El presidente López Obrador usó ayer una expresión coloquial para referirse a la elección de Javier Milei como nuevo presidente de Argentina: fue un ‘autogol’.
Cuando alguien se hace daño a sí mismo o a su equipo, se dice que se metió un autogol, un gol en la propia portería, en lugar de anotarlo en la de los adversarios.
AMLO no es el único que piensa de esa manera.
Antes de que calificara a la segunda vuelta electoral, incluso en Argentina, muchas personas, simpatizantes de la economía de mercado, consideraban también que elegir a Milei sería un error.
El personaje es radical y excéntrico. Si realiza todo lo que ofreció, no es imposible que cause una eclosión en la economía y en la sociedad argentinas.
Pero, su elección respondió a la reacción un amplio segmento de la sociedad al desastre de la economía argentina, la cual compite con Venezuela por el nivel inflacionario más elevado de la región.
Los ‘autogoles’ casi siempre se anotan cuando hay desesperación de los electores.
Estamos en tiempos de una frustración generalizada de la población con los partidos y con los políticos tradicionales.
Por ejemplo, la elección de Donald Trump en Estados Unidos en noviembre de 2016, en realidad fue la de un político disruptivo y radical.
Afortunadamente para México, se pudo frenar su intención de repudiar el TLCAN, pero hay que recordar que pretendió hacerlo.
Jair Bolsonaro es otro caso de un político emergente y disruptivo en la región. Pero igualmente, los triunfos de las fuerzas políticas que postularon a Petro en Colombia o Boric en Chile, también fueron la expresión de otros episodios de naufragio de las fuerzas políticas tradicionales.
En México, el triunfo de AMLO en 2018 debe considerarse una expresión del mismo fenómeno de hartazgo del electorado con los partidos tradicionales. Morena apenas había participado en un proceso electoral federal en el 2015.
¿Cuáles de estas elecciones pueden considerarse como ‘autogoles’ de los electores?
No está claro aún.
En el caso de México, tuvimos una primera parte del sexenio con muy malos resultados económicos, atribuibles tanto a la pandemia como las decisiones del gobierno. En 2019 y 2020, el PIB cayó en un porcentaje acumulado de 8.9 por ciento. La inflación, como en otros lugares del mundo de disparó hasta 8.7 por ciento, el nivel más elevado en 22 años.
Sin embargo, a partir de 2021, la economía reemprendió el crecimiento y hasta el estimado para el cierre de este año, el PIB habrá aumentado en 13.7 por ciento en los últimos tres años. Y la inflación, ya bajó desde el nivel que referíamos en septiembre del 2022 al 4.26 por ciento en octubre de este año.
Una parte del impulso económico se debe a nuestra estrecha relación con EU, pero otra parte también a políticas domésticas.
Sin embargo, no sabremos nunca, bien a bien, lo que perdimos en materia de crecimiento y bienestar por decisiones como la cancelación del nuevo aeropuerto o el giro de la política energética, por citar un par de casos.
No sabemos en qué medida los mexicanos también nos metimos un ‘autogol’, como piensa el presidente López Obrador que hicieron los argentinos al haber elegido a Javier Milei como su presidente.
Lo que sí es un hecho es que el nivel de hartazgo que nuestro país tenía en 2018 por la corrupción y la inseguridad se parece al que tenían los argentinos con el kirchnerismo.
Milei obtuvo en la segunda vuelta un 56 por ciento de los votos emitidos, una cifra no muy distante del 53.2 por ciento de los votos totales, que obtuvo AMLO.
No sabemos cuál vaya a ser el desempeño de Argentina a partir de que el 10 de diciembre asuma Milei la presidencia y tampoco estamos ciertos de lo que vaya a pasar en las elecciones del 2 de junio en México.
Pero, lo que sí es un hecho es que los electorados de todas partes se han vuelto más impacientes y poco fieles a los políticos y partidos que respaldan.
Creo que seguiremos viviendo este ‘tiempo de autogoles’.