo el país con la leyenda de: “Es Claudia”.
Y, la jefa de Gobierno, en lugar de simplemente aceptar que no está patrocinando ni impulsando esta campaña, resulta que el sábado protestó la decisión de la autoridad electoral: “Una vez más el INE demuestra su sesgo, talante antidemocrático y conservador, al ordenarme que en medios de comunicación social y con recursos públicos pida a la ciudadanía que no ejerza sus libertades”, señaló el sábado.
Dijo algo así: “cumplo la ley, pero bajo protesta y no estoy de acuerdo que impidan tomar ventaja de ser la favorita”.
Al tiempo que esto sucedía, Ebrard realizó un acto masivo en el World Trade Center de la Ciudad de México, en donde les tomó protesta a cerca de 10 mil personas que lo representarán en los 300 distritos electorales, formalmente en la perspectiva de la encuesta que definirá al candidato de Morena.
Pero, también se podría decir, hay estructura para lo que se ofrezca.
Cuando se ven estas estampas de los últimos días no se puede menos que concluir que López Obrador tiene un problema.
No hay manera de mantener en su cauce el proceso de definición del candidato de Morena, faltando tantos meses para que ello suceda.
Es casi imposible que transcurra de manera ordenada y tersa.
Lo que vamos a ver es una sacudida de pronóstico reservado al interior de Morena.
Y, como ya hemos comentado, hay el riesgo de una fisura que se convierta en grieta y posiblemente en fractura.
Hoy pareciera que Morena tiene todas las de ganar en las elecciones del 2024.
Pero, si Morena no llegara a la elección unido, los riesgos que corre son elevados.
Así como la oposición le ha dejado hasta ahora la cancha libre a Morena, pudiéramos tener unos meses por delante en los que un partido en el gobierno que se divida, empiece a erosionarse y a generar una circunstancia que le haga perder la elección del 2024, a pesar del respaldo de AMLO.
Falta mucho tiempo. Hay demasiadas cosas que aún pueden pasar.
En otro artículo exploraremos las implicaciones de ese hecho para la democracia mexicana.