Fernando Dworak: ¿Y si le damos el beneficio de la duda a Alito?

lejandro Moreno no ha mostrado escrúpulos al hacer lo que hizo
lejandro Moreno no ha mostrado escrúpulos al hacer lo que hizo
¿El nuevo PRI?lejandro Moreno no ha mostrado escrúpulos al hacer lo que hizo
Cuartoscuro
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Fernando Dworak
Analista y consultor político
2024-07-11 |07:08 Hrs.Actualización07:38 Hrs.


Coincido don quienes han afirmado que el PRI cometió un suicidio el domingo pasado, durante su pasada asamblea extraordinaria. Sin embargo, si entendemos que Alejandro Moreno no ha mostrado escrúpulos al hacer lo que hizo, quitémonos todo escrúpulo para ponernos en sus zapatos y, con la cabeza un poco más fría, pensar si vale la pena darle el beneficio de la duda: ¿será que de verdad quiere reformar al tricolor? ¿Qué tan realistas son sus ideas al respecto? O ¿simplemente busca administrar derrotas mientras dure la franquicia?

Para empezar, hay que entender que el peso del discurso moral de López Obrador, el cual también intentará usar Claudia Sheinbaum, no solo depende de la percepción que una mayoría tenga sobre la bondad del actual gobierno y de sus intenciones. También pesan mucho los negativos acumulados por el sistema de partidos tradicional a lo largo de décadas. Remontar este base pasará obligatoriamente por entender la derrota de 2018 y sus razones.

Si el presidente gobierna a través de un entorno emocional exacerbado, es imposible vencerle con razones o argumentos técnicos: es indispensable presentar una alternativa igual de atractiva para seducir la imaginación de la ciudadanía. Pero antes se tiene que recuperar la credibilidad – y es difícil lograr eso si siguen las mismas personas de siempre.

Al respecto, coincido totalmente con Alito en comenzar a dejar a un lado a las viejas dirigencias: en este momento, el mayor acto de patriotismo que podrían realizar es pedir perdón y retirarse a la vida privada. Tiene toda la razón cuando señala que son parte del problema. Sin embargo, en ese mismo paquete se encuentran él y su camarilla. ¿Será que ninguno de los liderazgos del PRI, aliados o no al campechano, se están peleando no por relanzar al partido sino por administrar la franquicia? De ser así, el enojo de quienes quedaron fuera del CEN es porque Alito les ganó la jugada.

Otro problema derivado de la creación de una alternativa es el discurso, el ideario y los símbolos que van a posicionar para construir una nueva plataforma. ¿Cómo lo harán, si la izquierda ya está sobrepoblada en nuestro país? Peor aún: ¿qué pueden aportar, si Morena ya les expropió su discurso, su visión historiográfica y sus símbolos desde hace años? Por ejemplo, hablar de una “cuarta refundación” suena redundante si ya tenemos una “cuarta transformación”, que se presenta como continuadora de la historia que se hizo el PRI de sí mismo.

La reinvención se complica si las reformas que impulsó Alito cierran todo espacio al disenso, empezando por el control férreo de las coordinaciones parlamentarias, tanto federales como locales. Un partido que aspira a ser competitivo debe tener una intensa vida interna, donde haya acomodo y negociación entre los distintos intereses y visiones que le conforman. De lo contrario, se construyen camarillas enquistadas en puestos de dirigencia, cuyo único interés es perpetuarse en sus cargos para beneficiarse de los recursos y prerrogativas. Todavía está por verse si, ahora sí, se abren espacios para la juventud, más allá de parentelas y querencias.

En resumen, al parecer el plan de Alito es que haya una dirigencia a la cual rendir pleitesía, la cual no solo tiene acceso a recursos y candidaturas, sino que además decide lo que se debería o no decir. Eso más bien es una franquicia política, aún más vertical a como en su momento fueron o han sido el PPS, el PARM, el PFCRN, el PT, el PVEM, el Panal o el PES.

Pero veamos qué pasa… igual y el campechano nos sorprende.