Si no hay sorpresas, a partir de mañana y a lo largo de todo el mes de diciembre, el empleo caerá en alrededor de 370 mil personas. Pero, si prospera esta semana la reforma del outsourcing en los términos que venía la iniciativa, la realidad podría ser mucho peor.
Como ocurre en cada diciembre, desde que existen estadísticas disponibles del IMSS, el número de trabajadores en la economía formal va a retroceder de manera importante.
Eso nada tiene que ver con el outsourcing ni con la reforma laboral. Se trata del comportamiento cíclico del empleo.
La caída que tendríamos este año, si no ocurre la reforma del outsourcing, ni siquiera sería la peor de que se tenga registro. Es probable que el retroceso de 2019 resultara mayor, pues hubo una pérdida de 382 mil empleos.
Hay muchas actividades que cesan en diciembre y que generan el fin de los contratos laborales de muchos trabajadores. Eso es un ciclo que se presenta normalmente igual que el crecimiento del empleo que estacionalmente se presenta en enero.
Los asesores del presidente le contaron que la caída del empleo formal en diciembre derivaba de que las empresas –como el villano de la película– echaban a sus trabajadores antes de que terminara el año para así no pagarles utilidades ni aguinaldos.
Vaya nivel de ignorancia.
El trabajador se hace acreedor a las utilidades –si las hubiera– aunque ya no forme parte de la empresa en diciembre. Y si se le despide antes del pago del aguinaldo también le corresponde la parte proporcional.
Como se lo hemos referido una y otra vez, es cierto que muchas empresas abusaron del esquema de outsourcing, por lo que sí es necesario regularlo.
Pero, si se toma la decisión esta semana de pasar la iniciativa en los términos que fue propuesta, tendremos en diciembre el peor mes para el empleo de toda la historia documentada.
Los cambios en la estructura productiva de las últimas décadas han conducido a que lo dominante en México –como en casi todo el mundo– sea una economía de servicios.
Tanto en la economía formal, según el IMSS, como en el conjunto de la economía, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, el sector servicios emplea al 60 por ciento de la población.
Por su naturaleza, el empleo de los servicios tiende a ser más flexible y cambiante que el del sector industrial.
Sin embargo, la visión del presidente y sus asesores está anclada en el empleo que existía cuando la mayor parte era proporcionado por las industrias.
Si los analistas laborales que asesoran al presidente fueran honestos le hubieran dicho que desde que se aprobó la reforma laboral de 2012, la caída del empleo en diciembre fue de 1.6 por ciento en promedio, mientras que entre el 2000 y el 2011, antes de la reforma, el retroceso promedio fue de 2.0. por ciento.
Es decir, la reforma laboral no solo no acentuó, sino que amortiguó la caída del número de empleados en el último mes del año.
Pero, esa estadística no se va a dar a conocer al presidente, porque sus asesores saben que AMLO busca datos que confirmen sus creencias y no los que se las cuestionen.
El mundo del trabajo que quiere AMLO que exista ya se fue y nunca más va a regresar. Se trata de aquel en el que era mayoría el trabajo industrial que laboraba en fábricas o plantas y en el que predominaban los sindicatos de industria.
Era el mundo de personajes como ‘La Quina’, Fidel Velázquez, Rafael Galván, Demetrio Vallejo, Valentín Campa o Napoleón Gómez Sada.
AMLO quisiera que ese fuera el mundo existente. Y sobre esa creencia impulsa una legislación que puede dar un golpe demoledor al empleo que existe en el mundo real, no en el de sus deseos o imaginación.
Y lo peor es que nadie en su entorno lo conecta con la realidad.
Preparémonos para un impacto peor que el que originó la cancelación del aeropuerto si se aprueba la virtual cancelación del outsourcing.