Enrique Quintana: Sustitución de importaciones hoy se llama “nearshoring”

El objeto era que nuestras economías dejaran de comprar productos importados, sobre todo industrializados
El objeto era que nuestras economías dejaran de comprar productos importados, sobre todo industrializados
Norteamérica.El objeto era que nuestras economías dejaran de comprar productos importados, sobre todo industrializados
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Enrique Quintana
Director General Editorial de El Financiero.
2023-01-13 |06:59 Hrs.Actualización06:59 Hrs.

Uno de los acuerdos concretos establecidos en la reunión de los líderes de los países de Norteamérica, anunciado por el presidente López Obrador, es trabajar en la búsqueda de una estrategia de “sustitución de importaciones” a la región.

De hecho, ayer el canciller Marcelo Ebrard habló de una meta de 25 por ciento de las que se realizan de Asia.

El uso de la denominación “sustitución de importaciones”, generó mucho ruido al evocarse algo que se buscó en la región hace ya varias décadas.

Desde la etapa de los 60 en el siglo pasado en América Latina se desarrolló una estrategia que se denominó de la misma manera y que se asoció al proteccionismo.

El objeto era que nuestras economías dejaran de comprar productos importados, sobre todo industrializados. Y para ello, se diseñaron esquemas arancelarios para encarecer los productos comprados en el exterior y dar ventaja a los productos locales.

Aunque algunos han satanizado la estrategia, la realidad es que por algunos años sí contribuyó al crecimiento industrial de México.

Desde luego que la economía mundial hoy es muy diferente respecto a lo que existía hace medio siglo o poco más.

En particular, tras la creación de la Organización Mundial de Comercio en 1995 y en particular, luego del ingreso de China en 2001, la economía mundial cambió drásticamente.

Los países dejaron de buscar la “autosuficiencia” y se desarrollaron más bien estrategias de desconcentración de procesos manufactureros para buscar la máxima eficiencia.

En nuestra región, también ocurrió lo propio, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica en 1994.

Pretender hoy regresar a la “autosuficiencia” no tiene ningún sentido.

La realidad es que la estrategia que debe discutirse entre los tres países que hoy forman el TMEC es cómo lograr atraer a la región etapas del proceso de manufactura que en los últimos 25 años se trasladaron a China y otros países asiáticos.

La vulnerabilidad de las cadenas de suministro ante eventos como la pandemia y sus secuelas o la invasión rusa de Ucrania, condujeron a un cambio de lógica de muchas empresas.

En pocas palabras, el propósito de ese comité de 12 personas de los tres países debiera ser el construir las condiciones para la atracción de inversiones a la región, y reducir las importaciones de China.

Se estima que el volumen de productos que Estados Unidos compró a los chinos cerró el 2022 en más de 550 mil millones de dólares, y es el país número uno en cuanto a ventas a Estados Unidos, por arriba de México y Canadá.

Para México, las importaciones provenientes de China ocupan el segundo lugar, solo detrás de las de Estados Unidos y alcanzan cerca de 110 mil millones de dólares al año.

A estas cifras hay que sumar otros 70 mil millones de dólares que Canadá importa del gigante asiático.

De modo que el total de las importaciones chinas para la región es de más de 700 mil millones de dólares.

La estrategia que realmente habrán de discutir los expertos de los tres países que forman el TMEC es cómo bajar este monto a partir de que plantas que hoy se encuentran en Asia se trasladen a la región.

Para México esto significa impulsar el llamado “nearshoring”.

Y en el comité que habrá de formarse se va a encontrar que uno de los principales obstáculos que existen en nuestro país para impulsar el “nearshoring” es el abasto de energía eléctrica y en particular de energías limpias.

El lector sabe que en este espacio hemos insistido una y otra vez respecto a la necesidad de revertir la política energética que interrumpió el proceso de inversiones en la generación de electricidad limpia en México.

Esperemos que cuando Marcelo Ebrard, Rogelio Ramírez de la O, Raquel Buenrostro y Alfonso Romo le reporten al presidente López Obrador los hallazgos de este comité, logren convencerlo de que hay que dar un giro a la política energética, así sea en la última parte de su sexenio, para aprovechar el cambio global y fortalecer el crecimiento del país.

Lo que alguna vez hizo la estrategia de sustitución de importaciones en los 60 del siglo pasado lo puede hacer ahora el “nearshoring”… si México logra aprovechar la oportunidad.