Hay algunos que así lo creen ya que a pesar de que desde hace varios meses se han anunciado diversos proyectos asociados al proceso de relocalización industrial, estos no se reflejan aún en las cifras de la inversión extranjera directa que llega a México y menos aún en la llamada “nueva inversión”.
Sin embargo, la demanda de espacios en parques industriales, así como el comportamiento de las exportaciones manufactureras que van a Estados Unidos, sobre todo en el ámbito automotriz, nos dice que el nearshoring es una realidad pujante en México.
¿Por qué existe entonces esta disonancia entre algunos indicadores y las percepciones, así como las evidencias en las economías regionales?
Se han comentado factores, como el hecho de que muchas empresas, como por ejemplo Tesla, no han realizado aún sus inversiones, aunque ya están anunciadas y previstas.
Otros señalan que hasta ahora todo es ilusión y que las empresas foráneas no están invirtiendo en México, aunque el gobierno lo diga.
La realidad es otra: tenemos registros que no están reflejando adecuadamente la realidad.
Para que una inversión pueda ser caracterizada como “inversión extranjera directa” por realizar actos de comercio en el país, debe solicitar permiso en el Registro Nacional de Inversiones Extranjeras.
Solo se exenta de este trámite a aquellas entidades que solo pretendan establecer una sucursal o bien una oficina de representación.
La Comisión Nacional de Inversiones Extranjeras también debe autorizar debido a las restricciones legales que existen en algunos sectores.
Es decir, hay una abundante tramitología que se tiene que cumplir para las sociedades extranjeras que llegan a México.
En su página de internet, el Registro Nacional de Inversión Extranjera tiene el listado de sociedades inscritas que incluye algunos datos adicionales como su procedencia y la fecha del inicio de operaciones.
Aunque solo reporte tres sociedades extranjeras que comenzaron actividades en el 2023, resulta que las sociedades mexicanas que registraron inversión extranjera directa en este año son más de 350, y de acuerdo con lo que el propio registro señala, hay un rezago de al menos 40 días.
Muchos extranjeros constituyen sociedades mexicanas y hasta tiempo después registran la inversión proveniente del exterior.
Estos asuntos de registro explican el hecho de que el crecimiento anual de la inversión extranjera directa al tercer trimestre del año sea solo de 2.4 por ciento según los registros de la Secretaría de Economía, pero el crecimiento de la inversión fija bruta del sector privado, de acuerdo con los datos del INEGI resultó de 22.2 por ciento.
De acuerdo con la propia secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, una de las inversiones extranjeras que está más subvaluada en los registros actuales es la inversión proveniente de China. La impresión que tiene la funcionaria es que las empresas chinas tienden a registrar cantidades mucho más pequeñas de inversión -a veces solo de un décima parte- respecto a sus desembolsos reales.
Este señalamiento coincide con lo que diversos secretarios de desarrollo económico o consultores dedicados a la introducción de las inversiones en el país señalan, al referir que el gran cambio que se ha producido en los últimos meses en la inversión foránea es la mayor presencia de inversiones asiáticas, y especialmente de inversiones chinas.
Esta discusión no es simplemente un asunto académico a propósito de la precisión de algunas mediciones económicas, sino que tiene implicaciones serias en las políticas públicas.
Si el nearshoring es mucho más que una ilusión, hay razones sobradas para que los planes de la próxima administración, así como de diversos gobiernos estatales establezcan las condiciones para aprovechar este impulso, entre ellas de manera destacada, la generación de energías renovables.
No se puede exagerar la relevancia que este hecho tiene. El próximo gobierno, sea el que sea, no se puede equivocar de nueva cuenta en la estrategia energética pues podríamos desaprovechar una oportunidad irrepetible.