Jeanette Leyva: El seguro del Metro debe cambiar

Los heridos y familias de los fallecidos por el desplome en la Línea 12 del Metro tendrían que ser indemnizados
Los heridos y familias de los fallecidos por el desplome en la Línea 12 del Metro tendrían que ser indemnizados
La tragedia.Los heridos y familias de los fallecidos por el desplome en la Línea 12 del Metro tendrían que ser indemnizados
Cuartoscuro
autor
Jeanette Leyva Reus
Periodista con experiencia en temas financieros, tecnológicos y de ciberseguridad.
2021-05-06 |06:55 Hrs.Actualización06:54 Hrs.

Si en algo ha logrado avanzar México en las últimas décadas es al menos a nivel gobierno en la cultura del seguro; ahí están los primeros ‘seguros’ aunque técnicamente son bonos catastróficos para cubrir desastres naturales como huracanes o sismos tan dolorosamente presentes en nuestro país cada cierto tiempo, y que causan grandes pérdidas humanas y materiales, pero hay al menos desde hace ya varios años un ‘seguro’ que ayuda a los gobiernos a solventar los desastres −económicamente hablando−.

Toda la infraestructura importante del país tiene un seguro. En los sismos del 19 de septiembre de 2017, hospitales dañados e incluso edificios considerados patrimonios culturales tuvieron la cobertura de este seguro, aunque algunos se tardaron en pagar y siguen otros más en proceso, pero es un hecho que este tipo de protección tiene ciertas ventajas.

El Metro de la Ciudad de México cuenta también con un seguro. Grupo Mexicano de Seguros (GMX Seguros) es la titular de la póliza de Seguros de Daños y Responsabilidad Civil que ampara los daños a los bienes y a terceros incluyendo pasajeros; son ellos los que tendrán que cubrir los daños materiales y físicos ocasionados por el Metro, pagar los seguros de vida a las 25 familias que ya no tienen a su ser querido, pagar el dinero que corresponda por incapacidad permanente a quienes sufrieron daños físicos mayores, pagar los gastos médicos que se generen y las rehabilitaciones que se requieran y los tratamientos sicológicos por el trauma que se generó.

Pero como decía, lo positivo es que se ha logrado avanzar en que los gobiernos de los tres niveles contraten y sigan pagando estos seguros y que la austeridad no los haya eliminado del todo, pero en lo que desgraciadamente no se ha podido lograr cambios es en que se actúe con prontitud, donde en este tipo de seguros se ajusten a las necesidades inmediatas de los afectados.

Desafortunadamente y como lo dice el comunicado de la aseguradora, “conforme a los procedimientos habituales en materia de siniestros” en conjunto con su asegurado en este caso el Metro, ya iniciaron los trabajos de ajustes para evaluar el caso y “con base en las condiciones de la póliza proceder a reparar el pago de los daños que se dictaminen”; en palabras llanas, los afectados de forma directa, las familias de los que perdieron un ser querido, los que hoy están hospitalizados tendrán que esperar cuando menos, y estableciendo el mejor escenario, un mes para que reciban algún tipo de indemnización.

 Algunos afectados están siendo atendidos en hospitales privados, había denuncias de que los nosocomios les exigían firmar un documento en donde se comprometían a pagar, al menos el gobierno de la Ciudad de México ya había respondido a las familias que ellos se harían cargo, o la aseguradora más bien en un futuro.

Esta tragedia debe dejar un cambio en la forma en cómo se actúa y ayuda a los afectados cuando hay un seguro contratado; en el caso del Metro se olvidan que estas familias dependían o dependen del sueldo de ese familiar que hoy ya no está o está en el hospital, o ya fue dado de alta, pero no puede integrarse a su trabajo, que viven al día con el ingreso mínimo, que muchos no cuentan con seguridad social, y quienes lo tengan, el IMSS debería estar ejecutando la incapacidad por riesgo laboral al comprender el trayecto del trabajo a su casa, con lo cual tienen acceso al 100 por ciento de su salario, pero para aquellos que no tienen prestaciones, el seguro debería cubrir de forma inmediata y a cargo del monto que se dictamine cuando menos un recurso fijo mientras pueden reintegrarse a laborar y no tener que esperar que se resuelva de ‘forma tradicional y convencional’, algo que nunca debió suceder. Por lo pronto, la moneda está en el aire.