El próximo domingo acaban las llamadas precampañas. Esto significa, por ejemplo, que las candidatas a la Presidencia deben frenar sus eventos y acciones de promoción electoral. No podrán hacer eventos masivos –mal para Claudia, que es lo único que hace– y tampoco spots en la televisión –mal para Xóchitl, que parece que es a lo que le apuesta– y otro tipo de actividades. Podrán regresar en marzo, mes en el que se iniciarán formalmente las campañas, con la posibilidad de hacer un trabajo electoral en forma. A ese periodo entre el fin de la precampaña y el inicio de la campaña se le llama legalmente “intercampaña”. Es una verdadera estupidez, pero así está hecha la ley.
No deja de sorprender la ceguera de nuestros partidos políticos para tener una ley electoral sencilla, clara, moderna, que fomente la competencia, la participación y la fiscalización de recursos. Las leyes electorales están hechas para inhibir la competencia y para castigar al ganador –algo muy mexicano– si lo hace con un margen que no genere confiablidad para los propios partidos. También para eso, para decidir la elección, se tiene al Tribunal Electoral –que acaba de pasar por un sorprendente ajuste de cuentas interno– para decidir al final a quién ganó. Es decir, los partidos le apuestan por igual, o más aún, al litigio poselectoral que a las urnas.
Hasta este día no hemos visto grandes cosas de las campañas. El somnífero que es Claudia en sus videos y arengas, sin dejar de estar escondida tras la figura de López Obrador. Y la febril actividad de Xóchitl sin ton ni son, que lo mismo parece que promociona un recetario de Xóchitl en la cocina, o algo parecido, que aparece en spots multitemáticos. Hace muchas cosas, no descansa, pero no parece haber objetivos claros en su actividad. Morena no cede y su candidata hace campaña como si fuera solamente dos puntos arriba. Y hace bien, en esto nunca se sabe.
Están las encuestas que no han cambiado mucho de hace tres meses a la fecha. Claudia aventaja de manera sobrada. Xóchitl sube un par de puntos en algunas o los pierde en otras. Habrá que esperar a que la gente esté metida de lleno en la conversación electoral para ver hacia dónde se mueven las cosas y si es que se mueven.
De lo que viene tendremos una gran cantidad de encuestas patito que distorsionarán los resultados de las empresas serias –que las hay–. Multitud de gente, que al no ser favorecida de alguna manera su candidata, dudará de la efectividad del método demoscópico y una serie de opinadores especialistas en otras materias entrarán como gurús al ámbito electoral: fulanita debería hacer esto, sutanita debería hacer lo otro. Porque en las elecciones es como cuando juega el Tri nacional: todos saben la receta infalible para ganar.
Por lo pronto queda esta semana para ver en acción a Claudia y a Xóchitl. Después habrá descanso. O eso se supone.