El sábado 7 de septiembre, el presidente López Obrador afirmó que la reforma judicial no traerá inestabilidad financiera.
“Claro que no, faltan como 20 días todavía, y le están metiendo, queriendo confundir, de que hay mucha inestabilidad porque vamos a llevar la reforma judicial. ¿Qué miedo van a tener? Si lo que queremos es que se acabe la corrupción, desterrar la corrupción”.
La hipótesis de AMLO es que si prospera la reforma judicial nada va a pasar.
Y que todos los señalamientos a propósito de los impactos que este hecho puede tener son estrategias de sus opositores para crear miedo.
Es decir, López Obrador considera que el hecho de que entre el 31 de mayo y el viernes pasado, nuestra moneda se haya devaluado en 17 por ciento es una mera casualidad, una mera coincidencia.
Para él, todo el movimiento de los trabajadores del Poder Judicial en contra de la reforma es una reacción de los conservadores, que quieren mantener sus privilegios; las críticas de gobiernos como los de Estados Unidos y Canadá son pura y simplemente intervencionismo y no corren ningún riesgo las relaciones comerciales de México ni tampoco la inversión.
Concedamos por un momento que tienen la razón quienes proponen esta reforma judicial y que sus argumentos tienen sustento.
En vista de las mayorías que tienen, lo más sensato sería dar el tiempo para convencer al menos a algunos opositores de las virtudes de su propuesta y de esta manera sacarla adelante en el Senado.
Sin embargo, lo importante para Morena en este momento, ya ni siquiera es lograr la aprobación de la reforma. Ello podría alcanzarse en los siguientes meses o en los primeros del próximo año.
Lo importante es que la iniciativa que cuenta con el aval de AMLO se apruebe en su administración, es decir, en los próximos 21 días. Y si puede ser antes de las fiestas patrias, aún mejor.
¿Por qué?
Solo hay dos razones para ello, me parece.
La primera es que los legisladores de Morena, que dependen de la maquinaria política que hoy controla AMLO, puedan dar ese “regalo” a su líder.
Es decir, que lo relevante no es la reforma, sino el orgullo de AMLO de haberla podido sacar adelante durante su mandato.
A ver cuándo la cabeza de la Corte se atreve a mantenerse sentada cuando ingrese a un salón el presidente o presidenta de la República.
El objetivo es dar el mensaje que tanto gusta a AMLO: tengan para que aprendan.
La otra razón es más compleja y tiene que ver con la desconfianza que le tiene AMLO a la presidenta electa.
Claudia ha mostrado una fidelidad a AMLO y su proyecto en tal grado, que le ha valido múltiples críticas.
Pero, quienes saben leer entre líneas han visto el significado de la elección de algunos personajes clave de su gabinete. En ella, ha mostrado una autonomía que seguramente no ha gustado nada a López Obrador, incluyendo el puesto clave de secretario de la Defensa, para el que fue nominado el general Ricardo Trevilla el viernes pasado.
AMLO lo percibe y lo entiende, y no está conforme con decisiones que ha tomado Claudia.
Pero, de la misma manera que ella va a seguir manifestando su respaldo incondicional a AMLO, él no puede criticar abiertamente a la presidenta electa.
Por eso, para él es crucial que una reforma como la judicial no solo salga adelante, sino que lo haga durante su mandato, porque no está seguro de lo que podría pasar después.
Tenemos a un grupo de la clase política que ha perdido la conexión con la realidad.
Para los legisladores de Morena, pareciera más relevante que AMLO quede contento, a que el país pueda entrar en una crisis financiera.
Como AMLO lo declaró el sábado pasado, no creen que la realidad sea la que las cifras dicen.
Nos quedan unos cuantos días para que, de una forma u otra, podamos desmontar el escenario que nos llevaría a una crisis, anunciada y advertida.
Insisto en lo que le he dicho, por el mero autointerés del gobierno de Claudia, ojalá se tomen las decisiones que permitan cambiar ese camino al precipicio.