Enrique Quintana: La oportunidad que se nos está yendo

Cuando comenzó la pandemia y se percibía riesgo en la economía mexicana, la cotización del dólar llegó hasta 25 pesos
Cuando comenzó la pandemia y se percibía riesgo en la economía mexicana, la cotización del dólar llegó hasta 25 pesos
Entre economías.Cuando comenzó la pandemia y se percibía riesgo en la economía mexicana, la cotización del dólar llegó hasta 25 pesos
Especial
autor
Enrique Quintana
Director General Editorial de El Financiero.
2021-04-20 |06:37 Hrs.Actualización06:37 Hrs.


Dos fuerzas tiran de la economía mexicana. Una la empuja al crecimiento y otra la sumerge en el estancamiento.

El resultado del juego de ambas es el comportamiento económico cuyos resultados observamos regularmente.

La economía norteamericana nos jala hacia arriba y las decisiones de política pública del gobierno federal nos empujan hacia abajo.

Ayer, el INEGI dio a conocer que el Indicador Oportuno de Actividad Económica correspondiente a marzo decreció en 2.1 por ciento respecto al mismo nivel del año previo. Será su última caída. En los próximos meses veremos alzas espectaculares.

Las cifras lo confirman, la economía va mejor. Pero hay diferencias interesantes al interior de los sectores.

La actividad industrial ya estuvo en marzo solamente 0.9 por ciento por debajo del nivel del año pasado y apunta a que pronto alcanzará los índices previos a la pandemia.

En contraste, la actividad terciaria, es decir, el comercio y los servicios, decrecieron en 3.1 por ciento y todavía están lejos de retornar a los niveles anteriores al confinamiento.

La industria, y particularmente las manufacturas, son el sector que de manera más directa se beneficia del empuje positivo de la economía de Estados Unidos.

Los datos que evidencian el buen desempeño de nuestros vecinos del norte son cada vez más abundantes.

La semana pasada se dio a conocer que las solicitudes de apoyo por desempleo bajaron al menor nivel desde que comenzó la pandemia, con 576 mil requerimientos.

Las ventas minoristas de marzo crecieron 9 por ciento respecto a febrero, pero 24 por ciento respecto al mismo mes de 2020.

La producción industrial de ese mismo creció en 1.4 por ciento con relación a los niveles de febrero.

En suma, indicador tras indicador, se muestra que la potencia de la recuperación norteamericana es enorme y nos va a arrastrar.

Si no existiera esa otra fuerza que tira hacia abajo, la economía mexicana estaría con uno de los mejores desempeños de su historia reciente.

Vaya. De cualquier manera, tendremos cifras espectaculares y más vale anticiparlas y ponderarlas para que luego no nos sorprendan.

La razón es que la base comparación que tendremos en el segundo trimestre es miserablemente baja.

Imagine que el IGAE tiene cero crecimiento en abril respecto a marzo. Bueno, pues cuando hagamos la comparación con la cifra del año pasado, tendrá un formidable crecimiento de 18 por ciento; y si esa situación prevaleciera en mayo, entonces el ritmo crecería a 20.5 por ciento, cifra nunca vista desde que se calcula ese indicador.

Casi le puedo anticipar que en los días en los que se den a conocer estos resultados, serán el tema central de las “mañaneras”, en las que se explicará el buen desempeño económico de México, aunque en realidad estemos estancados respecto a los resultados de marzo.

El análisis contra factual, es decir, contra los hechos, siempre es escurridizo.

Pero si nos imaginamos por un momento que en nuestro país existieran políticas públicas que favorecieran el crecimiento económico y la inversión, México estaría aprovechando esta coyuntura como pocos países en el mundo, y tendríamos un horizonte de un fuerte crecimiento no solo para este año sino por lo menos para un lustro hacia adelante. Estaríamos en el umbral de uno de los mejores tiempos para el desempeño económico de nuestro país.

Hay oportunidades que no se presentan dos veces en la historia. Son únicas. Se aprovechan o no.

Y, me parece que en medio de los grandes dilemas políticos que hoy estamos viviendo, también estamos perdiendo una opción irrepetible.

Una pérdida que quizás lamentaremos por muchos años.