Enrique Quintana: Por qué importan las palabras de Ernesto Zedillo

Además de ser expresidente, es director del Centro de Estudios sobre la Globalización en la Universidad de Yale
Además de ser expresidente, es director del Centro de Estudios sobre la Globalización en la Universidad de Yale
Ernesto Zedillo.Además de ser expresidente, es director del Centro de Estudios sobre la Globalización en la Universidad de Yale
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Enrique Quintana
Director General Editorial de El Financiero.
2024-09-18 |07:17 Hrs.Actualización07:16 Hrs.

En México hay cinco expresidentes de la República que están vivos. A partir del 1 de octubre serán seis.

¿Cuál ha sido su participación reciente en la vida pública de México?

Enrique Peña Nieto prácticamente no ha expresado opiniones públicas respecto al desempeño del gobierno de quien fue su sucesor.

Felipe Calderón ha tenido un intenso activismo, sobre todo en redes sociales, cuestionando múltiples aspectos de la política de AMLO.

Vicente Fox ha tenido un intenso protagonismo, pero con una influencia cada vez más escasa, pues se percibe carente de toda seriedad.

Ernesto Zedillo, hasta el pasado fin de semana, se había mantenido totalmente distante de la situación del país de la que no daba opiniones públicas pese a ser conferencista regular en eventos cerrados.

Carlos Salinas de Gortari tampoco ha expresado puntos de vista públicos respecto al gobierno de López Obrador.

De esta lista, me parece que la voz que tiene mayor influencia y credibilidad es Zedillo, quien además de expresidente es director del Centro de Estudios sobre la Globalización en la Universidad de Yale, además de participar en múltiples organismos académicos y de carácter multilateral.

Uno puede haber tenido discrepancias con la gestión que realizó entre diciembre de 1994 y noviembre del año 2000, pero fue exitosa y trascendente.

Tras la crisis de diciembre de 1994, en la que su gobierno sin duda tuvo parte de responsabilidad, logró darle la vuelta a la economía y pese a la caída de 1995, logró un crecimiento promedio del PIB de 3.4 por ciento al año, que ahora parece inalcanzable.

Pero, además, fue el factor determinante en la construcción de la democracia moderna en México.

El Poder Judicial autónomo que tuvimos hasta ahora y la autoridad electoral realmente independiente se lograron en buena medida por la autoridad de Zedillo.

El reconocimiento del triunfo opositor en el año 2000, pese a las críticas y presiones de su partido, demostró su vocación.

El que, después de un cuarto de siglo de haber estado callado, opte por expresar críticas muy fuertes hacia la reforma judicial que fue promulgada, refleja la trascendencia de la reforma y los temores de Zedillo.

Como era de esperarse, ayer, el presidente López Obrador respondió a las críticas del expresidente cuestionándolo por el Fobaproa, las privatizaciones, el “error de diciembre”, y sus actividades profesionales al haber dejado la Presidencia de la República.

Sin embargo, no le dio mayor importancia a las declaraciones del expresidente y criticó a quienes lo invitaron, señalando “que hacen el ridículo”. La presidenta electa Claudia Sheinbaum señaló que Zedillo entiende la democracia de manera diferente.

Las opiniones de Zedillo no van a generar un movimiento opositor a la reforma judicial; tampoco van a propiciar una corrida contra el peso.

Pero, tengo la certeza de que en múltiples consejos de administración en México y en otros países, se ponderarán y valorarán, y las decisiones que tomen las empresas van a considerar su juicio con un insumo relevante.

No es un analista que cada semana emita opiniones, ni un político charlatán que como dice una cosa también dice otra.

Se trata de un actor de la vida pública de México que es sobrio, reservado, y que no habla sin pensarlo. Tanto que no lo había hecho públicamente en 25 años.

En la entrevista que ayer le hizo Ciro Gómez Leyva fue cuidadoso al diferenciar los juicios respecto a López Obrador de los que emitió sobre Claudia Sheinbaum. Dijo lo siguiente:

La doctora Sheinbaum tendrá que tomar una decisión muy importante. Ella puede ser la opción de ser el rostro sin ningún poder del régimen de partido en una tiranía, o ella puede ser, y creo que tiene la capacidad y habrá, espero, que tenga la visión para ser presidenta de una República democrática, de una República progresista, una República en donde se construya y respete el Estado de derecho. Lo veremos”.

Aún hay mucho que observar, pues estamos a 13 días de que comience un nuevo gobierno.