Estamos por comenzar un debate fiscal. De hecho, las afirmaciones del secretario de Hacienda ayer, en el sentido de que México tiene ‘menos espacio fiscal’ que Estados Unidos para emprender una reforma, es ya un eje de lo que puede implicar el debate.
Permítame darle antecedentes. El gobierno de Donald Trump planteó realizar una reforma fiscal. El eje de esta reforma es la reducción del ISR para las personas y las empresas.
Sobre este punto, parece haber un consenso general entre los legisladores republicanos y el gobierno de EU.
Está en debate cuánto reducir las tasas. Trump había propuesto que el ISR corporativo bajara a 15 por ciento. Y, en el caso del ISR a las personas, la propuesta es dejar sólo cuatro tasas: 0%, 10%, 20% y 25%.
Sin embargo, Trump no ha propuesto la ‘tarifa de ajuste fronterizo’ (BAT) sino un arancel, sin que quede claro a qué importaciones se aplicaría.
La propuesta de Paul Ryan, líder republicano en la Cámara de Representantes, es que el ISR corporativo sea de 20 por ciento y que las tasas para las personas físicas sean de 12%, 25% y 33%.
Pero, además, Ryan sí propone el BAT, a sabiendas de que en el marco de la OMC no se puede proponer un arancel específico como lo ha hecho Trump.
Diversas voces han señalado que en caso de que el gobierno de Trump proponga una reducción de impuestos, México debiera hacerlo también para no perder competitividad fiscal.
Hay que recordar que la tasa general del ISR que hoy se paga en México es de 30 por ciento y que las tasas a las personas físicas van desde 1.92% hasta el 35%.
El planteamiento que ayer hizo Meade es que va a ser muy difícil reducir la proporción de la deuda pública sobre el PIB si se reducen tasas impositivas.
De hecho, las calificadoras más importantes están observantes del desempeño fiscal de México para que, en caso de que no se cumplan los compromisos en materia de reducción del déficit, se baje la calificación de la deuda mexicana.
Se podría discutir si en el largo plazo es compatible una reducción de tasas con un incremento de recaudación. Pero lo que es un hecho es que una baja de tasas en el corto plazo, probablemente causará una baja de ingresos.
El argumento usual cuando se plantea lo anterior, es que es factible reducir las tasas de impuestos sin aumentar la deuda pública… siempre y cuando se reduzca el gasto público.
Evidentemente sí se puede reducir el gasto aún más, pero esa decisión deberían tomarla los legisladores y no sólo el gobierno federal.
Por otro lado, una reducción de ISR implicaría una pérdida de ingresos muy importante para las entidades federativas, pues este impuesto es el componente más significativo de la llamada Recaudación Federal Participable, fuente principal de los ingresos estatales.
Es obvio que todos quisiéramos pagar menos impuestos, el tema es: qué se requiere para que sea económicamente viable hacerlo.
El otro tema de discusión es el BAT. Si EU decidiera aplicarlo, algunos piensan que México debería hacerlo.
El tema es discutible, y dado que se trata de una tarifa aplicable a todos los países que comercian con EU, sería importante pulsar el ambiente internacional antes de ofrecer una respuesta, respuesta que, por cierto, para México podría ser quizás más amplia que una de carácter tributario, y trascender a temas como comercio y seguridad, por citar dos cartas para negociar.
Seguiremos con el asunto próximamente