Se dice en política que un personaje público tiene su “caballito de batalla” cuando promueve de manera continua un tema que, si bien sabe que tiene pocas posibilidades de progresar, sabe que hacerlo le genera posicionamiento, algo de credibilidad ante sus públicos y, si sabe dosificarlo, vigencia. Puede ser algo grandilocuente como la “Reforma del Estado”, o la liberalización de las drogas, e incluso cosas de impacto local como la salida del Pacto Fiscal.
De hecho, hace unos días, el todavía gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, declaró haber iniciado la ruta jurídica para salir del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, al entregar la iniciativa a las personas diputadas federales de su partido, Movimiento Ciudadano, para que comiencen su cabildeo en la Cámara de Diputados. Sostuvo que se trata de “un mecanismo anacrónico, inoperante, injusto, contrario a fomentar el desarrollo económico y social de las entidades federativas, sometiéndolas a un régimen centralista y discrecional”.
La respuesta es la sorna fácil. Por ejemplo, el miércoles el Secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, contestó al reclamo de los emecistas y priístas diciendo que si bien Jalisco es un estado grande y productivo, tiene una dependencia demasiado alta de las participaciones federales de 86% del ingreso, rematando con una invitación: “Lo que les puedo decir es que en la Secretaría de Hacienda tenemos mucho interés en apoyarlos para fortalecer su recaudación local, y eso lo vamos a hacer con mucho gusto para que esta dependencia del ingreso federal reduzca de 86% a un porcentaje que refleje mejor la capacidad económica del estado de Jalisco”.
Justamente hace cuatro años, en noviembre de 2020, la Alianza Federalista, formada por varios gobernadores de oposición entre los que estaban el propio Alfaro y otros como Javier Corral, demandaban aprobar un nuevo pacto fiscal, proponiendo una reforma al presupuesto de egresos de 2021 con lo que llamaban “Federalismo Equilibrado”.
Aunque pidieron audiencia al presidente, él los bateó diciendo que los vería sin politiquerías, mientras acababa de desarmar organizaciones de gobernadores como la Conago. Vaya, López Obrador ni siquiera los recibió para tomar agüitas frescas, garnachas o tamales de chipilín. Además, muchos de esos gobernadores estaban preparándose para las elecciones de 2021 como para entrar en otro frente con el ejecutivo federal.
¿Qué hacer? Sería conveniente, si Alfaro desea ser creíble, no solamente contestarle al secretario Ramírez de la O de por qué apenas cobran sus impuestos locales. También valdría la pena, para legitimar su reclamo, cómo se distinguen de la federación en temas como seguridad, estado de derecho, transparencia y rendición de cuentas o competitividad. Si van a poner como excusa que no hacen gran cosa porque no tienen dinero, sin tratar esos temas, es fácil desacreditarlos ante el imaginario popular.