El día de hoy, existe consenso de que la Junta de Gobierno del Banco de México acordará un incremento de 0.75 puntos porcentuales a su tasa de referencia.
La encuesta quincenal de Citibanamex señala que 33 de 34 economistas e instituciones que fueron interrogados opinan que nuestro banco central va a alinearse con la decisión que el pasado 15 de junio tomó la Reserva Federal.
Con ello, la tasa objetivo del Banxico se ubicaría en 7.75 por ciento y sería la más elevada desde noviembre de 2019.
Previamente, habíamos tenido un ciclo alcista que en diciembre de 2018 llevó las tasas de referencia a 8.25 por ciento, hasta ahora el nivel más elevado desde que el Banxico estableció la política de tasas-objetivo.
Si los pronósticos del consenso de los expertos resultan correctos, ese nivel se va a romper en los siguientes meses, pues se estima que las tasas lleguen a 9.50 por ciento al final de 2022.
Ello le va a pegar al costo de los créditos.
Hoy, la TIIE a 28 días, una tasa usada frecuentemente como referencia de diversos créditos, se ubica en 7.37 por ciento. Si hubiera un incremento de 2.25 puntos porcentuales en este ciclo alcista de tasas, quizás llegara a casi 10 por ciento al final de este año.
La última ocasión que la TIIE había llegado a ese nivel fue en julio de 2001, hace ya más de 20 años.
Esto quiere decir que la mayor parte de las tasas que se cobran a las empresas o a las personas en los siguientes meses, va a ser cada vez más elevada.
Por ejemplo, en un típico crédito para una Pyme en estos momentos la tasa está en TIIE más 7 puntos, más o menos.
Si la tasa de referencia llega al 10 por ciento, hablaríamos de niveles del orden de 17 por ciento, hacia finales de este año o en el siguiente, lo más caro que habíamos visto en mucho tiempo.
En el caso de las tarjetas de crédito, las tasas son mucho mayores ya. El CAT (costo anual total) de muchas tarjetas con límites de crédito por abajo de 50 mil pesos, están entre 50 y 100 por ciento.
El efecto inevitable de una política monetaria restrictiva, como las que se están aplicando en casi todo el mundo, es un alza del costo del dinero.
Y, en ese contexto, es probable que el uso del crédito bancario se reduzca simplemente por ser más caro que antes.
Por lo mismo, también es probable que haya una baja de la demanda global de la economía, que es lo que pretenden los bancos centrales, pues con ello se tenderían a limitar o a reducir las presiones sobre los precios.
En un país como México, en donde hay una pobre bancarización de la economía y un uso limitado del crédito bancario, el efecto que estas medidas tienen es menor que en otros países.
La encuesta trimestral que aplica el Banxico muestra que las fuentes de financiamiento que usan mayormente las empresas son las de sus proveedores, mientras que las personas físicas siguen usando masivamente el efectivo y recurren en muchos casos a canales informales de financiamiento.
Al final, el incremento en los costos del dinero también se va a extender a otros circuitos, pero lo va a hacer con cierto retraso y con menor fuerza, por lo que es probable que la aplicación de “la medicina” deba ser más prolongada, como de facto ya lo es, pues el alza comenzó antes que en Estados Unidos.
El INEGI dio a conocer esta mañana la inflación a la primera quincena de junio y los pronósticos para el futuro no son buenos, así que, probablemente continuemos por un buen tiempo con esta medicina amarga que nos están recetando los bancos centrales y que llevan a muchos a prever una nueva recesión económica en el curso del próximo año.