El economista de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, que se hizo célebre por anticipar la crisis financiera de 2008, nuevamente está activo.
El día de ayer, en una entrevista con Bloomberg TV, dijo que la esperanza de que la recesión que viene sea suave no es más que una ilusión.
De acuerdo con Roubini, la recesión que viene será profunda, estará acompañada de una crisis financiera y no tendrá corta duración.
El factor que a su juicio más va a pesar en la crisis son los elevados niveles de endeudamiento que existen, tanto en los gobiernos como en diferentes grupos privados, lo que va a causar –a su juicio– muy serios problemas en la medida que las tasas de interés sigan aumentando.
Veamos algunos datos para observar si los argumentos de Roubini tienen sustento.
El coeficiente de deuda pública (federal) sobre el PIB en Estados Unidos pasó de 106.8 por ciento en 2019, antes del estallido de la pandemia, a 137.2 por ciento al cierre del 2021.
El incremento fue de poco más de 30 puntos porcentuales en un par de años, un alza fuera de proporción.
La gran diferencia que tiene el gobierno norteamericano respecto a otros es que puede refinanciar su deuda por estar en dólares.
Para un tercer país, un incremento de esa dimensión, si los pasivos estuvieran en la divisa norteamericana, sería fatal.
Obviamente si hay una baja de la actividad económica, por razones meramente artiméticas, esa proporción subiría aún más.
Por lo pronto, no hay riesgo de que el gobierno de Estados Unidos quiebre mientras el dólar sea la divisa de referencia a nivel global.
Otra de las preocupaciones es que la deuda de los hogares se pudiera haber disparado en la pandemia. Sin embargo, los datos de la Reserva Federal señalan que está en niveles de 80 por ciento sobre el PIB cuando antes de la crisis del 2008 había llegado al 100 por ciento.
La deuda corporativa tampoco se disparó. Era equivalente a 190 por ciento antes de que comenzara la pandemia y subió a 199 por ciento al primer trimestre de este año.
No quiere decir que los actuales no sean niveles elevados y que el alza de las tasas no vaya a tener un impacto en las finanzas de los hogares o de las empresas.
Los niveles absolutos son muy altos y más allá del incremento, el riesgo son los impactos que hoy ya existen.
Más que esta problemática financiera, creo que la profundidad de la crisis internacional dependerá de la interacción de diversos fenómenos.
Quizás el mayor foco de preocupación mundial en este momento sea lo que ocurre en Europa.
Como aquí le hemos comentado desde hace meses, si Rusia percibe que ya tiene la fortaleza financiera necesaria, con reservas del orden de 300 mil millones de dólares, pudiendo tener acceso por lo menos a una parte de ellas, podría reducir el abasto de gas a Europa, pegando fuertemente en su actividad económica.
Una circunstancia de freno importante en Europa, combinado con una inflación que no cede y el comienzo de una recesión en EU derivada de las alzas de tasas, podría ser una combinación que incidiera en el ánimo de los inversionistas provocando un disparo en la percepción de riesgo y una corrida en contra de mercados emergentes, como el nuestro.
Una situación así, estaría en el borde de una crisis financiera.
No es en este momento el escenario más probable, pero tampoco es imposible.
Lo que tenemos frente a nosotros es un entorno en el que están creciendo las probabilidades de recesión.
Creo que las profecías del ‘doctor desastre’ no son ahora la principal amenaza.
Pero el mundo hoy es lo suficientemente incierto como para que no se puedan descartar los escenarios de alto riesgo como los que plantea Roubini. Están dentro de lo que puede ocurrir.
Para que luego no digan que no hubo advertencia.