La presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta una paradoja relacionada con el poder que tiene: concentrará un enorme poder, como desde hace muchos años no tenía el Jefe del Ejecutivo… pero al mismo tiempo tendrá condicionamientos como no se han visto antes para una presidencia.
En solo 11 días se convertirá en la primera mujer que encabece la Presidencia. La primera Presidenta de la historia en México.
Pero, además, tendrá un conjunto de facultades y poderes formales que no habían tenido por muchos años los presidentes de la República.
El último presidente que tuvo a un Congreso con mayoría calificada de su partido y sus aliados en las dos cámaras fue Miguel de la Madrid, quien asumió el poder en 1982, hace 42 años.
El último presidente que tenía control pleno de la Suprema Corte, como lo tendrá Sheinbaum a partir de septiembre de 2025, fue Carlos Salinas de Gortari.
Ningún presidente había tenido a las Fuerzas Armadas, con la facultad constitucional de realizar las actividades que la presidenta les quiera asignar, tras las reformas aprobadas por el Congreso.
Lo hizo AMLO, pero sin el sustento legal.
Hoy existen todos los elementos para que las Fuerzas Armadas se sientan seguras en lo que hacen.
La concentración del poder en manos de Claudia Sheinbaum no se había visto en México desde hace muchas décadas.
Pero eso no quiere decir que no vayan a existir contrapesos.
Los tradicionales: Congreso, Corte, partidos, estados… van diluyéndose.
Pero, habrá otros.
A diferencia de lo que ocurría en la década de los 80s del siglo pasado, México ha incrementado fuertemente su relación con el mundo, sobre todo en el ámbito económico.
El año pasado, la suma de exportaciones e importaciones de bienes sumó 1 billón 191 mil millones de dólares.
El PIB de México es del orden de 25 billones de pesos a precios nominales. De modo que, convirtiendo este monto a una paridad de 19 pesos, da un valor de 1.3 billones de dólares.
Es decir, el valor de nuestro comercio exterior equivale al 91 por ciento del PIB. De esa magnitud es nuestra relación comercial con el mundo.
El poder de la presidenta deberá tomar en cuenta que México depende del exterior mucho más que en el pasado, nuestra dependencia mayor es con Estados Unidos.
Por eso, la relación con nuestro vecino del norte y lo que ocurra con el TMEC en el futuro próximo serán un fuerte condicionante del gobierno y de la presidenta Sheinbaum.
Pero, hay otro condicionamiento poderoso: la salud de las finanzas públicas.
Al presidente López Obrador no le gustan las calificadoras. Frecuentemente criticó sus opiniones.
El problema es que la deuda del sector público alcanza ya más o menos el 50 por ciento del PIB.
Es cierto que han existido épocas en las que proporcionalmente la deuda era mayor. Pero, la cantidad de deuda que hoy tenemos no es baja y una eventual degradación de su calificación puede afectar la estabilidad de las finanzas públicas. No se diga si en algún momento del futuro se llegara a perder el llamado grado de inversión. Nos veríamos en serios problemas, no como gobierno, sino como país.
Pese al poder en manos de la presidenta, no podrá gastar tantos recursos como quizás pensó que podría hacer, ni estará en capacidad de emprender todos los proyectos que quizás deseara salvo que incurra en indisciplina fiscal… o que abriera muchos más espacios a la inversión privada.
En ese contexto, otra restricción al poder de Claudia Sheinbaum se llama Andrés Manuel López Obrador.
Quien todavía es presidente y lo será los siguientes 11 días le marcó una agenda y le puso a un buen número de colaboradores.
Pero, además, será vigilante de lo que haga Sheinbaum para intervenir si percibe que su ‘legado’ puede estar en riesgo.
Por eso la paradoja del gran poder de quien será presidenta constitucional en 11 días.
Tendrá una autoridad inédita en función del resultado electoral y de los arreglos políticos que se han hecho, pero los condicionamientos que enfrentará también resultarán de muy poderosos.
Veremos como navega en este entorno tan complejo.