Agustín Carstens, viejo conocido de los mexicanos, es hoy uno de los economistas más influyentes del mundo.
Encabeza la institución que se conoce como el banco central de los bancos centrales: el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés).
Desde su sede de Basilea, Suiza, tiene una de las perspectivas más globales pues los presidentes y gobernadores de los principales bancos centrales del mundo, discuten en el BIS sus perspectivas y acciones.
Ayer, un pequeño grupo de periodistas latinoamericanos tuvimos la oportunidad de conversar con Carstens respecto a la situación económica global.
A diferencia de algunos analistas que señalan que pronto veremos una catástrofe financiera de proporciones equiparables a la del 2008, Carstens percibe que hoy existen condiciones que hacen mucho más difícil que eso suceda.
Entre ellas, está la fortaleza que tienen las instituciones bancarias hoy día y que no tenían antes de que se desatará la gran crisis de aquellos años.
Sin embargo, admite que hay riesgo de entrar en una etapa de inflación alta e inestable así como de tener un aterrizaje violento en la economía global.
Carstens es cuidadoso y sigue la norma del BIS de no hablar públicamente de los países individuales, la que se ha impuesto en el Banco de Pagos Internacionales desde hace mucho tiempo.
Pero, sin duda manda un mensaje claro a los gobiernos: dejen trabajar a los banqueros centrales.
Hay una propensión natural de los gobiernos a presionar y limitar las decisiones de los bancos centrales autónomos.
A ningún gobierno gusta que haya una entidad que no le rinda cuentas, como en el caso de nuestro país es el Banco de México, que solo informa al Congreso, pero sin ninguna restricción en su funcionamiento.
Y por eso hay formas diversas de ejercer presión.
En el caso de México vimos un ejemplo de ello el viernes pasado cuando el presidente de la República, en su conferencia mañanera, recriminó de nueva cuenta a los banqueros centrales (lease Banco de México) por el alza a las tasas de interés que decidieron.
Resulta que Victoria Rodríguez, la gobernadora, no le rinde pleitesía sino que toma en serio su papel como cabeza de un banco central autónomo.
Si los banqueros centrales no realizan su trabajo adecuadamente respondiendo a las presiones del gobierno y si la inflación no cede, la situación puede ser peor.
Claro que los bancos centrales han tomado posiciones polémicas.
Pero Carstens es cuidadoso de no culpar, por ejemplo, a la Reserva Federal de haber actuado demasiado tarde, pues reconoce que tuvo señales económicas encontradas.
Sin embargo, sí aplaude la acción pronta que tuvieron bancos centrales como el de Brasil o el de México, que comenzaron el ciclo alcista de tasas con una mayor anticipación.
Existe la polémica a nivel internacional respecto a lo que hicieron los ministros de Hacienda y los gobiernos en el pasado, y también lo que hicieron los banqueros centrales.
Algunos acusan a estos últimos de ser los responsables de la situación en la cual nos encontramos por ser excesivamente permisivos en la creación de dinero. Puede ser.
Más allá de culpas y responsabilidades, que ya quedarán para la historia, la clave ahora es manejar con pericia una situación que es sumamente compleja.
Un alza excesiva de las tasas o un retiro violento de la liquidez provocaría un desplome económico y financiero.
Pero, si el ajuste se hace con excesiva lentitud, entonces el problema va a radicar en que las expectativas inflacionarias se arraiguen y entremos a la temida etapa de la estanflación.
La combinación de medidas a tomar y la oportunidad de su aplicación no son obvias ni sencillas.
Requieren estar tomando todos los días el pulso a la situación de la economía debido a las características inéditas que la circunstancia tiene.
Si se cometen hoy errores en la conducción en las políticas monetarias, todos vamos a pagar las consecuencias.
Por esa razón me parece que el señalamiento de Carstens en el sentido de qué se deje trabajar a los banqueros centrales parece bastante razonable. Eso no significa que no se debata públicamente la estrategia y la política, pero lo que sería completamente negativo es que, por razones de índole político, se pusieran trabas a su desempeño.
¿Confía usted más en el gobierno o en el Banco de México para hacer frente a la circunstancias?
Yo, en el Banco de México.