¿Piensa usted que los mexicanos somos especiales? ¿Acaso tenemos genes que no compartimos con los habitantes de otras nacionalidades?
Supongo que su respuesta fue negativa. Finalmente somos seres humanos, como los que habitan en cualquier lugar del mundo. Somos la misma especie.
Pareciera, no obstante, que en el discurso político del actual gobierno, así como en el comportamiento de nuestra sociedad, nos asumimos como si fuéramos extraterrestres.
¿A cuento de qué viene la anterior reflexión?
Por lo que estamos viendo en la evolución de la pandemia de COVID-19.
Hoy, en Europa se está viviendo la circunstancia más crítica desde los meses de marzo y abril.
En París, los hospitales nuevamente están al borde del colapso. En Barcelona, decidieron cerrar nuevamente los bares y restaurantes. En Madrid, los habitantes están confinados y no pueden entrar y salir de su localidad salvo motivo justificado. En Londres, usted no puede ir a comer a la casa de su mamá. Están prohibidas las reuniones entre grupos que no vivan en el mismo techo.
Éstos son sólo algunos ejemplos de las medidas que se han tenido que tomar ante la segunda ola de la pandemia.
No hay sorpresas.
Esta circunstancia era previsible y la describimos en este espacio desde hace muchos meses. Y no por tener información privilegiada, sino porque era lo que señalaba la mayoría de los especialistas.
En Estados Unidos, también se han empezado a aplicar de manera más tímida restricciones a la movilidad en algunos puntos. Los contagios van en ascenso de nueva cuenta y es muy probable que en cuestión de algunas semanas veamos acciones más drásticas.
Como en el principio de esta pandemia, tenemos el privilegio de que las tendencias aparecen primero en otros lugares, lo que nos permitiría en México aprender y aplicar las lecciones de lo que pasa en esos puntos.
Sin embargo, pareciera existir una creencia mágica de que somos inmunes, que la pandemia nos hace lo que el viento a Juárez. Lo dice desde el comerciante ambulante hasta el gran empresario.
Al término de marzo, cuando se empezaba el confinamiento, el presidente López Obrador señaló que éramos una raza resistente a las adversidades.
Y, por las decisiones de política sanitaria que se han tomado, pareciera que así se cree y que por lo tanto ni hay que protegernos con un cubrebocas ni tampoco hay que refaccionarnos con un apoyo fiscal. Los mexicanos aguantamos.
La realidad es terca, lo hemos dicho. De acuerdo con las propias cifras oficiales, los fallecidos este año en la Ciudad de México duplican el nivel promedio del periodo 2016-19, en las semanas de pandemia. Si ese comportamiento se replica a escala nacional, habría un estimado de alrededor de 170 mil fallecidos a nivel nacional directa o indirectamente por la pandemia.
Somos iguales. No somos extraterrestres. Y por esa razón, si tanto autoridades como sociedad no aprendemos de las lecciones de lo que está sucediendo en Europa, nos amenaza un fin de año crítico.
¿O acaso pensamos –como ocurrió en los primeros meses del año– que lo que pasa en Europa aquí no va a ocurrir?
No podemos olvidar que la última gran epidemia en el mundo, la llamada ‘gripe española’, con su segunda ola, golpeó con mucha más fuerza que con la primera.
No sé si las cosas serán como en aquel invierno de 1918-19, pero lo cierto es que si el gobierno no toma las decisiones para protegernos por el hecho de tener un costo político que no quiere asumir, la responsabilidad va a ser exclusivamente nuestra.
No lo olvidemos. No somos extraterrestres.