Van siete días, prácticamente continuos, que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, aborda el tema de la UNAM en la conferencia mañanera.
Una y otra vez ha expresado de diferentes maneras que la UNAM se ‘derechizó', que fue cómplice de los gobiernos neoliberales y que no hizo crítica a todo lo que ocurrió en aquella etapa.
Fuera de sus partidarios incondicionales, como la egresada la Facultad de Ciencias de la UNAM, la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, el presidente ha recibido críticas generalizadas, incluyendo la de su embajador en las Naciones Unidas, el exrector Juan Ramón de la Fuente. Obviamente, con todas las formas diplomáticas, invitando al debate.
Desconozco cuál sea la motivación específica de López Obrador para haber puesto este tema como un asunto prioritario de la discusión nacional.
Le he comentado en este espacio que un ingrediente importante de su triunfo fue el respaldo de los universitarios, desde luego no sólo de la UNAM, sino de muchas otras universidades en la Ciudad de México y en otros puntos de la República.
Hoy, el presidente pareciera estar en la disposición de quemar naves. De romper por entero con la visión de los universitarios y de asumirlos como adversarios.
¿Qué es lo que puede llevar a esa percepción luego del apoyo que recibió en el 2018?
Se le pueden criticar muchas cosas al presidente de la República, pero no el ser ingenuo en cuestiones políticas. Es un hombre perceptivo y observador.
Probablemente, una de las posibilidades es que proyecte para la campaña de 2024 con una visión en la cual ponga de un lado a lo que él genéricamente denomina ‘el pueblo’, lo que significa sobre todo un conjunto de segmentos de la población con los ingresos más bajos y también baja escolaridad, y del otro lado coloque al resto de la población, incluyendo a las clases medias, que han tenido como una de sus fuentes importantes a los egresados de la UNAM.
Recordemos que somos un país cuya escolaridad media es la secundaria.
Así que, aunque hayamos sido millones quienes pudimos estudiar la educación superior de este país en virtud de las ventajas que daba la educación pública, seguimos siendo una minoría.
Pese a cambios de planes de estudio y de mentalidades, AMLO sabe que nuestra formación fue crítica y científica.
Eso nos ha llevado a ver el mundo con una visión que no admite un sometimiento intelectual, por lo menos de manera generalizada.
Muchos estudiamos, teniendo como nuestra referencia al movimiento estudiantil de 1968 y la visión de que nuestra formación en el pensamiento crítico y en el rigor del pensamiento científico, era la mejor manera de apoyar al pueblo que nos pagaba nuestra formación.
Sin embargo, el presidente de la República parece estar casado con solo una visión de la realidad: la suya.
Y supone que todas las que disienten tienen que ver con intereses y con la perversión de la visión social de la UNAM.
Las clases medias de México, especialmente quienes han sido egresados de las universidades públicas, y que hoy se han convertido en críticas del gobierno luego de haberlo respaldado en el proceso electoral de 2018, han roto en muy amplios segmentos con el gobierno de López Obrador.
Y él está siendo consecuente con ese hecho y rompiendo con los universitarios.
Hay quienes piensen que el tema de la UNAM ha sido un mero distractor de otros problemas nacionales. No lo creo así.
Me parece que el presidente de la República sabe que tiene que ajustar cuentas con la UNAM antes de que comiencen las campañas del 2024.
Y hoy lo está haciendo.
¿Harán lo propio los universitarios?
O, como ha ocurrido en otras ocasiones, ¿habrá una parálisis derivada del desconcierto y el miedo?
Pareciera que hay pocos universitarios respecto a la población del país, pero creo que lo que hagan puede ser determinante de lo que suceda en 2024.
Quienes venimos de padres campesinos, orgullosos de dar a sus hijos una formación universitaria, sabemos lo importante que puede ser para ‘el pueblo’ lo que digan los egresados de las universidades públicas.