Enrique Quintana: La mayor quiebra bancaria desde el 2008

Las autoridades financieras intervinieron y cerraron el Silicon Valley Bank
Las autoridades financieras intervinieron y cerraron el Silicon Valley Bank
¿En quiebra?Las autoridades financieras intervinieron y cerraron el Silicon Valley Bank
Especial
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Enrique Quintana
Director General Editorial de El Financiero.
2023-03-13 |07:11 Hrs.Actualización07:10 Hrs.

Han aparecido barruntos de tormenta en el mundo financiero.

El Silicon Valley Bank (SVB) era el banco número 16 de los Estados Unidos con activos por 209 mil millones de dólares.

El viernes pasado, las autoridades financieras lo intervinieron y cerraron, con lo que se dio la mayor quiebra bancaria en Estados Unidos desde el 2008.

Ayer, además, la autoridad financiera de EU tomó la decisión de cerrar el Signature Bank, institución especializada en criptoactivos.

Los mercados financieros se pusieron muy nerviosos ante los dos hechos.

Durante jueves y viernes las bolsas de casi todo el mundo se vinieron para abajo. Por ejemplo, el índice Nasdaq bajó en casi 3.8 por ciento en esos dos días.

La caída del SVB tiene efectos directos e indirectos.

Los directos apuntan al mercado al que atendía: las startups de San Francisco.

Habrá quienes se queden descobijadas financieramente ante el cierre del SVB.

Pero, lo más preocupante es el impacto indirecto: el temor de que la quiebra de este banco pudiera preludiar el desplome de otros, como ya se está viendo.

Más allá de las razones específicas del derrumbe del SVB, el origen estuvo en el impacto que sobre el balance del banco tuvo el alza de las tasas de interés que ha aplicado la Reserva Federal.

Es el ABC de las finanzas, que cuando las tasas suben, el precio de los bonos baja. Y si hay instituciones que tienen una gran cantidad de bonos en su balance, eventualmente podrían verse obligados a liquidar a precios muy bajos, como le ocurrió a ese banco, convirtiendo las minusvalías en pérdidas, lo que a su vez propició una corrida y con ella la ruina de la institución.

Todo indica que, por ahora, ante la rápida reacción de la autoridad se ha confinado el riesgo. La quiebra del SVB no va a ser un nuevo Lehman Brothers y no hay una crisis financiera en puerta.

Pero el hecho sí muestra la fragilidad de las instituciones financieras que parecían libres de todo riesgo.

Este hecho, además, se conjugó con las cifras del empleo que fueron dadas a conocer el viernes pasado y que siguen mostrando una economía que tiene gran impulso.

Por lo mismo, es muy posible que vengan más alzas en las tasas para bajar la inflación.

El problema es que mayores tasas incrementan el riesgo de que se repitan casos como el del SVB.

No es el único frente abierto. En Europa, desde hace algunas semanas, el Credit Suisse enfrenta serios problemas y la caída del SVB llevó el precio de la acción del importante banco suizo a un mínimo histórico.

La señal no puede ignorarse.

Los procesos de alza de las tasas en el pasado han traído consigo episodios de inestabilidad financiera a nivel global.

Puede ser que las lecciones de las crisis previas permitan contener los efectos más perniciosos de esta circunstancia.

Pero, también puede ocurrir que, como en otras ocasiones en las que los valores de los activos financieros han tenido que ajustarse rápidamente, se produzcan desajustes que generen un gran desbalance.

No lo sabemos a ciencia cierta.

La pregunta obvia es si en México estamos resguardados ante estos hechos.

Debe reconocerse que no hay manera de cubrirse del todo.

Pero, tampoco tenemos un riesgo significativo en materia bancaria. Nuestro sistema luce muy sólido.

Pero no es imposible que se puede desatar una ola de aversión al riesgo en todo el mundo.

Y, con ello, inevitablemente, el tipo de cambio del peso frente al dólar terminaría su luna de miel, para irse hacia arriba.

Pero, además, se crearían condiciones para mantener las tasas de interés elevadas por un tiempo prolongado con un mayor impacto también en la actividad económica.

La quiebra del SVB nos vuelve a poner sobreaviso de que, aunque haya buenos signos en la economía, los riesgos financieros siguen presentes.

No hay que perderlos de vista.