Ayer se presentaron en la conferencia mañanera diversos elementos vinculados con la política de hidrocarburos para esta administración.
Faltan muchos detalles, pero con lo presentado hasta ahora no encuentro respuesta a la pregunta respecto a cómo se podrá dar viabilidad a Pemex para que ya no sea una carga para las finanzas del Estado… y para que pueda pagar los 402 mil millones de pesos que debe a sus proveedores.
Recordemos que, en el sexenio pasado, Pemex reportó pérdidas acumuladas por 1.3 billones de pesos.
Además, recibió transferencias directas e indirectas del gobierno por más de 1 billón de pesos.
La razón de las pérdidas es la ineficiencia en la operación de las refinerías, administradas por la filial, Pemex Transformación Industrial (PTI).
En el programa presentado ayer, se plantea que habrá ahorros por 50 mil millones de pesos gracias a las eficiencias que se obtendrán a través de la reducción de filiales y otras medidas.
Me temo que este ahorro va a quedarse muy lejos de lo que se requiere.
De hecho, ha trascendido que en el Presupuesto para 2025 habrá una transferencia presupuestal a Pemex del orden de 6 mil millones de dólares, es decir, algo así como 120 mil millones de pesos.
Como para comenzar pidiendo recursos a “papá gobierno”.
El cambio del antiguo Derecho Único de Utilidad Compartida (DUC) por el Derecho Petrolero para el Bienestar (DPB), planteado ayer, que además agrega el derecho de exploración y el derecho de extracción.
El DUC comenzó el sexenio de AMLO en 65 por ciento y lo terminó en 30 por ciento.
El nuevo derecho será igual para los hidrocarburos líquidos y bajará a 11.63 por ciento en el caso del gas no asociado.
De facto, en este año, Pemex ya no estaba pagando derechos, pues fue frecuente que el gobierno decretara la suspensión de esos pagos.
En los primeros nueve meses de 2023, los derechos pagados alcanzaron los 69 mil 580 millones de pesos mientras que, en el mismo plazo de 2024, bajaron a 1 mil 138 millones, una caída de 98 por ciento… y a pesar de esto Pemex perdió mucho dinero.
En lo expuesto no se plantea cómo se logrará que las refinerías de Pemex dejen de generar pérdidas tan voluminosas.
Se plantea que habrá mantenimientos mayores en todas las refinerías para asegurar que haya utilidades operativas en cada una de ellas.
De acuerdo con lo analizado por muchos expertos, no basta con dar mantenimiento. Cuando un motor está desvielado, aunque le hagan afinación y cambio de aceite, no va a funcionar.
Obviamente, el actual gobierno no iba a criticar la gestión de AMLO o de Octavio Romero, quien es funcionario ahora en el Infonavit. Menos aún la de la gobernadora electa de Veracruz, Rocío Nahle.
Pero el decir que se espera que ahora sí se podrá poner en marcha la refinería de Dos Bocas, tras haber sido inaugurada quién sabe cuántas veces, es quizás la mejor muestra del fracaso.
En el caso de la llamada autosuficiencia energética, si en verdad se logra que Dos Bocas produzca 340 mil barriles por día, entonces sí estaremos cerca de un abasto interno de la gasolina que el país consume.
Más allá de los aspectos positivos que pueda tener la estrategia para los hidrocarburos, creo que no será suficiente para garantizar la viabilidad financiera de la empresa.
Si las finanzas públicas tuvieran amplios márgenes de maniobra para seguir transfiriendo recursos a Pemex, se podría asumir que eso es el costo de mantener los precios internos de las gasolinas sin incrementos por arriba de la inflación.
Pero con las finanzas públicas ajustadas que tenemos, será una completa irracionalidad mantener un esquema operativo que cueste cientos de miles de millones de pesos en este sexenio. Simplemente, no va a alcanzar.