Fernando Dworak: La oposición según Rabelais

Según Batres, el 'nuevo derecho', para ser cercano a la gente, debe ser accesible para todas las personas
Según Batres, el 'nuevo derecho', para ser cercano a la gente, debe ser accesible para todas las personas
Idea clave de la 4T.Según Batres, el 'nuevo derecho', para ser cercano a la gente, debe ser accesible para todas las personas
Cuartoscuro
autor
Fernando Dworak
Analista y consultor político
2024-10-31 |07:32 Hrs.Actualización07:32 Hrs.

Uno de mis pasajes de novela favoritos es cuando el gigante Pantagruel y su comitiva visitan París, y se encuentran con un estudiante de la Sorbona. El joven contesta las preguntas del gigante con frases rebuscadas, una galantería cursi y palabras que casi nadie entiende. Poco a poco, vemos como el personaje creado por Rabelais se va desesperando ante la pedantería del estudiante, hasta que lo agarra del cuello y le obliga a hablar como gente normal.

Lo anterior viene a la mente después de leer la más reciente columna dominical de la ministra Lenia Batres en un reconocido diario nacional, donde cuelga múltiples calificativos peyorativos a las personas abogadas “de siempre”, presentándose ella y otras personas afines como parte de un nuevo derecho más cercano a la gente. Para no hacer el cuento largo, ninguno de esos elementos va más allá de la propaganda y la comparación simplista y maniquea.

Sin embargo, hay un elemento a resaltar y que hace su lectura indispensable: entre los atributos del gremio que llamaríamos tradicional se encontraba un lenguaje confuso e inaccesible. Al contrario, se resalta numerosas veces que el nuevo derecho, para ser cercano a la gente, debe ser accesible para todas las personas. Quizás gracias a este elemento el artículo de la ministra debería ser referencia obligatoria para quienes desean saber por qué el actual gobierno ha sido tan exitoso.

Si queremos superar al populismo, es necesario reconocer dónde no se equivoca, y aquí encontramos una de sus fortalezas: los efectos de sus propuestas pueden llevar al país a la catástrofe, y seguramente la ciudadanía los rechazaría si tuvieran una idea de qué implican. Sin embargo, goza de una enorme popularidad porque no solo es comprensible para la mayoría, sino también emocionante. La gente les entiende, pues.

Al contrario, soy de quienes están convencidos que la oposición tiene en este momento la razón jurídica de su paso. Sin embargo, la gran mayoría de sus personas políticas, académicas y comentaristas son rimbombantes estudiantes de la Sorbona, que solamente son capaces de hablarle a un público muy reducido y prácticamente irrelevante políticamente, mientras se dan mutuamente palmaditas en la espalda y se dan like en las redes sociales, con cada comentario complejo y “pegador” que dan.

De hecho, se podría decir que esa incapacidad de comunicar es una de las razones del colapso de la clase política tradicional en 2018. En su libro Sin palabras. ¿Qué ha pasado con el lenguaje de la política?, el periodista Mark Thompson afirma que en las últimas décadas la élite política adoptó un lenguaje técnico para expresar sus posturas, programas y políticas. Eso los distanció de la ciudadanía, arraigando la idea de que solamente proponían cosas que beneficiaban a una minoría y sus intereses.

En consecuencia, y también según Thompson, los políticos populistas destacan por su imagen de autenticidad: visten, piensan y hablan como la mayoría de la gente y, gracias al desgaste y desprestigio de la clase política “tradicional”, acceden al poder y proponen agendas también acordes a sus intereses, pero con gran respaldo popular. A final de cuentas, si ellos son como “la mayoría del pueblo”, entonces harían lo que cualquier otra persona haría estando en su lugar. Por eso también son más tolerados que personas políticas “tradicionales”.

¿Se puede hacer algo? En este caso, serviría aprender a divulgar. Una de las mayores miserias en la vida pública es tener solamente la razón. Para vencer al actual gobierno hay que seducir a la imaginación de las mayorías, presentando una alternativa igual de atractiva. Pero para ello es necesario agarrar del cuello a los actuales estudiantes de la Sorbona y ver cuáles pueden hablar normal, y cuáles deberían de plano retirarse.