A partir del día de ayer, la Ciudad de México está en semáforo amarillo. A nivel nacional, hay 14 estados en verde, 15 en amarillo y solo 3 en naranja.
Este cuadro puede hacer creer que la pandemia ya se ha controlado por lo que, desde hace ya varios días se percibe una actitud más relajada de la población respecto a medidas de distanciamiento físico, así como de carácter sanitario.
Uno de los factores que ha contribuido a esa percepción es el proceso de vacunación.
Se han aplicado en nuestro país más de 21 millones de dosis. Sin embargo, quienes han recibido ya el esquema completo, que en su mayoría exige dos dosis, son alrededor de 10 millones de personas, lo que representa el 7.9 por ciento de la población.
Como le hemos comentado en este espacio, lo más probable es que haya algunas decenas de millones de personas que adicionalmente hayan desarrollado al menos una cierta inmunidad temporal, por haberse contagiado y haber sido asintomáticos o solo con síntomas leves, así no se hayan hecho ninguna prueba.
El resultado es que el número de contagios nuevos ahora cayó ya en 86 por ciento respecto al nivel máximo al que llegamos el 21 de enero. En el caso de las personas fallecidas, la caída es del 82 por ciento. En ambos casos, las cifras son comparables con las de mayo de 2020, con la diferencia de que entonces íbamos al alza y ahora vamos en dirección opuesta.
La pregunta pertinente hoy es si podemos considerar que esa reducción ya es irreversible y nos permitirá llegar al nivel de solo algunos cientos de nuevos contagiados diarios y algunas decenas de fallecidos, en cuestión de pocos meses.
Creo que todos quisiéramos responder positivamente a esa pregunta e imaginar que la pandemia ya ha sido controlada en nuestro país.
Sin embargo, no es posible. Las razones son dos. La primera es el bajo porcentaje de personas vacunadas con las dos dosis y la segunda, la experiencia internacional en la que los procesos de reapertura han conducido a un crecimiento de los contagios entre la población no vacunada o parcialmente vacunada.
Una ventaja que tenemos en México respecto a otros países es el promedio de edad de la población.
De acuerdo con el INEGI, la edad promedio en nuestro país es de 29 años, lo cual nos coloca como una nación joven con relación incluso a la región, pues en América Latina el promedio es de 31 años o en Estados Unidos es de 37.
Sin embargo, no hay que perder de vista que la India tiene una población con edad promedio de 26 años y padece la peor crisis de contagios hasta ahora.
Así que el tener una población más joven no es garantía.
La segunda es que mientras más tiempo circule el virus al no obtenerse la inmunidad colectiva o "de rebaño", más probabilidad existen de que se desarrollen mutaciones que aceleren los contagios.
Salvamos afortunadamente la Semana Santa y no se produjo el rebote de los contagios que algunos temíamos. En las próximas semanas veremos si las reuniones que tuvieron lugar este 10 de mayo tampoco tienen incidencia en la trayectoria de los casos.
Aunque las autoridades siguen llamando a tener prudencia y no pensar que la pandemia ya es asunto del pasado, la realidad es que los llamados para mantener el uso del cubrebocas, la sana distancia y las medidas sanitarias, se han debilitado.
Y, con una población cansada del confinamiento y las restricciones, que está ansiosa por regresar a la normalidad, los riesgos son elevados.
Ni modo, a veces hay que hacerle al aguafiestas, sobre todo cuando los responsables de advertir la persistencia de los riesgos no lo hacen.